Cuando uno observa jugar a Matthijs de Ligt se puede hacer muchas preguntas. Y estas van desde las más filosóficas, pasando por las triviales, hasta llegar a las que van más de la mano con la estadística. Uno echa un vistazo al fútbol sudamericano y se cuestiona, ¿cómo puede poseer un físico tan imponente- mide 1.89 cm y pesa 89 kg- con tan solo 19 años? Producto de esa capacidad que tienen los europeos para transformar, físicamente hablando, jovencitos en tanques de guerra, y los buenos genes, pienso. Pero, más importante aún, ¿cómo, a pesar de su gran biotipo, se mueve tan rápido en el césped al momento de cruzar y anticipar?
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¿Por qué figuras que la rompieron en su posición de la talla de Franz Beckenbauer, Lilian Thuram y Fabio Cannavaro tuvieron que esperar hasta los 19 años para debutar en Primera y la promesa holandesa lo hizo con apenas 17 abriles? ¿Estamos hablando de un futuro defensor estrella del fútbol mundial como los antes mencionados, o es un futbolista - de los tantos que hay en la actualidad- que goza de una atracción mediática que sobrevalora sus virtudes?
Pero, por si no ha seguido de cerca el fenómeno Ajax en esta Champions League, ni es muy fanático de televisar la Eredivisie cada fin de semana, en las siguientes líneas desglosaremos la vida de este defensor por el que Barcelona estaría cerca de pagar 160 millones.
Para comenzar, De Ligt es el típico jugador en el que es aplicable esa teoría del dime cómo juegas y te diré quién eres. Muy aparte de su rapidez, su riquísima técnica y su gran lectura de juego, en la cancha uno olvida que es apenas un adolescente por la testosterona que derrocha en cada jugada. En los noventa minutos el chico va arriba, abajo, anticipa, choca y habla muchísimo: aconseja y ordena a sus compañeros constantemente. Siempre va a mil por hora. Es un guerrero por donde uno lo mire. Pero para comprender cómo se implantó esta virtud en la vida del joven holandés hay que retroceder casi dos décadas.
Nos ubicamos en el año 2000 y la ciudad es Abcoude, al sur de Ámsterdam. Los padres del pequeño Matthijs, Vivian y Frank, llegaron en busca oportunidades para superarse económicamente. Debido a esto, la mayor parte del tiempo lo invierten en trabajar y, cuando sobra tiempo, muy pocas veces, trabajan también. A medida que fue creciendo, Matthijs encuentra dos pasatiempos a los que le entrega su vida: el tenis (dicen que era buenísimo y tenía un gran futuro) y cuidar a su hermano menor, Wouter. Personas que fueron parte de su infancia indican que ambos eran, más que hermanos, eran mejores amigos. Nunca peleaban y hacían absolutamente todo juntos. Además compartían gustos en común, como pasar horas jugando con muñecos de dinosaurios.
Es más, hasta se hicieron una promesa: “nunca se permitirían andar solos en la oscuridad”. Aunque era más apegado a su hermano, también era muy consentidor con su hermana, la gemela de Wouter, Fleur. Dentro de estas aficiones propias de la infancia, los hermanos encuentran una que marcaría sus vidas para siempre: alentar al Ajax. Cuentan que Matthijs y Wouter se la pasaban revoloteando en las afueras del estadio luego de volver de la escuela y, los días permitidos por parte del club, los dos ingresaban hasta el propio campo de juego. Imaginaban lo de todo niño apasionado por un club: jugar a estadio lleno, que la hinchada coree tu nombre y meter goles para ir corriendo hasta la tribuna y celebrarlo. “Algún día jugaré acá y la gente me querrá”, le decía Matthijs a su hermano. Quién diría que, muchos años después, aquel sueño se volvería realidad.
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Ya en la época escolar, el liderazgo y valentía de Matthijs tendría su primera prueba de fuego. Sus profesores aseguran que él se encargaba de proteger a los gemelos todo el tiempo. Si alguien quería tomarles el pelo o convertirlos en víctimas de bullying por algún motivo, ahí aparecía la figura del actual capitán del Ajax. Y, según testigos, llegó a irse hasta los puños por cuidar sus hermanos. No le corría a los golpes ni contra chicos más grandes.
“Si alguien en su clase o su hermano era intimidado, no haría lo que la mayoría de la gente hace que es huir. En su lugar, él se hacía cargo de los acosadores“, indicó una vez uno de los maestros de escuela del futbolista. Antes de defender con la vida la camiseta del Ajax, Matthijs ya defendía algo muchísimo más importante: a su familia.
Como se dijo líneas atrás, no se traba de que Matthijs le gustaba el tenis, sino que era buenísimo jugándolo. Prometía. Incluso en algunos archivos fotográficos se le puede ver posando feliz con la raqueta sujetada. Sin embargo, un amigo muy cercano suyo lo invitó a jugar fútbol y todo cambiaría. El primer amor no fue el verdadero para él, sino el que llegó después.
Pasó con éxito en el equipo local, FC Abcoude, quien le dio la oportunidad de que mostrara su talento. Eso sí, a todos los entrenamientos, sin falta, el pequeño Wouter lo acompañaba y festejaba desde el banco cada una de sus intervenciones en la cancha. Ya habiendo despegado en la carrera de futbolista, varios equipos ya lo estaban siguiendo. Pero, el amor pudo más. Matthijs quiso cumplir el sueño de niño y la promesa a su hermano menor: él quería jugar en el Ajax. Es así que se inclinó por esta opción y comenzó a jugar en la reserva del gigante holandés.
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Ya con quince años, ocurre una anécdota por lo menos curiosa. José Mourinho, que en aquel momento dirigía al Manchester United, pidió su contratación. No obstante, los directivos ingleses se negaron a cumplirle dicha petición al argumentar que De Ligt era propenso a engordar. Y eso provocaría que, años más tarde, pierda su velocidad y capacidad de reacción. Esta desconfianza nació luego que se filtrara una información acerca del papá del futbolista. Resulta que había sido diagnosticado con sobrepeso y temían que ocurriera lo mismo con el juvenil del Ajax.
Es gracioso pensar la cara que tendrían esos mismos dirigentes ingleses al ver cómo le ha ido a al jugador que rechazaron por miedo a que tuviera unos kilos de más. Con 15 años, Matthijs ganó el premio al mejor jugador de un torneo Sub 17 y también para otro Sub 19. Era tan bueno que la reserva ya le quedaba chico, y por eso debutó en Primera con tan solo 17 años. Y además lo hizo con gol: ante el FC Emmen un 8 de agosto del 2016.
Por si fuera poco se consagró como el jugador más joven en disputar una final europea. Y, entre algunas otras distinciones, se convirtió en el capitán más joven de une quipo profesional en la historia del fútbol holandés. El resto, como dicen, es historia conocida. De Ligt ha sido catalogado por la prensa internacional como el 'defensor total'. Ahora, ya sabiendo un poco de su vida, estamos convencidos que aquel apodo le calza perfecto. Dicen que la familia es lo más importante en la vida, mientras que el argentino Jorge Valdano dijo alguna vez que el fútbol es lo más valioso de lo menos importante. De Ligt pudo (puede aun) darse el lujo de defender con su vida a ambos.
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