ELKIN SOTELO C. @elkinsot_DT
Gloria a Joachim Löw por estar lúcido para sacar oportunidades de cada problema que se le presentó en la final de Brasil 2014. Primero se lesionó Khedira antes del partido y tuvo que alinear a Kramer en la volante.
Luego, Ezequiel Garay lo derribó con un peligroso golpe en la nuca y lo dejó grogui en pleno partido. Entonces Löw, sereno, recompuso nuevamente sus líneas e ingresó a André Schürrle; un cambio que parecía que no tenía nada que ver porque era el de un delantero por un volante de primera línea.
Schürrle fue hacia la banda izquierda y Kroos bajó unos metros a juntarse con Schweinsteiger. Así mantuvo la posesión de la pelota. Más tarde vendría el ingreso de Mario Götze y con ello la posibilidad del gol del triunfo.
Al minuto 113’ Schürrle tuvo un gran escape por izquierda y ganó la banda sobre Mascherano y el cierre de Zabaleta. El centro fue perfecto para Götze, metido entre Garay y Demichelis, pero el control del joven alemán fue inmejorable: con el pecho la acomodó y su volea espectacular ante el sorprendido Sergio Romero que no se esperaba semejante pirueta a velocidad.
Alemania ganó por esta asociación de Schürrle y Götze, los hombres en los que Löw confió. Y con un funcionamiento innegociable a lo largo del mundial.
Ocaso para Alejandro Sabella porque no encontró la respuesta total de los enormes jugadores que tuvo en ataque. Su perfil 'Pincharrata' lo sobrepasó en determinados momentos. Priorizó la espera del error alemán, antes que una propuesta efectiva de ataque. Teniendo a Messi en su equipo, no lo dotó de una organización en conjunto para que destaque.
Y tal vez el principal error de Sabella fue el cambio apresurado de Agüero por Lavezzi. El hombre que había significado la principal vía de escape argentino en los contragolpes, se quedó en el vestuario en el entretiempo sin más razón que la creencia del técnico de que el 'Kun' ganaría con regates en el mano a mano a los duros zagueros alemanes.
Sabella sí acertó en la mecánica defensiva que instaló en Argentina. Una línea de 4 hombres muy marcada y sin mayores responsabilidades de descolgarse (salvo Zabaleta en contados avances) y 3 hombres disciplinados y con derroche amplio como Enzo Pérez (a quien también reemplazó), Lucas Biglia y el gran Javier Mascherano. Todos con el chip de la destrucción chillando de carga.
El triunfo le sonrió al entrenador que identificó mejor los momentos y características del partido que se jugaba en el Maracaná. Löw preparó a sus jugadores para ese momento y Sabella se amparó en lo que sus hombres pudieran ofrecer.