"Si bien toda palabra es traducible, existen términos específicos, en algunos idiomas, para los cuales nosotros no tenemos uno equivalente". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Si bien toda palabra es traducible, existen términos específicos, en algunos idiomas, para los cuales nosotros no tenemos uno equivalente". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Patricia del Río

Si bien toda palabra es traducible, existen términos específicos, en algunos idiomas, para los cuales nosotros no tenemos uno equivalente. Por ejemplo, en japonés se usa ‘komorebi’ para referirse a ‘la luz que se filtra a través de las hojas de los árboles’. Nada más bello que levantar la mirada y ver cómo los rayos del sol aparecen insinuándose y escondiéndose. La diferencia está en que para referirnos a ese hecho nosotros tenemos que decirlo en una frase, mientras que a ellos les basta una palabra.

Leyendo el libro “Lost in Translation”, de Ella Sanders, descubrí que en distintas lenguas hay múltiples palabras que resultan utilísimas para describir nuestra realidad a veces tan opaca, tan poco creativa.

Pålegg’ se usa en noruego para designar cualquier cosa que le pongas al pan: mantequilla, jamón, embutidos, mermeladas, tocino, queso, aceitunas… Nuestro Congreso ya podría ir pensando en crear un término parecido cuando se trata de aprobar un proyecto de ley enviado por el Ejecutivo. Pasa por comisiones y cualquier cosa puede resultar de la cantidad de ingredientes caprichosos que le ponen. Entra una ley que busca aprobar la bicameralidad y sale otra en la que el presidente prácticamente no puede plantear una cuestión de confianza.

Tsundoku’ se usa en japonés para referirse al hecho de comprar un libro, no leerlo y dejarlo apilado sobre otros libros no leídos. El congresista César Segura, presidente de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, aplicó con entusiasmo el ‘tsundoku’ solo que en lugar de apilar libros se dedicó a acumular por meses los expedientes que le llegaban con las acusaciones contra el fiscal Chávarry.

Razliubit’, en ruso, es el ocaso del amor, un sentimiento agridulce, de decepción cuando miras a quien quisiste mucho. Término preciso para definir lo que siente la bancada ppkausa por el presidente Vizcarra.

Meráki’, en griego, significa entregarte con todo corazón a algo y hacerlo desde el alma. Imposible conocer el término y no asociarlo con los fiscales del equipo anticorrupción que están dejando el alma en el camino para lograr lo que se han propuesto.

Jayus’, en indonesio, se usa para referirse a un chiste tan malo que no te queda más que reírte. Buena parte de las denuncias enloquecidas de la congresista Yeni Vilcatoma encajarían perfectamente en este curioso concepto.

En yidis, se usa ‘shlimazel’ para referirse a alguien que siempre tiene (o da) mala suerte; ‘pisanzapra’, en malayo, es el tiempo que uno demora en comerse un plátano; ‘gurfa’ lo usan los árabes y quiere decir la cantidad de agua que cabe en la palma de una mano; ‘iktsuarpok’, en inuit, es el acto de salir varias veces a mirar si ya llegó aquel a quien estamos esperando…

Las lenguas están llenas de palabras bellas, curiosas, graciosas, tristes. Escojan ustedes las suyas, úsenlas y disfrútenlas. La vida es más entretenida cuando se la mira desde el cristal de otras culturas.