Creciendo al margen: la niñez al sur del Callao
Creciendo al margen: la niñez al sur del Callao
Redacción EC

Si pudiera cambiar algo, cambiaría todo. Si pudiera cambiar las cosas –piensa–, estas serían de otra manera de cómo las ha conocido toda su vida en este lugar que los demás llaman . R no tiene dudas: cambiaría los pasadizos estrechos de tierra que separan las casuchas, la mafia que controla el botadero de desmonte en el mar que muere a pocos metros. Las balas. Los gritos.

R tiene buenas notas en el colegio. Tiene 11 años, las uñas cortas, la voz baja. Su casa es una de esas tantas en el asentamiento humano Canadá, en la zona sur del . En esta casa de madera y calamina vive con su abuela y su hermano adolescente, que ya no va al colegio porque quiere trabajar. Quiere hacerlo para poder darles algo a su hermano y a su abuela.

A poco más de un kilómetro está la calle Saloom, coronada por un tanque de agua abandonado que cinco familias han convertido en su casa. Una cuadra ha sido tomada: dos cintas de colores en cada esquina sirven de fronteras. Dentro, una docena de niños que no superan los 12 años juegan. Dos rayuelas, unas páginas en blanco con plumones, una pelota y los trompos que algunos han traído son suficientes para que se dediquen a ser lo que deben ser: niños.

“El juego sirve para que aprendan a seguir reglas. Pero también para ir conociendo cómo están. Así descubrimos si están en situación de abandono, si trabajan, si no van a la escuela”, dice Marianela Villalta, parte del equipo de Yachay, un programa del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables que trabaja con niños.

Yachay entró a esta zona marginada del Callao en setiembre del año pasado como parte de un trabajo conjunto con el Ministerio del Interior y otras instituciones del Estado para recuperar espacios de la ciudad.

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