Ilustración: Nadia Santos
Ilustración: Nadia Santos
Pedro Suárez Vértiz

Si todavía no han visto Piratas del Caribe: la venganza de Salazar y no quieren que les arruine la sorpresa, mejor dejen de leer este artículo. Pues al ya haberse estrenado en Lima, puedo comentar el detalle. Si llegaron a verla y son buenos observadores, habrán notado que en una corta escena aparece nada menos que Paul McCartney como tío de Jack Sparrow. A este tipo de detalles sorpresa en las películas se les llama cameo.

Un cameo se resume a la breve aparición de una persona famosa en una película. Se usa para jugar con la atención del espectador y dar algo más de qué hablar. Este fugaz personaje generalmente es el mismo director de la película. Alfred Hitchcock aparecía de la nada en todas sus películas como transeúnte. Era fácil detectarle por su barrigota y sombrero. Cuando es un personaje invitado a realizar el cameo, este ni siquiera figura en los créditos. Aparece y desaparece como si no tuviera relevancia, cuando intrínsecamente sí la tiene.
Siempre es una estrella –del cine o de la vida– que se convierte en un extra clave. Como en el caso de En busca de la felicidad, emotivo filme protagonizado por Will Smith y su hijo Jaden, que representa la sacrificada vida de Chris Gardner, conocido multimillonario corredor de bolsa. Esta celebridad aparece al final atravesando la calle que Will Smith y su hijo acaban de cruzar. Estos detalles, en el recuerdo, son para el público tan importantes como la trama misma.

Anteriormente, en esta misma saga de Piratas del Caribe apareció Keith Richards, de los Rolling Stones, también haciendo un cameo, pero más prolongado. Hizo dos veces del padre de Jack Sparrow. El director del filme confesó que el papel de McCartney era originalmente para Keith. Pero por complicaciones ajenas a la producción no se pudo lograr una tercera aparición del guitarrista. Entonces Johnny Depp le mando un mensaje de texto a McCartney como si de un pequeño favor se tratase, para luego concretar su colaboración. La escena empieza con Paul cantando. El resto me lo reservo.

Cameos como este hay muchos. En los dibujos animados son comunes. Los casos más conocidos están en Los Simpsons, donde la caricaturización de una persona famosa –y el uso de su voz real– es tan común que ya es una característica de la serie.

En La lista de Schindler, Steven Spielberg aparece al final del filme como un judío que acaba de escapar del holocausto. La razón de su propio involucramiento en la película viene de sus raíces judías, para identificarse con todas las víctimas que vivieron tremendo infierno. También sale en Vanilla Sky, Men in Black, Gremlins, The Blues Brothers, Jurassic Park 2 y otras.

El director Martin Scorsese hace lo mismo en sus películas. En Taxi Driver interpreta el breve papel de un pasajero psicópata que le cuenta al chofer –Robert De Niro– que va a matar a su esposa con una Magnum 44, especificando el arma para darle más drama y locura al personaje. Una muy buena actuación, muy por encima de lo que se habría esperado de un director. En Staying Alive, John Travolta está caminando por la ciudad y choca con un transeúnte que viene en sentido contrario. Este peatón es nada menos que Sylvester Stallone. La aparición de su rostro es de apenas un segundo, lo cual prueba que un cameo no tiene limite mínimo de tiempo. Stanley Kubrick no se queda atrás, pues en su emblemática película La naranja mecánica aparece como extra, leyendo una revista. También en Eyes Wide Shut, como un cliente más en una escena que toma lugar en un restaurante.
Como verán, los cameos terminan haciendo historia porque rompen la inercia de una película, genera impacto y consecuente comidilla. Estoy seguro de que, después de leer esta columna, todos los beatlemaniacos del país irán a ver hoy mismo la famosa franquicia de Disney.

Esta columna fue publicada el 3 de junio del 2017 en la revista Somos.