El 6 de enero de 1725, el Per tembl. A las once y cuarto de la maana, un prolongado sismo golpe la ciudad de Lima sin reportarse vctimas. La tragedia, sin embargo, se ensa con el norte: el colapso de una laguna glaciar en las alturas del Huandoy arras con pueblos cercanos al actual Yungay. Fueron cuatro mil las muertes producto de un aluvin muy parecido al ocurrido en 1970.

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Pasado el terremoto en la capital, el Virrey Marqus de Castelfuerte le escribi una carta al rey de Espaa. Su intencin era ponerlo al tanto sobre aquel sismo que le record a los limeos mayores la devastacin de Lima 38 aos antes, cuando el muro donde un humilde mulato pint al Seor de los Milagros qued en pie. Castelfuerte hundi su pluma en la tinta y anot: Vindose estremecer con desacompasado impulso lo slido de los edificios y lo elevado de los templos, (el pueblo) sojuzg consiguiente el estrago.

Pero como a la justa ira de Dios Nuestro Seor nunca le falta la gran templanza de su misericordia, nos avis con el amago sin proceder al castigo para que siempre le alabemos, pues no habindose experimentado fatalidad alguna ni perecido nadie, solo quedaron sentidos algunos templos.

Replicas leves avivaron el susto de los limeos, que dirigieron sus ruegos a la Mara Santsima, sealaba el virrey, para consolar a su ofendido hijo. A sus ruegos debemos reconocer en esta ciudad la gran piedad con que nos mir en la primera ruidosa amenaza, escribe al Rey Felipe V.

Las palabras del virrey reflejan el dogma catlico que define a Dios como responsable de toda causa y efecto en el mundo. Para la sociedad colonial, eran sus designios tanto los terremotos, truenos y tempestades, como el posterior restablecimiento de la naturaleza. Castelfuerte hace referencia a un Dios que se ofende y se venga por nuestros pecados, pero tambin de uno piadoso que provee misericordia a quien acuda a l arrepentido. Es el actual planteamiento del polica bueno y el polica malo: al creador inclemente del Antiguo Testamento lo complementa el paternal revelado en los evangelios.



CELEBRA TU SANTO Para el historiador colombiano Juan Carlos Jurado, estas expresiones de religiosidad popular an existentes en sociedades de origen campesino tenan un sustento simblico muy importante para que la gente enfrentara su futuro. Autor del libro Terremotos, pestes y calamidades. Del castigo y la misericordia de Dios en la Nueva Granada (Siglos XVIII y XIX), Jurado explica que el poder colonial fue muy consciente de la enorme cohesin social producida tras un desastre natural. Un esfuerzo que haca converger todas las clases sociales y que, por lo mismo, permita al poder colonial una mayor gobernabilidad.

Los hombres y mujeres elevados a los altares prestaron una gran ayuda en ese proceso. Nacidos de las angustias, expectativas y frustraciones de las viejas sociedades agrarias incapaces de dominar la natualeza, sus cultos buscaban resultados urgentes: el cese de las lluvias que afectaban las cosechas, el fin de las pestes y las plagas y ponerle fin a las guerras. Cada grupo social manifestar su preferencia por su santo patrn.

Para la sociedad colonial, el santoral barroco ofrece un desbordante espectculo. Muchas devociones atribuyeron a los santos, en su mayora europeos, poderes especiales. Frente al hambre, la guerra y la peste, se llama al recogimiento, el arrepentimiento y el fervor.

A estos santos protectores se les adjudicaron sofisticados atributos, derivados siempre de sus historias particulares. As, al ser lanzado al ro Moldavia por el rey Wenceslao IV, San Juan Nepomuceno resulta protector contra las inundaciones. Algo parecido sucede con San Perpetuo de Maastricht, a quien se le atribuye la resurreccin de tres hombres fulminados por una centella. Este hecho lo defini como patrono contra los rayos. A Santa Tecla de Iconio, por su parte, la invocamos contra los incendios luego que una torrencial lluvia extinguiera el fuego de la pira donde la martirizaban. A pesar de la especializacin de sus favores, es usual que se les adjudique a varios santos iguales funciones protectoras, o se les extienda su poder a nuevos mbitos para lograr una proteccin simultnea: los santos trabajan en equipo.

Para Juan Carlos Jurado, es en las situaciones lmite, cuando nos jugamos la vida, cuando los santos hace las veces de calmante contra nuestros temores y deseos de salvacin. Un seguro espiritual frente a la zozobra. Se trata de mediadores entre los hombres y Dios, talismanes protectores, generadores de identidad solidaria. Y si de paso se hacen el milagrito, pues qu mejor.

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