Gisella López Lenci

El pragmatismo ante todo, parece ser la consigna diplomática de Qatar. Si es necesario reunirse con Dios y con el diablo para ganar réditos y convertirse en un mediador indispensable en la geopolítica global, los qataríes están yendo por ello. Ya probaron el poder del ‘soft power’ con la organización del Mundial 2022, y ahora quieren demostrar que pueden desenredar uno de los conflictos más complejos del Medio Oriente.