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Adolfo Domínguez: colecciones con alma y poesía - 2

viste casual, pero elegante. Le sonríe a la cámara de nuestro fotógrafo. Rodeado de sus colecciones, está sentado en el segundo piso de su tienda en San Isidro (cuenta con más de 600 locales en más de 30 países). Tiene más de una conexión con el Perú. Por difundir las bondades de la fibra de alpaca peruana en sus prendas, fue reconocido como “Amigo del Perú” por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo. Además, es aficionado a la literatura peruana. Domínguez comenta: “Hace algunos años, conocí a un periodista peruano que me recomendó leer los cuentos de Ribeyro. Seguí su consejo y ahora me considero un gran admirador de ese escritor, al igual que del gran poeta César Vallejo”.

Ahora se dispone para contarnos cómo su marca no ha perdido su esencia, la cultura del ‘fast fashion’ y otros temas.

—¿Cómo evalúas tu trabajo en retrospectiva?

La marca no ha cambiado y es un criterio importante. No soy una persona excesivamente extravagante. Prefiero hacer las cosas con sutileza, pero con alma y poesía. En todo este tiempo aquello se sigue manteniendo.

—¿La literatura, la música y la arquitectura te inspiran a diseñar?

Me inspira más ver mujeres en la calle. Aquellas musas que te hacen volver la mirada por los volúmenes, por los colores, por la mezcla de materias que llevan puesto. Ellas son artistas a la hora de vestirse. Yo suelo apuntar a eso.

—¿Se viste para estar bien?

Uno se viste para que lo quieran.

—¿Sientes que tu marca es reconocida en el Perú?

Sí. Las marcas no se hacen de un día para otro. Es un trabajo que toma tiempo y se debe hacer con constancia.

—¿Cómo se lucha contra la cultura del fast fashion?

Con el tiempo. Las personas están usando mucho más de lo que deberían. Yo creo que en unos treinta años, la gente volverá a un consumo selectivo, porque querrán cosas buenas que duren. Por una simple razón: es insostenible.

—Pero, ¿nos daremos cuenta que es insostenible?

Hace diez años no se hablaba de ecologismo en ningún lado. ¿Qué ha cambiado para que en diez años sea un mensaje permanente en los medios y en la educación? Las cosas no son eternas y cambian. Sin ninguna duda el consumo compulsivo no durará.

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