El campeón reinante habla nuestro idioma y así espera volver a entenderse también con las dunas del desierto peruano. Ganador de la edición pasada del Dakar, Carlos Sainz apunta a repetir el éxito en la prueba que se correrá solo en territorio nacional.
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—¿Qué sensaciones tienes de este nuevo Dakar?Contento de estar acá defendiendo el título en una historia nueva, en un coche nuevo, en un equipo que nunca había corrido antes, y ahora desarrollando el Mini de dos ruedas motrices. En definitiva todo es un reto nuevo que me ilusiona lo suficiente para estar aquí de vuelta.
—¿La exigencia de desarrollar un nuevo coche da espacio para disfrutar de un Dakar?Todo esto tiene un componente de disfrute y pasión. Venir al Dakar a sufrir sin disfrutar no sería posible. Ese componente que tiene la carrera es lo que me hace preparar, volver con ganas de afrontar este reto.
—¿Y la presión cómo la maneja?Una vez que has ganado y eres dos veces campeón del mundo de rally, la presión siempre va a estar ahí. Ganar lo ganado con 55 años, como fue el año pasado, me quita la presión, pero yo vengo como todos los años a triunfar.
—¿En verdad quita la presión?Te quitas un peso de encima haberlo ganado el año pasado, pero como te digo, vengo a luchar por ganar.
—El objetivo es hacer un coche ganador.Confiamos en eso. Este es el primer año de trabajo que hemos tenido y quiero pensar que el trabajo que hemos hecho a lo largo de estos meses ha sido lo suficiente para configurar un coche ganador.
—¿O que al menos sea competitivo?Competitivo va a ser, seguro. Pero quiero pensar en ganar.
—Pero este buggy ya corrió el Dakar.El buggy Mini fue muy despacio en el 2018. Hemos trabajado bien y duro, y espero que se puedan dar los resultados. Quiero pensar que así será.
—¿Qué decidió que elija Mini?El reto con Mini me motivaba lo suficiente para afrontar esta nueva etapa, con un coche nuevo, con la pasión de tratar de hacer otra marca ganadora.
—¿Y por qué no Toyota?Toyota no ha ganado aún, pero no. Mini mostró el interés una vez finalizado el Dakar pasado y acá estoy.
—¿Cómo ve enfrentar las dunas peruanas?Conducir en dunas es complicado. Puede haber una trampa y por mucho que sepas leer, nadie puede ver detrás de la arena. La duna a veces sorprende. No es el hábitat en el que yo me desenvuelvo mejor, pero es cierto también que en este tipo de terreno hemos ido bien y no tengo por qué pensar que en esta ocasión no vaya a ser igual.
—¿Se siente favorito a pesar de ir en coche nuevo y en dunas?Tengo experiencia en arena y si quieres ganar un Dakar tienes que ir bien en las dunas. Por mi ADN de piloto de rallies, a pesar de que me defiendo bien en las arena, no es el terreno ideal, pero eso no quiere decir que no me sienta uno de los favoritos.
—El off road atrajo mucho a los pilotos de rally. ¿Pasaba así cuando usted llegó?No había tanto. A mí se me criticaba mucho por el ritmo. Hoy en día el ritmo cambió. El nivel es más alto. Este año, el rally es más corto, pero igual hacer 300 kilómetros en dunas no es fácil.
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—A los 56 años, ¿qué es más importante, lo físico o lo mental?Físicamente uno tiene que prepararse más porque para luchar con pilotos jóvenes tienes que estar bien.
—¿Y esa convivencia con los pilotos amateur?Los amateur son mayoría en el Dakar. Es una convivencia buena, sana, que nos gusta porque en la mitad del desierto todos somos iguales porque vamos a pasar por los mismos sitios y las mismas dificultades. Hay que respetar la carrera y a los participantes.
—¿Cómo tomó sus abandonos antes de llegar a ganar en el 2018?Yo quizás sea un piloto que va a todo o nada, y a veces tomo demasiados riesgos, va en mi ADN. En alguna ocasión he pecado de ser demasiado impulsivo y el año pasado creo que hicimos una buena carrera. Este año trataré de repetir.