Editorial El Comercio

Esta semana, se celebró la edición número 36 de Perumin en Arequipa. Se trata de un evento al que merece prestarle especial atención, pues gira en torno de uno de los sectores que más han abonado al crecimiento del país en las últimas dos décadas, que en un contexto en el que otros sectores (como la pesca o la agricultura) vienen sufriendo los estragos de los fenómenos climáticos se torna aún más importante, pero cuyas proyecciones para los próximos años, lamentablemente, no son nada halagüeñas.

Según explicó ayer en ese foro el presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Julio Velarde, este año la inversión minera en el país y el próximo volverá a hacerlo en 7,7%. Con esto, la inversión en el sector registrará tres años consecutivos de retroceso (recordemos que el año pasado el mismo indicador cayó en 5,5%), un panorama propiciado por la culminación de la fase de inversión del megaproyecto Quellaveco, en Moquegua, y por la ausencia de nuevos proyectos mineros de envergadura en el corto plazo.

En medio de este contexto, sin embargo, el Gobierno entró a una serie de contradicciones sobre la viabilidad de , un proyecto que desde el 2019 cuenta con aprobada, pero que aún no ha podido salir adelante por la resistencia de algunos ciudadanos que viven cerca de donde se erigiría la mina y –también hay que decirlo– por la desidia que las sucesivas gestiones han mostrado al respecto.

“Este es un proyecto muy importante para el país, los deseos que tenemos es que se realice, ya que genera mucho trabajo e inversión, pero eso tiene que ir acorde, como hemos dicho en nuestro mensaje, con el pueblo, que es el dueño del terreno”, afirmó el lunes el ministro de Energía y Minas, Óscar Vera. Al día siguiente, sin embargo, el jefe del Gabinete, Alberto Otárola, aseguró que, “sobre Tía María, del Gobierno en este momento, tienen que solucionarse por consenso los problemas que ha tenido esta inversión”, liquidando, al parecer, cualquier posibilidad de que el proyecto vea la luz pronto. Aunque luego el ministro Vera intentó hacer como si no hubiera habido ningún tipo de contradicción (“en el Gobierno estamos todos en línea”, sostuvo), es obvio que la hubo y que justamente son este tipo de mensajes los que no ayudan a atraer inversiones a nuestro país.

El Ejecutivo no debería descartar Tía María. Como se ha dicho antes, se trata de un proyecto que representa una inversión de US$1.400 millones, que en su etapa de construcción creará 3.600 puestos de trabajo directos y 5.000 indirectos, y que se estima que genere S/5.000 millones por concepto de canon y regalías que entrarían a las arcas de Arequipa. Esto, además, en un contexto en el que el precio internacional del cobre se mantiene alto y cuando nos acercamos de nuestra producción de este mineral el próximo año (con 2,8 millones de toneladas), luego del que se prevé una caída que, según la consultora Wood Mackenzie, permitirá que en los próximos años como segundo productor mundial de cobre.

El Gobierno debería esforzarse por trabajar con las comunidades aledañas al yacimiento minero y ayudar a absolver las dudas que estas legítimamente puedan tener. De eso es, precisamente, de lo que se trata gobernar. Sin embargo, la presidenta y sus ministros parecieran más preocupados por no hacer ningún movimiento que pudiera agitar las aguas, quizá conscientes de la precariedad que acompaña a esta administración desde sus inicios.

Ello, por supuesto, es una pésima noticia, pues si esta será la dinámica de este Gobierno hasta el 2026, solo queda esperar malas noticias en el frente minero y, por extensión, en el económico.

Editorial de El Comercio