Mústiga se tomó cinco años en escribir "Nuevos salmos". (Foto: César Campos)
Mústiga se tomó cinco años en escribir "Nuevos salmos". (Foto: César Campos)

La vida de Juan Carlos Mústiga siempre estuvo dividida entre dos amores. El primero, por imposición: los libros que su tío Carlos le mandaba a leer como condición de salir a jugar. El segundo, por conexión pura: las playas de Chucuito, Cantolao, La Punta o La Herradura, esas que visitaba luego de sus horas de lectura.

Y es la dualidad entre la lectura y las aguas la que Mústiga ha volcado en su libro “Nuevos salmos. Los viejos y el mar”, un extraño y sorprendente híbrido en el que mezcla la clave testimonial, ensayística y hasta cierto vuelo poético. Una obra tan inclasificable como apasionada que se centra, sobre todo, en la caza submarina, actividad que practica hasta hoy. Mientras más agitado el mar, mejor. “No me gustan las aguas quietas. Prefiero toda masa de agua que parezca infinita, enérgica”, confiesa.

Frente a las aguas de San Bartolo posan el autor, Juan Carlos Mústiga, y Luis Alcázar Lizárraga, cómplice en la práctica de la caza submarina y colaborador en el libro.
Frente a las aguas de San Bartolo posan el autor, Juan Carlos Mústiga, y Luis Alcázar Lizárraga, cómplice en la práctica de la caza submarina y colaborador en el libro.

“Nuevos salmos” es, además, un muy sentido homenaje a la amistad. Escrito en colaboración con Luis Alcázar Lizárraga –cazador también–, el libro reflexiona sobre la comunidad formada por los “viejos hermanos del mar, la vieja y leal familia”. “Al ‘Gato’ [Lizárraga] lo invité a escribir porque sabía que, aunque escribiésemos sin contacto entre nosotros, él iba a contar la misma historia desde su punto de vista, y el hilo narrativo iba a ser el mismo”, señala Mústiga.

PÁGINAS DE ESPUMA
Así, han sido cinco años de escritura los que Mústiga ha dedicado a este libro. Intermitentes, sí, pero con la persistencia de quien se sumerge en el océano en busca de la presa anhelada. Y quizá recordando a aquellos que lo inspiraron, que son muchos: John Steinbeck y su descripción de mundos submarinos en California; Hemingway y sus clásicos “El viejo y el mar”, “Tener y no tener”, “Islas en el golfo”; el “Ultramarina” de Malcolm Lowry, el “Moby Dick” de Melville, las “Confesiones de un pescador mediocre” de Robert Hughes; los poemas con olor a mar de Charles Baudelaire.

Álcazar, Hernán Gómez Sánchez y Mústiga, en una fotografía tomada en Paracas, en 1980.
Álcazar, Hernán Gómez Sánchez y Mústiga, en una fotografía tomada en Paracas, en 1980.

Pero fue una obra menos conocida la que lo hizo morder el anzuelo último y definitivo. “Vi en el escaparate de la Librería Internacional en el Jirón de La Unión un librito escrito por el doctor Gilbert Doukan, médico y cazador submarino francés: ‘Guía práctica de pesca submarina’. Fue el libro más confiscado en mi niñez”, cuenta el autor.

Punto de partida para una afición que no ha cesado. “Ha sido un descubrimiento continuo, aunque me conozco casi todas las piedras del fondo marino”, ironiza Mústiga. Y desde la orilla del balneario de San Bartolo recuerda las pescas de tollos, loros, guitarras, rayas y pulpos, y “los amores platónicos que olían a bronceador y a cigarrillos rubios”. Porque de eso se construye su memoria acuática y de eso está hecho este libro enigmático y cambiante como el gran mar.

Título: “Nuevos salmos. Los viejos y el mar”. Autor: Juan Carlos Mústiga. Editorial: Arcadia. Páginas: 314.
Título: “Nuevos salmos. Los viejos y el mar”. Autor: Juan Carlos Mústiga. Editorial: Arcadia. Páginas: 314.

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