Durante 23 años, Rómulo Flores condujo el noticiero “El momento”, en radio Miraflores. Fue uno de los pioneros en comentar la noticia y no solo leerla. Además compartió cámaras con Arturo Pomar en canal 4 y fue reportero en canal 7 durante los años 80. La entrevista que reproducimos a continuación fue realizada en 2013 durante una de sus visitas a Lima. Hasta siempre don Rómulo.
Rómulo Flores Campaña está orgulloso de haber roto el esquema del locutor que solo lee noticias por aquel que comenta el hecho noticioso y aporta su experiencia. Hoy radica en Estados Unidos, pero sus recuerdos están en las cabinas radiales del Perú.
En su adolescencia, trabajó con un ebanista que lo llevó a Radio Magdalena. Allí vio por primera vez a “un señor de camisa blanca muy bien puesto hablando frente a un micrófono”. A partir de ese momento, decidió que su futuro estaba en la radio.
— ¿Cómo se preparó para ser locutor en tiempos donde no habían institutos?
Me preparé durante cinco meses en Radio Luz. Un amigo era operador y me dejaba ir por las noches para practicar. Leía periódicos y grababa mi voz. Estas grabaciones las escuchaba un locutor que me corregía y daba pautas. Al poco tiempo entré a Radio Reloj en el horario de la mañana.
— ¿Radio Reloj fue su semillero?
Exacto. No había interrupciones. El micrófono siempre estaba abierto. Nosotros leíamos los comerciales de té Sabú, café Cafetal. Así perdíamos el miedo al micrófono.
— ¿Un locutor puede ser tímido?
Claro. Uno está hablando para otros. Había cierto nerviosismo.
— ¿Qué temas se trataban en la radio de esa época?
La noticia política encabezaba los programas. Ahora es al revés: la muerte siempre está en pantalla.
— ¿Comentaban noticias de farándula?
Se trataba muy poco ese tipo de noticias. Si un cantante famoso se presentaba en Lima hacíamos un breve comentario.
— ¿Por qué cree que tienen tanta tribuna?
Al público no le interesa la política.
— Usted es muy recordado por ser una de las voces de “El Momento” de Radio Miraflores.
Desde un inicio Radio Miraflores solo tenía programas musicales. Comenzó a emitir un noticiero porque así lo exigía el gobierno militar. Me dieron un espacio de 6:00 a 6:30 a.m. En “El momento”, comentaba las principales noticias de diarios como El Comercio. Luego me acompañaron en la conducción mis colegas y amigos Pedro Roncallo y Enrique Llamosas. El programa amplió su horario de 6:00 a.m. a 9:00 a.m. teníamos entrevistas en vivo, espacios de la BBC de Londres y la Voz de América.
— ¿El noticiero era una conversación de amigos?
Éramos tres amigos de la misma edad que compartían con el público sus experiencias de vida. Nos llamaban Los tres Mosqueteros y Los Panchos.
— ¿Habían llamadas del público?
Solo si proponían algo interesante las sacábamos al aire.
— ¿Qué anécdotas recuerda de su paso por la radio?
Cuando trabajaba en Radio Reloj, tuve la llamada de una señorita que me pedía música, pero allí solo se leía noticias. Había un micrófono, dos locutores y dos redactores nada más. Esa llamada entró a las 10:30 de la noche. “Por favor, ¿por qué no nos pone música?”, me dijo. Le respondí: “Esta es una emisora de noticias, tiene que llamar a otra radio”, y le colgué. Al minuto volvió a llamar y me increpó que había sido descortés al cortar su llamada. Recuerdo que le dije que estaba interrumpiendo mi trabajo. Tiempo después aquella mujer sería mi esposa.
— La radio le trajo al amor de su vida...
Sí. Ahora las parejas se conocen a través de internet…
— ¿Usted conoció a Pérez de Cuéllar?
En esa época trabajaba en Canal 7. Viajé a Nueva York sin mis credenciales. Conversando con uno de los colegas de prensa, logré que me dieran otra cita para el día siguiente. Al reunirme con Javier Pérez de Cuéllar me dijo: “¿Cómo está? ¿Se vino en paracaídas?”.
— ¿A qué se debió este trato tan amigable?
Cuando lo nominaron para secretario general de la ONU fui el primero en entrevistarlo en su casa. Él estaba con su esposa. La nota curiosa fue que le cambié el nombre a la señora Marcela por otro. Él es muy bromista. Con esta referencia pude entrevistarlo sin los documentos.
— Usted tenía un negocio muy conocido en el puente Villena, se llamaba el Sunset.
Sí. vendíamos artesanías a los turistas.
— ¿Cómo se le ocurre esta idea?
Cuando viajé a Miami, vi que tenían sitios de atención al turista donde vendían souvenirs. Se me ocurrió hacer lo mismo en Miraflores. Puse un stand de servicio al turista e información al costado del puente Villena. Al día venían hasta cuatro buses de turistas. Luego construimos un puesto de cemento. Estuvimos desde 1987 a 1995. Este negocio lo hice pensando en mi esposa porque es muy buena vendedora.
Entrevista publicada en la sección Posdata de la edición impresa de El Comercio del 18 de marzo de 2013.
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