Pedro Suárez Vértiz murióa los 54 años en su casa en Miraflores (Foto: Pedro Suárez Vértiz  / Facebook)
Pedro Suárez Vértiz murióa los 54 años en su casa en Miraflores (Foto: Pedro Suárez Vértiz / Facebook)
Oscar García

En la década de los 80, la escena del rock peruano se asemejaba a un campo de batalla, dividida en al menos dos facciones con posturas, visiones y éticas aparentemente irreconciliables. Por un lado, estaban los músicos denominados “subterráneos”, quienes priorizaban la expresión musical auténtica por encima de la destreza instrumental. Del otro lado, se encontraba el denominado “rock comercial”, representado por grupos que, influenciados por el auge del rock argentino, buscaban obtener un reconocimiento similar en las emisoras de radio. En medio de ese supuesto conflicto entre los “lisurientos” y los “pacharacos”, emergió Pedro Suárez-Vértiz con Arena Hash, con una propuesta pop que, al menos en un momento, resultaba moderna y desconcertante.

Aunque muchos recuerdan al grupo por sus primeros sencillos de 1988 como “” y “”, Arena Hash ya había despertado interés algunos años antes, con su primera canción, la cual estaba muy distante de su estilo más reconocido. Ese primer tema suyo se tituló “Difamación” (1985) y, según palabras de Arturo Pomar Jr., su baterista, pertenecía a la etapa en la que hacían “heavy metal”. Tanto Pedro como su hermano Patricio y Pomar (Christian Meier aún no se unía al grupo) todavía estaban en el colegio cuando crearon este tema juvenil, pesado y machacón, con un riff de guitarra que remite a las bandas setenteras de hard rock. Fue un moderado éxito en radios de recortado alcance, como Doble Nueve. Aun persiste en YouTube como la primera expresión del grupo, casi como una curiosidad, pero está lejos de representar lo que eventualmente iban lograr.

Cuando las canciones de Pedro Suárez-Vértiz encontraron a un productor que las perfeccionó, su música comenzó a cobrar sentido y a generar un atractivo masivo. Ese mérito se le atribuye al productor Manuel Garrido Lecca, quien tomó los temas de Pedro y los refinó hasta hacerlos tan irresistibles que el éxito parecía seguro. Como contaba Arturo Pomar Jr. en una entrevista para Somos, el grupo grabó su primer disco sin haber tocado nunca ante el público. Esa era la seguridad que tenían en los temas de su compositor, Pedro, y fue lo que vio la disquera CBS, que les extendió un contrato. De ese primer disco se destaca “Stress” y especialmente “El Kangrejo (Sacudía)”, que quizá incluya el primer fraseo de rap grabado por un artista local. Hay algo que aun hoy se siente muy de avanzada en ese tema: las voces presentan variaciones de velocidad y las guitarras suenan funky y sucias, la batería parece que se esta desplomando por las escaleras, mientras que el bajo te atrapa con un toque casi robótico. El hecho de que “El Kangrejo” haya tenido acogida en radios a pesar de su decidida rareza es una muestra de que a veces los milagros suceden.

Pedro Suárez-Vértiz y Arena Hash disfrutaron de un gran suceso, pero convivieron con dudas por parte de la prensa, la cual siempre resaltaba el factor de sus “caras bonitas” y el hecho de que dos de ellos tuvieran padres famosos (Meier, hijo de una Miss Universo; el padre de Pomar, un conocido relator de noticias). Las sospechas hacia ellos se intensificaban cuando se notaba el elaborado trabajo de imagen de la banda. Desde el principio, el grupo fue consciente de que deseaba entrar por los oídos como por los ojos. Para estos estudiantes del colegio María Reyna, era tan importante sonar bien como lucir bien. La búsqueda en tiendas de ropa y el uso de maquillaje eran prácticas habituales en el mundo el pop anglosajón, pero poco comunes en la siempre gris Lima. Ese elemento frívolo aportaba una capa de modernidad al grupo, la cual, aún así, era resistida por buena parte de la prensa de la generación anterior. Pero el público joven lo entendió.

Las influencias musicales de Suárez-Vértiz siempre fueron evidentes y confesas. Sus dos grandes amores eran los Beatles y los Rolling Stones, siendo estos últimos objeto de su devoción más profunda. Su habilidad con la guitarra rítmica, subestimada por la crítica pero no para los oídos atentos, revela su admiración por el estilo shuffle de Keith Richards, especialmente durante la época setentera de la banda inglesa. Canciones como “Globo de Gas”, de su debut solista de 1992, ilustran este punto, al igual que “A ese infierno no voy a volver”. Esta última canción formó parte del segundo disco de Arena Hash, lanzado en cassette en 1991 después de los tumultuosos años 80, y marcaría la despedida del grupo, que un año después se separó, tras un intento fallido de internacionalización.

Ese verano de 1991, Pedro y Arena Hash lograron colocar dos singles en las radios peruanas: “El rey del ah ah ah” y el atemporal sencillo “Y es que sucede así”, que posee una línea de bajo memorable. Hasta el día de hoy se pueden ver en YouTube a decenas de jóvenes bajistas tratando de replicarla. Según reveló Patricio Suárez-Vértiz hace unos meses en una entrevista para Somos, esta línea de bajo tipo walking, fue idea de Pedro. “En las canciones de mi hermano, él mismo hacía sus arreglos. Era como un acuerdo que teníamos. Entonces él me los enseñaba y yo tenía que aprenderlos. Este era un bajo muy al estilo de Paul McCartney, muy melódico pero muy complicado de tocar. Recuerdo que le dije a Pedro, “Oye, ¿por qué tiene tantas notas?”.

El universo lírico de Pedro Suárez-Vértiz, ya convertido en una máquina de hacer hits en los años 90, también experimentó cambios con el tiempo. Desde sus inicios, con canciones como “Me resfrié en Brasil”, el músico parecía obsesionado por el tema del sexo y el potencial erótico de prácticamente todo lo que lo rodeaba. Solía cantar sobre pasiones furtivas y aventuras desenfrenadas de una noche en éxitos como “Los globos del cielo”, “Mi auto era una rana”, “El tren sexual” y “Me estoy enamorando”. Estos goces sicalípticos fueron cediendo con el tiempo a la culpa (”Un vino, una cerveza”) y a una pesada moralina como la que destila la canción “Degeneración Actual”, de su tercer disco solista.

Su otra gran pasión era el tópico romántico, exhibido en la mayoría de las baladas que consiguió rankear (”Me elevé”, “No pensé que era amor”). A medida que avanzaba en su carrera en solitario, se animó por explorar nuevos discursos. En su álbum “Talk Show” abordó el problema de la migración. Su último disco de estudio, “Amazonas”, lo mostró explorando temáticas relacionadas con el medio ambiente y la conciencia social, con canciones sobre la contaminación, entre otros aspectos. El disco apareció en medio de la vorágine del pop latino, cuando el sonido de Colombia y el dembow caribeño empezaban a marcar la pauta de lo comercialmente atractivo. Aunque no fue el disco más influyente del músico ni el que más vendió, permanece como un esforzado intento por desmarcarse de su estilo previo. Aunque su última obra pudiera no haber sido la más aclamada, resonará como un intento por desafiarse a sí mismo y explorar nuevas sendas musicales. Dos años después, el silencio abrazó la figura del artista. //

Temas destacados de Pedro Suárez-Vértiz

1. China Wife (Degeneración Actual, 1999)

Un momento estelar en la obra de Pedro, posiblemente en su mejor hora, es “China Wife”, un hipnótico instrumental grabado en un piano electrónico (¿será un Fender Rhoades?). Parece una melodía infantil un toque siniestra.

2. Globo de gas (No existen técnicas para olvidar, 1993)

Acaso el tema más rollingstoniano de Suárez-Vértiz, con esos riff blueseros al estilo de Keith Richards y su batería maquinal tipo Charlie Watts. Se encuentra entre los mejores momentos de su debut solista.

3. Cómo te va mi amor (El Rey del Ah Ah Ah, 1991)

El músico peruano hizo todo lo posible para convertir en éxito estaba balada de casi seis minutos y dos partes diferenciadas. Aunque tuvo rotación no consiguió escalar, lo que no es un demérito para uno de los temas mas atmósfericos de Suárez-Vértiz.

4. Nadia (”Amazonas”, 2009)

Uno de sus últimos singles antes de perder la voz fue este medio tiempo en el que se acompaña por la voz de Juan Diego Flórez.

5. Y es que sucede así (”El Rey del Ah Ah Ah”, 1991)

Suárez-Vértiz da en la diana con este efectivo ejercicio de nostalgia y storytelling. Si la melodía y ese bajo no te atrapan, lo hará su relato sobre el reencuentro con un amor del colegio.



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