Era la mañana del lunes 2 de agosto de 1948, cuando El Comercio recibió la noticia de la hazaña de Edwin Vásquez en los Juegos Olímpicos de Londres. El tirador peruano había logrado la medalla de oro en la disciplina de tiro con pistola libre a una distancia de 50 metros. El deportista hizo 545 puntos de un total de 600. Así superó al estadounidense Huelet Brenner, al suizo Rudolf Schnyder y al famoso sueco Torsten Ullman, ganador en los JJ.OO. de Berlín en 1936 y cuatro veces campeón mundial. Los tres quedaron empatados en segundo lugar con 539 puntos.
Esta proeza convirtió a Vásquez en el primer peruano en lograr una presea dorada olímpica. También hizo que nuestro país se convirtiera en la primera nación sudamericana en llegar a la cima del podio en la competición inglesa. Minutos después del suceso, un cronista del diario Decano se comunicó por teléfono con Elsa, hermana del deportista. Ella confesó que siempre confió en la victoria: “He seguido sus actividades en el tiro, deporte por el que toda nuestra familia tiene gran afición y sabía de sus progresos”.
Luego, el reportero entrevistó a Gonzalo Vásquez, padre del nuevo oro olímpico, en la Base Aérea de la Palmas, en Surco. El militar se enteró de la noticia por el periodista. En ese momento, lo abrazó de emoción y confesó que él mismo había preparado a su hijo con “toda su experiencia” en esa disciplina.
Primeras impresiones
La tarde del 4 de agosto de 1948, El Comercio conversó, vía telefónica, con Edwin Vásquez. El nuevo campeón olímpico dio sus primeras impresiones sobre la competencia: “A pesar que por primera vez competía con tiradores de fama mundial, entre los que se contaba el famoso Ullmann, de Suecia, yo me encontraba perfectamente tranquilo, sin el menor asomo de nervios, dispuesto a luchar con mis contenedores hasta quemar el último cartucho, como Bolognesi”.
Luego, confesó por qué bajó su rendimiento en la segunda serie: “En la primera serie el tiempo fue excelente y alumbró un magnifico sol. Al comenzar la segunda, el campo se oscureció y fue difícil la perfecta visibilidad del Bull, razón por la cual no solamente yo sino todos los concursantes bajaron en el puntaje. En la última serie, comenzó a llover fuertemente, lo que afectó por segunda vez a todos los tiradores. Esta es la causa por la que hice 80 puntos en la segunda serie”, dijo Vásquez.
El tirador peruano también explicó que tuvo la desventaja de utilizar un arma prestada: “Las armas de mis adversarios eran superiores desde todo punto de vista a la que emplee”. Después, mandó un afectuoso saludo a todos los peruanos, a su padre y a su familia. Con todos ellos se encontraría semanas después en la capital limeña.
Llegada al país con la delegación olímpica
La madrugada del 22 de agosto de 1948, cientos de personas abarrotaron todas las salas disponibles del aeropuerto de Limatambo. Deportistas, familiares y funcionarios de los clubes de tiro llegaron hasta el lugar. Varias banderas y gallardetes con los colores nacionales adornaban el recinto. Un inmenso letrero con el nombre del tirador era la entrada de bienvenida para el nuevo campeón. En la pista de aterrizaje, la banda de la Guardia Republicana (GR) esperaba la llegada de la delegación olímpica.
A las 12 y 43 de la madrugada, el avión aterrizó frente a la sala principal del terminal aéreo. Al abrirse la puerta de la nave, el primero que apareció fue Edwin Vásquez. En ese momento, la banda de músicos de la GR entonó el Himno Nacional. El público enloqueció y empezó a aclamar al nuevo héroe. Después, el deportista descendió y abrazó a su padre. Luego, fue felicitado por el director general de Tiro Nacional, el presidente del Comité Nacional de Deportes y otros altos funcionarios. El campeón olímpico había llegado.
Declaraciones para El Comercio
Tras los saludos, Edwin Vásquez fue abordado por el público que se metió hasta la pista de aterrizaje. Un gran grupo de personas lo levantó en hombros. Luego, familiares y amigos se le acercaron para estrecharle la mano. Todos querían estar cerca del nuevo ídolo.
Instantes después, el tirador declaró para este diario: “Sin jactancias, siempre me tuve fe. Creo que pocas veces habré estado más sereno, quizá más imperturbable que en aquella ocasión. Podría decir, que desde el primer disparo, tuve la segura impresión de que me hallaba en uno de mis mejores momentos”. Luego, la conversación se interrumpió por el asedio de la multitud.
Después de recibir los saludos de varias personas, el deportista explicó cuál fue su motivación durante la competencia: “Quizá el hallarnos más lejos que ellos de la patria, obró en una firme determinación de salir airoso”. También contó que siempre se sintió cómodo durante su participación en el Campo de Bisley.
Finalmente, Vásquez reveló la primera sensación que tuvo al obtener la medalla de oro. “Bien, no se produjo de golpe. Me fui dando cuenta de él lamentablemente, a través de las dificultades que se presentaron para todos. Pero cuando el triunfo fue definitivo, la sensación fue distinta. Casi no puede explicarse. Es como un aturdimiento pasajero, instantáneo. Y luego la reacción que produce las felicitaciones de los demás. Pero por encima de todo ello, la sensación de saber que se ha dado a la patria un triunfo olímpico, es algo inenarrable (indenoscriptible). Para mí, es la mayor satisfacción que pueda haber sentido y para que ella vuelva a darse, será preciso que en otra olimpiada mis disparos vuelvan a ser más certeros que los ajenos”, dijo el tirador.
Homenajes en todos lados
Tras la conversación, Vásquez tomó un vehículo que lo llevó junto a su familia hasta su lugar de hospedaje. Al día siguiente, el 23 de agosto, el deportista fue ovacionado por una multitud durante el partido entre Universitario de Deportes y Sporting Tabaco, disputado en el Estadio Nacional. El clamor de la gente creció cuando el tirador fue paseado en hombros por la pista atlética del coloso limeño.
Días después, el 30 de agosto, la Sociedad de Tiro del Perú y las Sociedades de Tiro de Lima y alrededores, ofrecieron un almuerzo para la delegación olímpica de su disciplina. Esa mañana, todos los atletas peruanos que participaron en los Juegos Olímpicos fueron homenajeados en el Estadio Nacional aprovechando los 25 años de la inauguración del recinto donado por el gobierno británico. Durante la ceremonia, Edwin Vásquez y Daniel Carpio fueron los más aclamados por el público. Ambos encabezaron la escolta de honor de la expedición peruana que participó en Londres.
Luego, el embajador de Gran Bretaña en el Perú, Walter Roberts, entregó a Vásquez y Carpio dos objetos de plata como reconocimiento a sus hazañas. Esa noche, el Comité Nacional de Deportes terminó los homenajes ofreciendo una cena para toda la expedición olímpica peruana en el restaurante Maury, en el Centro de Lima.