"¿Su presunta afición por grabar conversaciones con autoridades era una práctica cuyo objetivo era solo conservar su puesto o tenía un propósito mayor, como dañar gravemente al Gobierno con el propósito de precipitar su caída?" (Ilustración Giovanni Tazza)
"¿Su presunta afición por grabar conversaciones con autoridades era una práctica cuyo objetivo era solo conservar su puesto o tenía un propósito mayor, como dañar gravemente al Gobierno con el propósito de precipitar su caída?" (Ilustración Giovanni Tazza)
Alfredo Torres

Hay políticos cuya visión es construir y otros que prefieren trabar. El ex presidente Fernando Belaunde, por ejemplo, tenía un lema que lo pintaba de cuerpo entero: “Trabajar y dejar trabajar”, como recordó recientemente el congresista Alberto de Belaunde. Si estuviese vivo, seguro habría apoyado a su ex ministro Pedro Pablo Kuczynski en su empeño por sacar adelante una serie de proyectos mal diseñados durante el gobierno anterior, pero necesarios para el país. Le habría sorprendido que algunos integrantes del partido que fundó, Acción Popular, se opusieran con tanta vehemencia a tal empeño.

La intuición del arquitecto Belaunde en su época era que el país tenía un gran déficit de infraestructura y que, además, construir obras de gran envergadura tenía un impacto enorme en el desarrollo del Perú. Por lo tanto, era necesario hacer el mayor de los esfuerzos por sacarlas adelante. El razonamiento del economista Kuczynski y su denostado equipo tecnocrático, ahora, es el mismo. A cualquiera que haya escuchado el ¿último? audio difundido en el programa “Beto a saber”, le queda clarísimo que esa era la intención de Fernando Zavala cuando conversa con el todavía contralor Edgar Alarcón. Conversación en la cual, por lo demás, el primer ministro reitera argumentos que ya había declarado públicamente en diversas oportunidades.

La motivación del Gobierno por destrabar proyectos es obvia para cualquier persona con conocimientos básicos de economía: las grandes inversiones tienen un impacto directo en el empleo y la reducción de la pobreza. Apoyo Consultoría ha estimado que por cada punto de PBI se crean 140 mil empleos y salen de la pobreza 320 mil personas. Un político responsable no puede soslayar esa realidad. Cada vez que se paraliza un gran proyecto se dejan de crear muchos empleos y se condena a la pobreza a muchas familias.

Es absolutamente insólito que el contralor general de la República haya estado presuntamente grabando conversaciones con diversos ministros de Estado, una evidente práctica montesinista. Pero es igualmente inaudito que algunos políticos aprovechen estas grabaciones para acusar injustificadamente de supuestos lobbies a personas de reconocida trayectoria y persistir en su empeño ¿involuntario? por trabar el desarrollo del país.

Todo indica que Alarcón será destituido la próxima semana por una serie de inconductas inaceptables para su cargo, pero lo cierto es que los daños que ha causado son mucho mayores que las faltas que lo llevarán a la destitución. No solo motivó la censura o la renuncia de tres respetados ministros de este gobierno –Jaime Saavedra, Martín Vizcarra y Alfredo Thorne– sino que en esta última semana intentó embarrar a otros dos ministros de reconocida integridad (primero Marilú Martens y, finalmente, Fernando Zavala). El perjuicio no es solo para el Gobierno sino para el país en su conjunto, porque su artillería no solo se ha tumbado algunos ministros, sino que consigue paralizar al país al atemorizar a los funcionarios responsables de autorizar una inversión pública.

¿Actuó Alarcón solo o hay un titiritero detrás? Es decir, ¿su presunta afición por grabar conversaciones con autoridades era una práctica cuyo objetivo era solo conservar su puesto o tenía un propósito mayor, como dañar gravemente al Gobierno con el propósito de precipitar su caída? Si fuese lo segundo, el país estaría ante una situación de suma gravedad. Evidentemente, Alarcón sabe la verdad y quizá algún día la cuente, pero entretanto el comportamiento de los diversos sectores políticos puede dar algunos indicios de quiénes estarían detrás de ese despropósito.

Una caída del Gobierno –renuncia presidencial de por medio– llevaría a un adelanto de elecciones en el cual Fuerza Popular tendría una nueva oportunidad de triunfar, pero también otros partidos políticos tendrían la posibilidad de encarnar el antifujimorismo y llegar al poder. El país sufriría mucho en ese interregno, pero para políticos “puros”, cuya obsesión es el poder, porque hacen muy poco fuera de él, la expectativa de un adelanto de elecciones les resulta tremendamente atractiva.

El tratamiento del audio de Zavala en el Congreso puede dar indicios de quiénes están detrás de los audios de Alarcón. Pero igualmente importante va a ser observar el proceso para la selección del nuevo contralor. El Perú requiere una persona de gran prestigio para la posición, pero también que tenga el suficiente conocimiento técnico y criterio como para saber luchar contra la corrupción sin trabar el desarrollo. Cientos de miles de empleos están en juego.