Alejandra Costa @alecosta Desde Sao Paulo
“Tratalo bien a Sergito” escuché que le decía un hincha, con acento argentino y picardía, a una guapa y rubia mujer que salía con dos niñas vestidas de rojo hacia los pasillos del estadio, cuando este ya casi quedaba vacío.
Era Eliana Guercio, esposa del héroe de la tarde, el arquero Sergio Romero, que atajó dos penales tras 120 minutos de juego y le brindó la posibilidad a Argentina de enfrentar este domingo a Alemania en la final. La ex vedette llevaba una camiseta ajustada con el apellido de su esposo y el número 1 en la espalda.
“Lloré toda la tanda de penales”, me contó, mientras bajábamos la escalera hasta la salida principal del estadio, donde se encontró con cientos de argentinos que seguían festejando y coreando “Brasil, decime qué se siente tener en casa a tu papá”.
Eliana no podía dar dos pasos sin que se arremolinaran a su alrededor camisetas con rayas blancas y celestes para pedirle una foto y agradecerle con fervor la alegría que su marido le ha regalado a Argentina hoy. “Lloré y sentí mucha adrenalina, pero sabía que Sergio iba a atajar alguno de los disparos. Me alegro por todo el pueblo argentino, que ha estado deseando este triunfo con todo su corazón y por el equipo, que ha trabajado mucho para llegar tan lejos”, me cuenta.
Sergio Romero, que tiene el nombre de su esposa tatuado en el brazo izquierdo, reveló que sintió una presión grande durante los penales pero agradeció al técnico Alejandro Sabella por su confianza.
“Estaba pensando en muchas cosas y se me cruzó que Sneijder iba a disparar para ese lado y también pensé que Robben dispararía hacia la izquierda, pero me tiré para el otro lado”, contó durante la conferencia de prensa que brindó como la figura del partido.
De cara al partido con Alemania, Eliana dice que “espero que ganemos. Con penales o no, pero que ganemos y que Argentina sea campeón”.
La guapa argentina no sabe con certeza cuándo volverá a ver a su esposo, pero sí sabe cómo lo va a tratar. “Voy a besarlo mucho”, sonríe, mientras logra dejar atrás al mar albiceleste que sigue coreando, ahora por las calles de Sao Paulo, que Messi es más grande que Pelé.