3 de julio del 2010: se jugaban los cuartos de final y Uruguay enfrentaba a Ghana. El partido terminó 1-1 con goles de Muntari y Forlán. El ganador se las vería con Brasil u Holanda, quienes definían la otra llave. Nadie podía vaticinar lo que se venía, ni el mismo Luisito Suárez.
El partido se hizo intenso, de ida y vuelta, y el empate forzó el alargué. En la última jugada del segundo suplementario Adiyiah cabeceó el balón ante una portería desguarnecida, pero con 2 charrúas protegiendo celosamente su puerta. Uno de ellos era Suárez, y para variar, hizo de las suyas con el clásico último recurso en la canchita de barrio. Ensució su imagen para muchos, metió la pata metiendo la mano para frenar el cabezazo. Desde ese momento, Suárez y Uruguay se convirtieron en los 'enemigos' de Sudáfrica por el antifútbol. Para otros fue un recurso válido, pero desesperado. Lo echaron enseguida y se retiró del campo sin quejarse.
Su pícara reacción le valió la expulsión y ausencia frente a Holanda, equipo que jugó la final con España después de eliminar a los charrúas. Días después los sudafricanos pifiaron a Suárez en su vuelta por el partido con Alemania por el tercer puesto. Pero le sirvió a Uruguay para salvar el partido en la tanda de penales, gracias al sacrificio de su delantero, quien yéndose por el túnel vio el fallo de la pena máxima a cargo del ghanés Asamoah Gyan, quien estrelló en el travesaño la última chance de capitalizar el cabezazo manoteado. Suárez celebró como gol la nueva vida que le otorgó a su selección.
En la tanta de penales, ya desmoralizados por la criollada charrúa, los ghaneses parecían cumplir el destino de redención del equipo celeste. Tamaña hazaña no merecía quedar en eliminación. Los africanos lucharon, pero el agrandado equipo de Tabárez tenía un as bajo la manga. Y el “loco” Abreu la picó a lo Panenka. Muslera detuvo dos penales, pero el héroe fue Luis Suárez haciendo gala de sus dotes de portero. Sea intimidando rivales con métodos poco ortodoxos o vistiéndose de arquero, la actitud de Suárez es criticada y admirada por muchos, pero no se puede criticar su entrega al equipo ni el amor que siente por su camiseta.