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Sonido e imagen se revelan en muestra "Territorios expandidos" - 6
Enrique Planas

Una turbina eólica capta la velocidad del viento. Conectada a sensores de viento, retransmite los datos en una pantalla colocada al ingreso de la sala, que aparecen como partículas que dan forma a la turbulencia. En la primera sala, otras pantallas reciben los datos de la actividad volcánica del sur del país en tiempo real. Un sistema informático lo retransmite a cuatro placas metálicas para replicar  las mismas vibraciones sísmicas. Resulta sobrecogedor advertir el invisible movimiento subterráneo de las placas tectónicas.

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“Airflow” y “Seismik Geopole” son los títulos de dos instalaciones del artista canadiense Herman Kolgen colocadas al inicio de la muestra "Territorios expandidos", abierta en el Espacio Fundación Telefónica. Seguirán “Seismograff” (dibujos en papel de datos sismográficos), “Dust Opacit Time” (fotografías traslúcidas de imágenes de polvo), “Aftershock” (series de videos acompañados por ruido blanco) y, finalmente, “Liquid Memory”, instalación de fotografías de gran formato en contacto con agua salada.

A través de la tecnología digital, Kolgen explora la noción de territorio y las tensiones en su interior. Lo recorre como espacio físico externo, pero también como un viaje interior, cambiando las escalas de los cuerpos y la materia. Kolgen es un artista preocupado por el impacto que el hombre tiene en el territorio y viceversa. Por ello, obvia decir que esta exposición llega en el tiempo exacto, cuando los peruanos aún no nos reponemos del golpe de la naturaleza.  

—¿Cómo nace en ti la obsesión por el territorio?
Los elementos del territorio suelen permanecer silenciosos y por eso pensamos que será así siempre. Pero basta multiplicar por tres el poder de una ola o la velocidad del viento para desatar una enorme destrucción. Existe una relación invisible entre nosotros y el territorio.  

—Tu exposición llega en momentos en los que hemos vivido de cerca cómo  la naturaleza se rebela cuando nosotros invadimos su territorio...
Me sucedió algo parecido en Italia, cuando expuse en una ciudad que quince años antes había sufrido un terremoto. Aquí el problema no fue solo el desastre natural, sino la consiguiente corrupción: cuando llegó la ayuda internacional para los damnificados, el Gobierno y algunos actores privados a cargo de la reconstrucción se llevaron el dinero al bolsillo. Había pasado todo ese tiempo y aún no se había terminado la reconstrucción. Así, la muestra fue sumamente emotiva, porque la memoria de la gente era muy fuerte. Revivió el shock por lo que habían perdido, pero también por cómo el Gobierno se había aprovechado de la tragedia. En un trabajo que presenté en Japón después de un fuerte sismo pasó lo mismo. En efecto, poblaciones que han sufrido desastres relacionados con el territorio reaccionan de forma muy emotiva con mi trabajo. 

—¿Su trabajo pretende sacarnos del hábito que tenemos como espectadores a mantenernos quietos, a temer el movimiento de nuestro entorno?
De cierta forma sí. La dinámica que trato de expresar es continua. Lo vemos en mis trabajos sobre volcanes o el mar. Esto viene desde el big bang, que es un concepto científico, pero también poético. Como en mi obra "Aftershock", replicamos un instante seguido por un estallido. Existe un pico que es la explosión, y luego una larga caída, tras la cual el planeta se sigue moviendo. ¡Y es en esa dinámica en la que estamos hace millones de años! Vivimos en el movimiento perpetuo que le sigue a la explosión. Y sucederá al revés cuando el universo empiece a contraerse. 

—A mediados del siglo XX se dio una corriente artística llamada Land Art, en la que el paisaje y la obra de arte están estrechamente enlazados. ¿Es su trabajo una forma de expandir el Land Art a partir de las tecnologías?
Repercutir en el Land Art de manera digital no es una preocupación que yo tenga de manera directa. Sin embargo, definitivamente mi trabajo es una extensión de este movimiento. Hoy en día, la tecnología nos ayuda a analizar lo que en el pasado resultaba invisible, microscópico. La tecnología nos ha permitido cambiar de escala. El Land Art trabaja con la escala del territorio tal cual como este aparece. En cambio, a mí me interesa más trabajar con la energía que sale de la tierra, a una escala mucho más pequeña, invisible. Trabajo con el territorio, pero a una escala diferente. 

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Lugar: Espacio Fundación Telefónica. Av. Arequipa 1155, Lima.  Temporada: hasta el 30 de julio. Horario: de mar. a sáb., de 10 a.m. a 8 p.m. Dom. 12 m. a 7 p.m. 

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