La cantautora peruana Giovanna Núnez, La Lá, heredó del ilustrador y escultor su pasión por las artes. (Foto: Omar Lucas)
La cantautora peruana Giovanna Núnez, La Lá, heredó del ilustrador y escultor su pasión por las artes. (Foto: Omar Lucas)

necesita ver a su papá para estar contenta. Necesita jugar con su pelo, aunque a él no le guste. Fastidiarlo, repetir sus lisuras, celebrar sus bromas. Cuidar que no se destapen sin un buen motivo los costosos chisguetes de acuarelas que últimamente ha estado utilizando en su taller. La Lá necesita ser modelo, como lo ha sido desde que tiene memoria, de gestos y posiciones para que él pueda culminar sus extraordinarias ilustraciones, caricaturas y esculturas. Necesita verlo consentir a Matías (11) y Amara (1 año, 7 meses), sus dos crías; y ‘chochear’ a Maga, la perrita chusca y noble que salvaron un día de la calle. La Lá necesita de él tanto como si no fuera suficiente todo lo que de él ya tiene, incluidas la sensibilidad y la vocación por el arte, aquellas que le permiten componer y cantar hoy como pocas. De ahí que en una nueva aventura creativa, literaria esta vez, ella haya querido ir también de su mano, como cuando estaba chiquita e iban a comprar cuentos rusos. Entonces era la niña de sus ojos. Ah, vaya que lo sigue siendo.

¡Apagón! (Álbum Bicolor, 2018) es el título del libro para niños que Giovanna (La Lá) y han creado juntos. El dúo es poderoso, no solo por el cariño profundo en el que se sostiene, sino por el background profesional de cada uno. Ella es reconocida por la crítica especializada como la cantautora limeña más importante del momento (algunos, incluso, han llegado a decir que es una nueva y joven versión de la gran Chabuca Granda). Sus dos discos, Rosa (2014) y Zamba puta (2018), han destacado en listas en el Perú y el extranjero, y a los 36 años ya ha compartido escenario con Julieta Venegas, Gepe, Susana Baca, Manuelcha Prado y Kevin Johansen. Él, por otro lado, es un reconocido ilustrador, caricaturista político y escultor con décadas de trayectoria en el mundo del periodismo y la plástica nacional. 

La historia, pues, da cuenta de los juegos y travesuras de dos hermanos durante la ocurrencia de apagones en casa y está inspirada en la misma infancia de La Lá durante la década de los 80. “A mí me convocó Luisa Fernanda Arries, la editora del libro. Ella escuchaba mi música y pensó que yo podía escribir un cuento para niños. Le dije: ‘¿Yo? Te has equivocado de persona, solo escribo canciones’. Ella confió e insistió y me dio esta oportunidad. Pensamos inmediatamente que papá debía ilustrarlo. Él es el mejor”, cuenta la artista.  

La empresa no era sencilla, continúa, porque el texto debía fundarse en una temática peruana. “Me puse a buscar en los recuerdos de mi niñez y mi país y el más vívido es el de los apagones ocasionados por el terrorismo. Curiosamente, tal vez protegida por mi misma inocencia y por mis padres, no rememoro aquellas noches sin luz con miedo. De lo que yo más me acuerdo es de cómo jugaba y lo bien que la pasaba con mi hermano mayor, Alonso. Amparados en la oscuridad, se nos disparaba la imaginación. Nos divertíamos como chanchos sin que los adultos nos estuvieran viendo. A la editorial le encantó la idea”. 

De luces y sombras
Para Alonso, el desafío fue superior. No tiene reparo en contar, de hecho, que este ha sido el trabajo más difícil que le ha tocado hacer jamás.  

“El proyecto, hermoso como es, ha sido un mochilón para mí por varios motivos. Primero, porque es la primera vez que hago algo para niños. Yo siempre he vivido un mundo oscuro, interpretando y dibujando gente vieja y mala como los políticos. En segundo lugar, porque resultó complejo escoger la técnica (optó por el soporte de dibujo sólido y colores suaves). Y en tercer lugar, porque he tenido que rebuscar en mi memoria cómo eran ellos de pequeños. La niña en ¡Apagón! es una mezcla de La Lá y de mi nieta Amara. Y el niño, un híbrido entre mi hijo Alonso y mi nieto Matías. Yo mismo aparezco en el cuento. Soy el papá, el abuelo”, narra. Luego, él y su hija bromean sobre la anatomía de los dibujos. Sobre las cabelleras rulosas y las frentes amplias, que son como el trademark de los Núñez. 

Alonso finaliza diciendo, por supuesto, que a pesar de los retos del proyecto está encantado de participar en él: “Pasar de lo oscuro a algo brillante, limpio, alegre, transparente, tierno, vale todo el esfuerzo. Además, todo lo que hace mi hija me encanta, me sorprende, me conmueve. Cómo no acompañarla en el camino como lo he intentado hacer siempre”. Llegó la luz. 

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