Nidia Bermejo como María Josefa. (Foto: Giuseppe Falla)
Nidia Bermejo como María Josefa. (Foto: Giuseppe Falla)

Cuando todavía era una niña, Nidia Bermejo prendió el televisor y vio una escena que la marcó: un alcalde era azotado por encapuchados y nadie hacía nada para detener el castigo. Eran épocas en las que el terrorismo azotaba al Perú y ella vio cómo las cosas se salían de control. En ese momento, Bermejo prometió que, de alguna manera, se encargaría de que eso nunca volviera a repetirse.

La oportunidad le llegó en el 2014, a través del teatro, cuando le ofrecieron ser parte de la obra “La cautiva” para interpretar a una niña que era víctima de la violencia durante la guerra contra el terrorismo. Hoy, casi tres años después de ello, Bermejo volverá a dar vida a ese personaje en la reposición que organiza el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM).

—¿Sientes que ese papel fue tu granito de arena para evitar que la historia se repita?
Me gustaría pensar que sí y ser optimista al respecto, pero a veces pierdo la fe en la humanidad. Lo de Odebrecht me quita la fe. Digo, ¿tendrá sentido todo esto? Sin embargo, trato de pensar en mí. Y si yo y quienes me rodean estamos bien, entonces he puesto mi granito de arena. Hago lo mejor que puedo con mi arte, con mis pensamientos, siendo buena ciudadana. Ya no pienso en cosas grandes.

—A tres años del primer montaje de “La cautiva”, ¿cómo ha cambiado María Josefa?
Ha crecido. Antes quizás era una secuencia que tenía en la cabeza y ahora ella es más pausada y juega más. Mi personalidad también ha cambiado. Soy más grande y he llegado a otras conclusiones.

—María Josefa pasa por una serie de eventos muy violentos que te deben afectar profundamente. ¿Cómo haces para no deprimirte?
Mi mejor mecanismo es no pensar en lo que va a pasar mañana, sino en el hoy. Felizmente la vida me ha dado esa oportunidad porque me dan mis horarios de grabaciones [de la serie “De vuelta al barrio”] 24 horas antes, así que no dispongo de mi tiempo. Además, tengo muchas actividades este año. Este mes, por ejemplo, estaré en “La cautiva” y en las películas “La hora final” y “Me haces bien”. Mi cabeza está ocupada. No pienso en nada más que en el trabajo y creo que es bueno porque me da frescura.

—¿Cómo te afectaba encarnar a María Josefa? ¿Llorabas tras cada función?
Terminaba con ganas de estar en casa y a veces no me daban ganas de hablar. Tenía sueños extraños en los que alguien me hablaba y yo solo le respondía “ahorita no, que tengo sueño”.

—¿Los que te hablaban tenían rostros?
Solo eran voces. Me acuerdo de que en Ayacucho, al terminar una función, dejé el vestido oreándose en la ventana y me fui a dormir. Sentía que había mucha bulla y yo les decía “un ratito, voy a descansar, me disculpan”; pero cuando abrí los ojos, no había nadie. Ahora ya no me pasa eso, pero igual tengo mucho respeto por la obra y creo que el LUM es el lugar ideal para montar “La cautiva”...

—Un lugar que acaba de ser centro de la polémica por la muestra “Resistencia visual 1992”. ¿Ya la viste?
Todavía no he tenido oportunidad, pero me parece raro. No sé cómo decirlo de otra forma. Tengo ideas, pero es que me parece muy extraño.

—¿La salida del director?
Todo, ¿sabes? Porque es lo que siempre se dice sobre Fujimori, solo que ahora se juntó en un lugar y explotó. Creo que estamos muy susceptibles. Me parece muy raro que le den tanta atención. No sé cómo decirlo... Es un tema que no me gustaría tocar porque todo lo que diga puede herir susceptibilidades.

—¿Sigue siendo María Josefa el personaje más importante de tu carrera?
Yo creo que sí. Sí, aún… [se queda pensativa]. Cuando anunciaron en Facebook que se repondría la obra, muchas personas la recomendaron y dijeron que querían volver a verla. Incluso, cuando aparezco como Felicitas en “De vuelta al barrio”, la gente me llama María Josefa. Yo creo que siempre estará en el recuerdo de alguien. Ojalá nadie lo olvide, me gusta. Me da orgullo, en todo caso.

—Escribiste “Este sol es falso” porque sentías que algo malo podía suceder en cualquier momento. ¿Sigues pensando así?
Escribí esa obra porque quería hablar sobre esa frustración constante y el sentimiento de abandono que sentía de mi país cuando era joven. Antes yo quería cambiar el mundo, luego me dije que de nada sirve a menos que uno cambie. Pero no, por ahora siento que no va a pasar nada malo y si sucede, ¡ya pues! ¡Qué voy a hacer! Si la gente vota por el peor presidente del mundo, yo seguiré viviendo y daré lo mejor de mí.

MÁS INFORMACIÓN
​Auditorio LUM
Bajada San Martín 151, Miraflores. Desde el 31 de agosto hasta el 25 de setiembre. De jueves a lunes, 8 p.m.; domingos, 7 p.m. Ingreso libre, capacidad limitada.

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