“Jugué de chico como rústico defensa. Ahora lo hago solo por mantenimiento”, dice Godos Cáceres (Lima, 1951 ). (Foto: USI)
“Jugué de chico como rústico defensa. Ahora lo hago solo por mantenimiento”, dice Godos Cáceres (Lima, 1951 ). (Foto: USI)
Jaime Bedoya

Perú no llega solo al Mundial. Llega con , su Virgilio color serio en este tránsito de infierno matemático a cielo futbolero. Y con Elejalder llega a Rusia su origen noble, Barrios Altos. Llegan sus viejos, robles con quinto de primaria que le enseñaron a este rústico defensa amateur la diferencia entre lo recto y lo torcido. Llegan Pocho, llega Artacho, llega un cuarto de pollo Hilton, llegan sus analepsis verbales y su críptico uso del Twitter. Llegan sus frotamientos vintage con la Cicciolina, calor humano que ayudó a mantener el espíritu enhiesto en estos largos y peores años. Llega Elejalder al Mundial; Rusia, recíbelo como se merece. Como lo haría la Cicciolina.

NACIMIENTO DEL GODISMO
"¡No seas baboso, el Señor está en los cielos!", le dijo al aire Tito 'El Tigre' Navarro a Elejalder Godos en su primer día en una cabina de radio. Godos había cometido el desliz de tratarlo de "señor".

Godos llegó ahí recomendado por Alberto Best, de quien se había vuelto datero. Entiéndase por esto aquel minero anónimo de la información menuda, mosca en la pared que mira todo y calla nada.

Para foguearlo, Navarro envió a Godos a la segunda división, ahí donde se forjan los incondicionales. A esos partidos cansinos y desprovistos de toda vistosidad técnica, rara vez iban los locutores. Una de esas ausencias le permitió a Godos debutar como narrador. Una vez lanzó un plato de tallarines por los aires al oír que la voz que narraría el encuentro no sería la de su admirado Óscar Artacho. Mientras recogía la pasta desparramada por los suelos, surgía la epifanía: su estilo tenía que ser único, nunca antes hecho. Por ejemplo, insuflarle una descarga adrenalínica al radioyente aletargado marcándole con locución potente el umbral último dónde se deciden los destinos:
–¡Cuaaaaareeeeenta minutos!

Nacían los godismos. Con su primer sueldo, Elejalder Godos le compró a su madre un televisor de esos que venían empotrados en un mueble, con puertitas.

Elejalder Godos (Foto: El Comercio)
Elejalder Godos (Foto: El Comercio)

MAESTRO POCHO
Ya cuajado, Godos llega a la sección deportes de "El Diario de Marka". Le inquietaba el sesgo político del medio, donde el avezado Paco Landa era jefe de redacción. Este marcaba su estilo editorial motivando a sus huestes con su lema de guerra:

–Quiero sangre.
Esto le significó a Elejalder un reportaje incómodo, contrario a su bonhomía. Anda y toma fotos de la casa de Perico León y compáralas con la casa de Pocho Rospigliosi, le dijeron. Godos, soldado de la noticia, procedió. Casi simultáneamente, Pocho lo mandaba llamar.

–¿Tú qué haces?, don Alfonso usaba las palabras con una simpleza brutal que podía confundirse con malcriadez.
–Don Pocho, nos hemos cruzado. Tengo 10 años en “Campeonísimo”. Soy narrador.
–Nunca te he oído nada.
–Bueno, estoy aquí porque me pidieron que viniese. Trabajo ya tengo.

Godos entró a “Ovación” en 1981. Tuvo que adaptarse al maníaco ritmo laboral de Pocho. Empezaba a las 6 a.m. en el hipódromo, acababa pasadas las 10 p.m. en alguno de los comederos favoritos de Rospigliosi. Usualmente, el templo del ave rostizada de Lince, el inigualable Pollos Hilton, paraíso avícola del canje.
–¿Qué hay para comer? ¡Pollos Hilton, qué placer!

OCHO MUNDIALES OCHO
Con hartos mundiales en su haber, Godos asevera que al acabar estos dejan un vacío en el alma, análogo a la tristeza poscoital. ¿A dónde se va tanto fútbol, tantas amistades, tantos sobresaltos por el equipo?

Milagrosamente grata fue su experiencia en el último Mundial al que asistiera, el de Brasil 2014. Elejalder Godos viajó sin credencial de prensa.

La impotencia de estar en un Mundial sin ver fútbol le hizo recordar un término que usaba su madre: mentiras piadosas. En Río de Janeiro, en la puerta del estadio, fingió un desmayo. Desde el suelo vio como los encargados se desesperaban y pedían asustados algo para aliviar la tensión de ese pobre hombre. Le cayeron dos entradas para el partido. En Sao Paulo, otro desmayo, dos entradas más.

Llegó la hora del partido final, Alemania versus Argentina, estadio Maracaná. Pero el cuento del soponcio ya no se lo compraba nadie. Entonces decidió retornar a sus raíces, al ratoneo menudo del datero. El día de la final, Elejalder Godos se bañó, vistió, perfumó y se instaló desde las 8:30 a.m. en el lobby del hotel Sofitel de Río. Él sabía que desde ahí partirían las personalidades VIP rumbo a la final esa tarde.

Deambulaba por la recepción con la mirada gacha, no fuera a hacer que a alguien se le hubiera caído una entrada. Entonces una opción étnica iluminó su ser. Al ver caminando rumbo al bus al ex seleccionado francés Lilian Thuram, abrió los brazos y lo saludó con un sonoro:
–¡Vamos pa’ Chincha, familia!

Thuram sonrió. Lo había reconocido. Era el mismo peruano que lo había entrevistado en Francia 98 utilizando esa misma frase, entrevista que, por cierto, salvo una espontánea empatía, el moreno deportista francés no había entendido nada.

Elejalder Godos (Foto: El Comercio)
Elejalder Godos (Foto: El Comercio)

Godos le expuso su caso. Thuram lo escuchaba con atención extralingüística. Godos no recuerda en qué idioma hablaron, pero llegaron a una misma conclusión: esto era un tema de racismo. Thuram le hizo una seña: espera. A su regreso, le entregó un sobre. Al abrirlo, Godos encontró una entrada VIP para la final de la Copa FIFA 2014. "Es más, esto es tuyo", dijo el francés, y le puso al cuello su credencial. Al ojo de un controlador desprevenido, el moreno de la foto era el moreno que portaba el documento. Elejalder se quebró. Y con los ojos anegados se fue a la final del Mundial.

LA CICCIOLINA
Italia 1990. Micky, hijo de Pocho, le dijo a Elejalder: "Vamos a hacer una nota distinta". El periodista recorrido ya sabe que tras ese adjetivo se puede esconder el ridículo o el riesgo. Godos eligió ambos a la vez. Se propuso entrevistar a Illona Staller –nombre de guerra: Cicciolina–, actriz porno italiana devenida en congresista de la República. Un destino natural.

Un día, en el centro de prensa, revisó el cuadro de comisiones. Colegas brasileños tenían entrevista con la actriz porno. "¡Yo también!", los abordó haciendo uso de otra mentira piadosa.

Godos y la Cicciolina (Foto: Difusión)
Godos y la Cicciolina (Foto: Difusión)

El grupo se apersonó en las oficinas congresales de la susodicha. El brasileño terminó su conversación y Elejalder inmediatamente se sentó sobre el sillón aún caliente al lado de la rubia. Ella clavó sus ojos azules en los del moreno y le agarró la cara con dulzura. "Qué bello peruviano".

El camarógrafo dijo: "Ya está, ¡vámonos!", sabiendo que lo suyo era una intrusión. Pero Godos acometió con una batería de interrogantes generalistas: ¿Qué opina de la mujer latinoamericana? ¿Cuál es su opinión de la mujer italiana? ¿Qué sabe de los países del Tercer Mundo? ¿Qué opina de Gorbachov, de Bush y de Fidel Castro?, etc.

La Cicciolina, fascinada con dicha conversación, le dijo: "Vamos a mi departamento". Godos sentía una trepidación próxima al gol. Subieron los tres a un ascensor. Se quiso sumar un mexicano y Godos le hizo el pare. Nadie más. En el trayecto vertical, la italiana seguía acariciando el rostro de Elejalder con simpatía rayana en la concupiscencia. Entonces, Godos se dispuso a concretar lo que él denominaría ponerle una bola al centro.

Antes de eso, se abrió la puerta del ascensor. La mamá de la Cicciolina esperaba del otro lado del umbral. Igual, la entrevista se daría con amplitud y entrega.

La interviú dejó huella en el periodismo metadeportivo peruano. Ayudó el que Micky Rospigliosi la vistiera con el pegajoso merengue de "Qué será lo que quiere el negro". En el colegio de su hija, María Auxiliadora, de monjas, le sugerían al señor Godos que se hiciera la prueba de Elisa. ¿Era necesaria tal medida extrema de salubridad? Godos se llevará el secreto a la tumba.

Lo que sí no se guarda más, y este nuevo Mundial es ocasión propicia para ventilarlo, es enviarle una salutación virtual con sabor a remember para su célebre entrevistada:

–@GodosElejalder Le agradezco a Dios y a @cciolina_uff la grata atención que me dio en dicha oportunidad, que terminó con una bajada de vestido y mostrándome sus dos pechos. Esto lo digo con todo respeto porque no lo hizo con NINGÚN otro periodista del mundo.

Proclamado el anterior mensaje, don Elejalder Godos cerró su maleta y partió a su octavo Mundial de fútbol. Cicciolina, usted dirá. Lo que un Mundial ha unido que no lo separe el hombre.

*La siguiente entrega, a cargo de Dante Trujillo, será el sábado 23 de junio.

Contenido sugerido

Contenido GEC