Rodolfo Hinostroza logró templar el tono épico y coloquial en una nueva forma de expresión. (Foto: Leslie Searles)
Rodolfo Hinostroza logró templar el tono épico y coloquial en una nueva forma de expresión. (Foto: Leslie Searles)

Rodolfo Hinostroza ha muerto la madrugada del 1 de noviembre, Da de todos los Santos, en plena luna nueva, con el sol y nuestro satlite alineados de modo paralelo en el cielo, como para marcarle el camino hacia la eternidad. No existe mejor cielo que ese. Acababa de cumplir 75 aos, su aniversario de diamante: ya es eterno.

Fue testigo de excepcin de dos momentos histricos que propiciaron la escritura de sus obras capitales: Consejero del lobo (1965), concebida en medio de la crisis de los misiles nucleares que asol Cuba entre los das 15 y 28 de octubre de 1962, cuando el poeta frisaba los 21 aos de edad y ya se haba desembarcado del proyecto revolucionario de Fidel Castro; y Contra Natura (1971), testimonio de la experiencia vivida en Pars, en Mayo del 68, con las manifestaciones estudiantiles, secundadas por la clase obrera, que propiciaron el boicot al Estado francs mediante una huelga acatada por casi nueve millones de trabajadores, la ms grande en Europa occidental. Fue precisamente en Pars, donde vivi por ms de quince aos, que Hinostroza desarroll dos de sus ms caros intereses: la astrologa y la cocina, razn por la cual, no sin cario, los amigos lo llamaban el poeta gastrlogo.

Public en 1973 El sistema astrolgico. Teora y prctica, el cual vendi ms de 100 mil copias en sus mltiples reimpresiones. En el 2006 vio la luz su Primicias de la cocina peruana, libro que le dio al boom de nuestra cocina una historia de ms de 500 aos sobre la cual sustentarse. Ganador de mltiples premios, Hinostroza nos lega una vasta obra que, adems de poesa, abarc la crnica (Pararrayos de Dios), el cuento (Cuentos de Extremo Occidente, Otros cuentos sin libro), la novela (Fata Morgana, Aprendizaje de la limpieza) y el teatro (Apocalipsis de una noche de verano, Cuadrando el crculo, Guamn Poma). Sus libros fueron siempre un alegato a la paz y la utopa y una denuncia contra la guerra y el poder como principales amenazas de la especie humana. Ningn otro logr templar el tono pico y el coloquial en una nueva forma de expresin, casi una mstica del presente, profundamente humana en la celebracin de todo goce. Su voz caliginosa se ha apagado, pero su otra voz, aquella que cincel a pulso con cada palabra, reverbera como un presagio de otros tiempos que, como solo los grandes poetas pueden hacer, nos hablan de nosotros, de lo que fuimos y de lo que ya no seremos. Se ha ido el hombre, es tiempo de llorarlo. Ha nacido la leyenda, celebrmoslo.

Hinostroza indito

Destino de poeta es el nombre de su pentaloga novelesca indita. Esta da cuenta de la conversacin que sostuvo con Csar Calvo, cuando ante la duda de si seguir estudiando medicina o dedicarse a la poesa el autor de Pedestal para nadie le espet: No puedes jugar a ser poeta! Debes escoger ahora mismo! Ser poeta es ponerse en manos del destino!. Tambin deja una pieza de teatro que tiene como personajes principales a unos jvenes y temerarios Jos Carlos Maritegui y Abraham Valdelomar y a su grupo de amigos. Y su ms ambicioso proyecto, un ensayo novelesco sobre las distintas razas de hombres que poblaron la Tierra, tentativamente llamado Teora de los gigantes.

Nunca inici la escritura de Dioses, el proyecto de poemario por el que recibi la Beca Guggenheim en el 2009.

La voz en la playa

Maana, cuando reposen como trozos de yegua al sol la Santa Biblia y el Talmud, reseco en nuestra boca estar el sabor a sangre ajena, y el enemigo ser slo una palabra repugnante a nuestra lengua. Maldeciremos el tacto de la lluvia, el olor del mar, la olla del crepsculo. Ella, La Idea, finalmente refulgir como un pedazo de nieve a la Luna.

Yo no estar. Entonces mis huesos hablarn por m Y este siglo de catstrofes y trgica grandeza Pender ante mis ojos que vieron el fulgor de la matanza. Entonces Querr decir que no particip y que mi amor fue ms hondo Que el devenir de los espejos y las esferas naturales.

Maldecir esta vida que atado al rejn me hizo ser lo que no era Y mirar con amargura a los hijos engendrados en la mujer que no era La ma robada por el espectro de la Idea.

La Luna cantar en la espalda de los hroes y otros ojos Mirarn estas mismas estrellas Y se preguntarn si estuvo bien que pensramos en la intil metafsica En este siglo violento, entre el hedor de los hombres que amamos Y la inmaculada muerte.

(Vida, soez bajel de todo lo humano en nosotros. La Historia, como un buey en la noche, nos arrastr a la Gran Aventura y dems posey nuestro cuerpo una intolerable sed de vivir y agotar las formas de experiencia resecas en el tiempo como muertas mariposas.)

Otros sabrn de Otro Mundo, Porque la fatiga y los dioses que derramaron sangre en mis errores Me anuncian que he perdido la pureza, Que soy el dbil resultado de la circunstancia histrica Marcado por el egosmo de mi raza y sealado desde lejos Por el dedo negro de la paridora.

Dormir un largo rato an, y luego bajar a la playa Y beber, y escuchar las viejas voces de otros tiempos

(En Consejero del lobo, 1965)

Con una camioneta llena de chicos soolientos

Con una camioneta llena de chicos soolientos Regresamos a Lima la tarde del Domingo Cuando la luz declina y en retrovisor Se desdibujan pueblos polvorientos Encallados como paquebotes en el desierto humeante Y de pronto avistamos el mar enrojecido Mis hijos se despiertan balbucientes, nos tocan sus manitas temblorosas Y la felicidad, salvajemente, nos roza con sus alas

D estn ahora, amigo mo, Los crepsculos metafsicamente atormentados de Pars D mi psicoanalista Que hurgaba con un palito mis llagas purulentas Hasta hacerlas sangrar rojos fantasmas D las mujeres esplndidas y locas Que apasionadamente disputaban Mis despojos de poeta perdido entre dos siglos Desamparado y cnico

Se han hundido en la bruma de los das Las ocasiones desaprovechadas Los viajes minuciosamente desolados Los poemas que no fueron escritos Las reconciliaciones perdidas para siempre Las ambiciones que no fueron colmadas Los hijos abortados sin un grito

El pasado me asalta sin un ruido Desde el fondo del Misterio Inmenso e Insondable Y sin melancola se queda atrs tirado Entre dos luces de la carretera Que avanza sin detenerse As como crecen mis hijos implacablemente Y mi vida se llena de sentido Mientras regreso a Lima la tarde del Domingo Con un puado de nios soolientos, Quemados por el sol, sucios de arena, Con huellas de divinidad en las narices

(En Nudo Borromeo y otros poemas perdidos y encontrados, 2008)

Los huesos de mi padre

Sern stos los 206 aristocrticos huesos de mi padre? Todos completos, con su maxilar inferior, su frontal, sus falangetas, su astrgalo, su vmer, sus clavculas? No se habrn confundido en la Fosa Comn con los de un vagabundo de esos que abundan en las calles de Lima, y mueren sin un grito? Cmo voy a confiar en que sean stos los huesos de mi querido padre, don Octavio, Tachito, si en la Fosa Comn donde lo echaron puede ocurrirle cualquier cosa a los huesos de uno? Su hermano, to Reynaldo haba jurado encontrar a mi padre, y recorri toda esta Lima a pie durante un ao, para hallar a mi padre, el poeta, que se haba perdido en la ciudad, como suele ocurrirles a los ancianos y a los locos. Todos los das sala, despus del desayuno, a buscar al hermano mayor, a aquel poeta provinciano, talentoso, desgraciado y perdido por los barrios de Lima. Llevaba una vieja foto de mi padre, amarillenta, donde apareca con su pelo ya blanco, sus ojillos brillantes de inteligencia, sus mejillas flccidas labradas por aos de intiles batallas contra lo que l llamaba su destino adverso cuando se hallaba de un nimo blasfemo, dispuesto a enrostrarle a un Dios en el que no crea, sus continuos fracasos. La boca grande, elocuente. La frente alta y despejada. Con un terno marrn, creo, a rayitas. Esa imagen debi corresponder a una poca feliz, tal vez la de Huaraz, cuando estbamos todos juntos, mi hermana mi madre y yo, mucho antes del divorcio. Reynaldo la mostraba a la gente, los interrogaba venciendo su enorme timidez: Ha visto a este hombre? indesmayablemente a pie, to de a pie como un remoto soldado de una guerra perdida, raso, humilde, cumplido, indagando en los parques, en los hospitales, en las estaciones de autobs, en los mercados, pues quera encontrarlo, esa era la misin que se haba impuesto antes que la muerte se lo lleve. Pero la muerte se llev primero a to Reynaldo de un cncer al estmago, sin saber que mi padre lo haba precedido en el ltimo rumbo, y no fue sino mucho ms tarde que mi hermana al fin encontr a mi padre en una Fosa Comn del cementerio de Miraflores donde sus huesos misteriosamente haban venido a dar porque nadie haba reclamado su cadver. La muerte que con callado pie todo lo iguala lo haba sorprendido en un asilo municipal donde llevan a los locos que vagan por las calles de Lima y haba muerto, enloquecido y solo, l, Octavio, Tachito, el poeta, el hermano mayor que haba nacido en cuna de oro. Siempre pens que morira rodeado como Maese Manrique de sus hijos, hermanos y criados reconciliado con su terco destino y cesara la angustia la loca angustia que desorbitaba sus ojos porque no quera morir como un fracasado y su muerte le cerrara para siempre las puertas de La Gloria. No repos un instante en vida acechando a la suerte en todos los caminos, en todos los concursos, esperando un cambio del destino un premio, algo definitivo que sacase su nombre del anonimato y le diese la paz. Ya no soaba con el Premio Nobel, si no con la publicacin de sus poemas que eran profundamente hermosos y cada da ms bellos cuanto ms desgraciada era su vida. Se senta en deuda con nosotros sus hijos, y los recuerdos de nuestra infancia feliz lo atormentaban hasta hacerlo sangrar como un patriarca loco que ha perdido el paraso inadvertidamente por una mala mano en el tresillo un mal consejo, o una debilidad de temple inconfesable. Entonces quera estar solo, hua de la familia, se confunda en Lima entre los vagabundos, le aterraba y le atraa como un destino escrito la mendicidad al final del camino. No aceptaba el rol que todos queran para l: el del abuelo sabio y respetado que mora y aconseja en el hogar de su hija: prefiri seguir en la batalla hasta el final, irse a la calle esperando un milagro. Sus despojos fueron a dar a la Fosa Comn, hasta que el proceso de putrefaccin termine, en cosa de tres aos y sus huesos, mondos, nos fueron entregados en una caja de zapatos, con una etiqueta identificatoria. Ahora reposan en el Cementerio el Angel en una de esas fnebres bibliotecas de huesos a pocos bloques de donde mi madre duerme su sueo eterno. La muerte, piadosamente, ha acercado los huesos de dos seres que la vida separ, y sus nombres han vuelto a aproximarse en el silencio de este Camposanto como cuando se vieron por primera vez y se amaron. En ocasiones mi hermana y yo llevamos flores, a un sepulcro y el otro, y todava sufrimos por su amor desgraciado, que sin embargo dio maravillosos frutos.

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