(Ilustración: Mónica González)
(Ilustración: Mónica González)
Mario Ghibellini

En la cultura china, como se sabe, los años se establecen a partir de un calendario lunar y, en esa medida, su inicio no solo no coincide con el ‘occidental’, sino que, además, es variable. Así, mientras una vasta porción del mundo celebró la llegada del año nuevo en el momento de tránsito entre el 31 de diciembre y el 1 de enero, los tributarios de esa milenaria tradición lo harán recién el 16 de febrero. De alguna forma, sin embargo, el gobierno ppkausa, hasta hace poco frustrado alentador de destrabes, ha conseguido esta vez que el referido cambio de ciclo llegue para nosotros antes.

Esa puerta existe

El primer éxito en ese territorio lo obtuvo la actual administración en realidad con el indulto ‘express’ al ingeniero Fujimori. Y es solo como consecuencia de ello que ahora los peruanos asistimos a una anticipada culminación del ‘año del gallo’ –que no fue exactamente de pelea– y un precipitado inicio del ‘año del perro’.

Para ser sinceros, no obstante, hay que decir que todavía no queda claro si la etapa que empieza es la del perro, la del can o la del cancán. Porque diversos indicios sugieren que el presidente Kuczynski ha trocado en estos días su conocida danza de desafío a Terpsícore por otra de obscena complacencia con el fujimorismo. Y que, detrás de él, zapatea también una cuadrilla de cómplices de sus contumaces engaños.

Los ministros y congresistas que se sintieron timados con aquello de “no he tenido relación profesional ni comercial con las constructoras brasileñas” o “el gobierno de Peruanos por el Kambio no negocia indultos” han renunciado al gabinete o a la bancada oficialista demostrando que, no importa cuán dulce sea el poder, esa puerta existe. Otros, en cambio, que hasta llegaron a ser instrumentos de la propagación de esos embustes, han carraspeado apenas mientras deglutían el sapo y ahora anuncian alborozados que el mandatario les ha ‘renovado la confianza’ (cuando el ejercicio que haría falta es más bien el inverso) y se disponen a dispensar venias, en el Ejecutivo o en el Congreso, a las pelonas y pelones contra los que hace un año y medio llamaron a votar.

Allá ellos, que con su pan se lo coman, tratando inútilmente de mejorar el sabor de tan indigesto bocado. El problema, sin embargo, es que nos han arrastrado a todos en el brusco advenimiento de este nuevo ciclo. Y ahora, por el tiempo que dure este gobierno, tendremos que vivir pendientes de los oráculos de Kenji en el tuit o, peor aún, de sus polémicas con la líder del naciente partido que sin duda se llamará el PLOP.

Eso sí que será una tortura acorde con los tiempos que se inician.

Esta columna fue publicada el 30 de diciembre del 2017 en la revista Somos.