Investigadores del Programa de Recuperación de la Cotorra Puertorriqueña anunciaron que estiman que esta especie en peligro de extinción se encamina a su recuperación.
El grupo de expertos, que ha trabajado más de 42 años en este proyecto, ha descubierto que una pareja de la cotorra nativa puertorriqueña produjo un nido activo en una cavidad natural en el Bosque de Río Abajo en Arecibo, ciudad al norte de la isla caribeña.
La cotorra puertorriqueña (amazona vittata) es pequeña, luce un borde blanco alrededor de los ojos y una franja roja sobre el pico.
Llamada por los aborígenes taínos como Iguaca, la cotorra boricua anida de enero a junio y escoge los huecos en los árboles maduros para poner de dos a cuatro huevos.
La secretaria del Departamento Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico, Carmen Guerrero Pérez, dijo que el descubrimiento se logró tras casi medio siglo de arduo trabajo, investigaciones científicas y establecer leyes locales y federales de protección a la cotorra puertorriqueña.
El hecho de que estas cotorras anidaran sin asistencia humana es una de las evidencias más claras de que nuestra amazona vittata, como se le conoce científicamente, se encamine a reproducirse de manera natural, sostuvo Guerrero Pérez.
ESPECIE PROTEGIDA La secretaria Guerrero Pérez dijo que leyes locales y estadounidenses imponen como delito grave y menos grave los daños a esta especie, lo que genera multas ascendentes de entre 5.000 hasta 50.000 dólares y pena de cárcel desde 90 días hasta 3 años, o ambas penas dependiendo de las violaciones.
Los investigadores dijeron, además, que han establecido que las cotorras se han comenzado a dispersar a nuevas áreas y han sido avistadas en cuatro pueblos de la isla que quedan a más de 30 kilómetros de distancia desde su liberación en el Bosque de Río Abajo.
Sin embargo, esto no significa que hayan establecido su hábitat en esos lugares. Estos datos son muestras adicionales de adaptabilidad de la cotorra puertorriqueña, afirmó Guerrero Pérez.
Añadió que se conocía que población de cotorras silvestres en la isla era de entre 64 a 112, pero conocían de al menos otras 48, aunque dijo que ese número podría ser mayor porque se dispersan a nuevas áreas y se reproducen.
El descubrimiento ayudará a diseñar estrategias de conservación a nivel paisajista, que a su vez benefician a cientos de otras especies amenazadas, al agua, al suelo y a los habitantes de la isla.