“A mí me importa un pepino la opinión de los politólogos”, dijo el presidente en una entrevista para Somos, hace una semana. Lástima, porque lo que le está pasando a PPK en este instante es, en esencia, un caso típico de la Ciencia Política. Cualquier alumno de esta carrera se lo podría explicar. De hecho, el politólogo Mauricio Zavaleta recordó esta semana que una situación exacta a la que está atravesando PPK ha sido estudiada, diseccionada, vista y revista hasta la saciedad.
Un estudio de Gabriel Negretto sobre ‘minority presidents’ (esto no necesita traducción, ¿verdad?) explica cuál es el escenario más potencialmente conflictivo en un régimen presidencial: el presidente sin capacidad de veto ni mayoría legislativa. A esto le llama ‘a congressional situation’ (que tampoco necesita traducción).
Un mandatario enfrentado a una situación parecida tiene dos salidas: 1. Ceder ante el poder del Congreso, lo que significa colocar en el Gabinete a miembros de la oposición. 2. ‘Baipasear’ al Parlamento, ya sea por la vía constitucional o saliéndose de ella. El caso extremo es, adivinaron, la disolución del Congreso.
De hecho, el estudio –basado en los gobiernos latinoamericanos de 1978 al 2003–, considera al Fujimori pre-92 y al Hugo Chávez pre-2000 como ejemplos de “congressional situations”.
¿Cuál ha sido el camino elegido por PPK? Todavía, ninguno. Su mensaje del martes le dejó toda la capacidad de acción a Keiko Fujimori. En resumen: “No estoy de acuerdo con esto que está haciendo el fujimorismo pero tampoco propondré nada para impedirlo”. Salió a decir lo que NO haría (cuestión de confianza) y no dijo si va a hacer algo. Una lavada de manos en cadena nacional.
Espontáneos traductores han querido ver aquí un gesto de “estadista”. Para ellos, al dejar todo en la cancha del fujimorismo, este se boicoteará electoralmente a sí mismo si censura a Saavedra –no solo el ministro más popular del Gabinete, sino el único por el cual han existido marchas a favor y que representa el supuesto reclamo popular de políticas educativas estables–. Esto es, por supuesto, de una inocencia candorosa. Las preocupaciones reales de la población –que el fujimorismo conoce bien– no están enfocadas en este juego de tronos. En mi barrio, a esto se le llamaba lío de blancos.
Pero PPK está en el centro de este lío. No puede darse el lujo de no jugar el juego. Eventualmente va a tener que optar por uno de los caminos que su escenario le ofrece. Pero, por un lado, no tiene ni la fuerza ni el coraje ni los aliados para ir al choque. Y, por otro, al fujimorismo definitivamente no le interesa ni le conviene un cogobierno formal. Fuerza Popular va a seguir desenvainando la espada, y ahora que han olido la sangre del enemigo con más razón. Irán por más. Hasta el final. Después de todo, Keiko –recordemos– prometió que no habría ningún candidato que se apellide Fujimori en el 2021. Pero no dijo nada del 2017.