(Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
(Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
Michel Temer

Hace poco más de año y medio asumí el Gobierno de Brasil con la tarea de enfrentar la más grave crisis económica en la historia del país y sus profundos impactos sociales. Frente a ese desafío, propuse una agenda de transformación sin recurrir a medidas populistas. Dicha agenda consiste en el más amplio conjunto de reformas estructurales de los últimos 30 años y tiene como fundamentos el equilibrio fiscal, la responsabilidad social y el aumento de la
productividad.

Los resultados son visibles. Se revirtió la recesión y la economía brasileña ya ha crecido dos trimestres consecutivos. Los analistas prevén un aumento cercano al 1% del PBI en el 2017. La inflación de alrededor de 10% en mayo del 2016 está hoy por debajo del centro de la meta: 2,54% en setiembre. El poder de compra mejoró con el aumento de más de 6% en el rendimiento real de los sueldos. La tasa básica de interés (Selic), que en mayo del 2016 era de 14,25%, cae de forma continuada. La tasa Selic (hoy en 7,5%, su nivel más bajo en cuatro años), y el 'spread' bancario se redujeron considerablemente. Solo con la caída responsable de la tasa de interés se garantizó el ahorro de 80.000 millones de reales (US$ 24.490 millones, aproximadamente) a las arcas públicas.

La balanza comercial rompe récords sucesivos: el superávit llegó a US$ 58.477 millones entre enero y octubre de este año (un crecimiento del 51,8% con respecto al mismo período del 2016). La producción industrial aumentó 1,6% en el mismo período (en mayo del 2016 caía 9,8%). Las exportaciones de vehículos crecieron 55,7% con relación al 2016 y ya superan las 560.000 unidades en el 2017. La venta de vehículos nuevos en el mercado interno creció 9,28% este año en comparación con el mismo período del año anterior.

Asimismo, la cosecha de granos debe alcanzar el número histórico de 242 millones de toneladas en 2017, un aumento del 30%
con relación al año pasado. Y como reflejo de la reactivación de la economía brasileña, el movimiento en los puertos ha crecido un 5,7% en el 2017 y el mercado nacional de aviación creció un 6,6% con respecto a setiembre del 2016.

Ese ciclo virtuoso está en la base de la recuperación de la confianza en la economía brasileña. El Índice de Confianza Empresarial de la Fundación Getúlio Vargas llegó a 90,3 puntos en octubre, el nivel más alto desde julio del 2014. El Riesgo Brasil cayó de 544 puntos base (ene/2016) a 239 bp (oct/2017), una reducción del 56,1% del "spread soberano".

Por otra parte, el índice CDS-5 años, otra forma de medir el riesgo al crédito, que estaba en 328 puntos, hoy es de 173,5 puntos. El Ibovespa (Índice de la Bolsa de Valores de Sao Paulo) superó los 76.000 puntos en septiembre de 2017, luego de haber quedado debajo de los 38.000 puntos en enero de 2016. En el primer semestre de 2017, el IED acumulado fue de US$ 40.300 millones (US$ 78.900 millones en 2016). En los remates de energía realizados bajo el nuevo modelo regulatorio, incluso de los yacimientos de la capa presal, se recaudaron más de 22.000 millones de reales. Solo en ese sector se esperan inversiones de 444.000 millones de reales en los próximos años y la creación de hasta 500.000 nuevos empleos.

Las medidas de racionalidad y previsibilidad económica han mejorado el ambiente de negocios por medio de iniciativas de desburocratización en los sectores agrícola, de servicios, minorista y comercio exterior. La ley de responsabilidad de las empresas estatales permitió la profesionalización de las empresas públicas. Antes desacreditadas, las empresas estatales brasileñas han vuelto a valorizarse. De pérdidas de 32.000 millones de reales en el 2015 (US$ 10.259 millones, a cambio de 1/7/2015), pasaron a obtener ganancias de 4.600 millones de reales en el 2016 (US$1.424 millones, a cambio de 1/7/2016) y de 17.300 millones de reales en el primer semestre del 2017 (US$5.229 millones, a tasa de 1/7/2017) .

Con el objetivo de promover la productividad, se aprobó la reforma laboral. Sin quitar derechos, la legislación fue modernizada e incorporó a la formalidad a trabajadores antes excluidos.

El éxito de esa agenda ya se refleja en la recuperación del empleo, como el aumento del índice de ocupación. El saldo acumulado del año, según el CAGED (Registro General de Empleados y Desempleados), es de 163.000 puestos de trabajo, en comparación con la pérdida de 448.000 puestos entre enero y mayo de 2016. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, solo en el tercer trimestre del 2017 se crearon 1’061.000 puestos de trabajo y 524.000 personas salieron del contingente de desempleados. La masa de rendimiento real de los trabajadores aumentó un 3,9% en el tercer trimestre de 2017 con respecto al mismo período de 2016.

La restauración de la responsabilidad fiscal y el crecimiento económico han permitido aumentar los recursos destinados al área social. Programas antes amenazados por la ruina fiscal se han revalorizado con relación al techo constitucional y a la eficiencia en los gastos públicos.

El beneficio del programa Bolsa Familia aumentó un 12,5% (después de más de dos años sin ningún reajuste) y la lista de espera fue saldada. El Gobierno fue más allá y lanzó el programa Progredir, que ayuda a las familias beneficiarias a conseguir empleo y crédito y, así, alcanzar la autonomía.

Con audacia, liberé las cuentas inactivas del FGTS (Fondo de Garantía del Tiempo de Servicio) y anticipé la extracción del PIS-PASEP (Programa de Integración Social/Programa de Formación del Patrimonio del Empleado Público), beneficiando a millones de brasileños e inyectando 60.000 millones de reales en la economía.

El presupuesto en salud y educación aumentó. La racionalización de la gestión en salud trajo más recursos a servicios esenciales: 4.000 millones de reales (US$ 1.224 millones) fueron adjudicados a la compra de equipamiento, creación de nuevas unidades y contratación de personal. El programa Farmacia Popular utilizaba el 80% de su presupuesto en gastos administrativos. La nueva forma de transferencia de fondos amplió en 100 millones de reales (US$ 30 millones) al año los recursos para la adquisición de medicamentos básicos.

En educación, la aprobación de la reforma de la educación secundaria actualizó el plan de estudios de los alumnos según las aptitudes personales y la realidad del mercado de trabajo. El Fondo de Financiamiento Estudiantil se revalorizó con 75.000 nuevos cupos y es hoy sostenible. Se adjudicaron 700 millones de reales (US$ 214 millones) al fondo, evitando atrasos en la transferencia de recursos. Con el lanzamiento del Satélite  Geoestacionario, se dio un paso decisivo en la universalización del acceso a Internet de banda ancha en Brasil.

Los resultados muestran que la estrategia propuesta y ejecutada por el Gobierno es correcta. Dejamos atrás la crisis y retomamos las vías del desarrollo. Con la convicción de que no hay tiempo que perder, seguiré adelante con la aprobación de la agenda de reformas.

El próximo paso será la continuidad de las reformas, que garantizará la solvencia y la sobrevivencia del sistema, además de eliminar privilegios. La simplificación de la legislación tributaria, otra
prioridad, aumentará la competitividad de la producción nacional.

Con el apoyo imprescindible del Congreso, de los trabajadores y del empresariado, estamos poniendo a Brasil de vuelta en su rumbo.