Nadine y Marisol, por Patricia del Río
Nadine y Marisol, por Patricia del Río
Patricia del Río

No es fácil hacer preguntas incómodas. Uno quiere plantear las cosas claras, pero sin ofender. Y entonces empiezan las contextualizaciones, los circunloquios, los intentos de que se entienda la pertinencia de la pregunta. Eso fue exactamente lo que hizo , hace dos meses, cuando entrevistaba a Rodrigo Arosemena, ex gerente de Antalsis, empresa vinculada a , beneficiada con más de 150 millones de soles por contratos con distintos gobiernos regionales. El señor Arosemena no solo había sido citado por ser ex gerente de la empresa que es materia central de esta investigación, sino porque era público que a inicios del gobierno fue cercano a la pareja presidencial. De hecho en el registro de visitas de Palacio figuran ocho entradas de Arosemena entre diciembre del 2012 y junio del 2013. Si Arosemena fuera un vendedor de enciclopedias, las entradas a Palacio no serían relevantes, pero a él se le conoce por sus actividades como gestor de intereses, es decir, como lobbista.

¿Había que preguntarle a Rodrigo Arosemena sobre sus vínculos con Palacio o la primera dama? Sí. ¿Era incómodo hacer la pregunta? Desgraciadamente sí, porque esta es una ciudad chismosa y maledicente que en algún momento quiso vincular sentimentalmente al guapo empresario y a la guapa primera dama. ¿Qué hizo Marisol Pérez Tello para no parecer impertinente? Trató de establecer que los chismes le importaban un pepino y deslindó con ellos en una sesión privada que nadie más que los que estaban en la sala debían escuchar. 

¿Cuál fue su pregunta? Textualmente dijo lo siguiente: “Gran parte de la situación que se ha generado en torno suyo es este rumor, que no voy a repetir, que, además, no tengo por qué, me parece indigno, impropio, pero en mi condición de mujer creo que las cosas hay que decirlas como son. Y toda esta maraña y falta de respeto a las mujeres en el Perú, porque se las inventa, porque finalmente lo que exista detrás del ejercicio público de la vida de una persona no tiene por qué importarle a nadie, es lo que tiene esta situación y genera todo este chisme ‘magalymedinero’, que se hace de un tema, para el que yo no me pienso prestar; pero sí quería preguntarle formalmente, le pido que entienda que el contexto de mi pregunta es ese: ¿en qué oportunidades y cuántas veces ha tenido usted una reunión o una actividad en común con la primera dama?”.

Me atrevería a decir que Marisol Pérez Tello pecó de cuidadosa, que en su intento de que el invitado no malinterpretara su pregunta le dio todo este rollo que nadie le pidió, que al final resultó poco apropiado; pero de ahí a sostener que le ha faltado el respeto a una mujer, y que buscaba dejar en actas que la primera dama es una puta no solo me parece una tergiversación absurda, sino una injusticia. En esta pregunta hay una mujer que intenta proteger a otra, que intenta dejar en claro que los chismes hacen daño y solo sirven para denigrarnos. Y lo dice en privado.

Si hoy sabemos del perverso chisme que todos deploramos no es por culpa de Marisol Pérez Tello sino por la , que salió a ventilar y descontextualizar la pregunta meses después. Más allá de cuán incómoda esté con la investigación que se le sigue y de los excesos que la comisión está incurriendo, hay ciertas cosas que no se hacen: tildar de inmoral, vendida y chismosa a otra mujer sin argumentos es una de ellas.