Cristiano es un Barón de oro hace tiempo y no nos hemos dado cuenta.
Cuando los futbolistas resumen a sus países, por ejemplo. O cuando sirven para definir una época. Cruyff es el fútbol total, Pelé los setentas, Maradona el potrero. Cristiano es YouTube. No hay un futbolista en el mundo que represente tanto a una cultura futbolística como Cristiano al Madrid. Ni Sergio Ramos ahora, ni Raúl González hace poco. Cristiano es espectacular y decisivo, individualista y polémico, porque el Real Madrid es así: solo la NASA compite con ellos en la polémica tabla de gastos de dinero anuales. CR7 es, si se me permite, la suma de todos los tiempos del madridismo: si Di Stéfano fue el crack que imponía la moda y mandaba en el campo para ganar cinco Copas de Europa consecutivas en los años 50, Cristiano Ronaldo es el modelo perfecto al que uno le busca errores y no se le encuentran. Así, puede estar borrado 120 minutos de una final de Champions como la última ante el Atlético, pero en el instante clave –un penal–, toma la pelota, camina, retrocede, corre y antes que patee, uno ya sabe que es gol. Por cosas como esta, es el Balón de Oro. No gana solo un partido, pero es imposible pensar que otro podría definirlo igual. Di Stéfano era un jugador mágico al que llamaban la Saeta Rubia por una velocidad improbable, inédita. Cristiano es una máquina que agota adjetivo tras adjetivo. Por primera vez en su carrera, cierra un año con dos torneos gigantescos en el bolso: la Eurocopa y la Champions. En este último, cuando se medía en la final jugó poco y nada, o mejor dicho, no apareció como uno imagina a un hombre que ha ganado tres Balones de Oro: si se le diera micrófono a sus críticos, alguien pediría que corte el césped y lave las camisetas. En el partido más importante que ha jugado con su selección se lesionó pero ni eso lo alejó del director de cámaras, que persiguió en el banco al que ya entonces era el hombre récord que había anotado en cuatro ediciones de la Euro (2004, 2008, 2012 y 2016). Declarado individualista, los jugadores como él son así, al menos los que están fabricados para no fallar nunca. Con el físico que parece diseñado en un laboratorio, Cristiano Ronaldo es otra vez el mejor de todos. En momentos en que a otros le tiemblan las piernas, a Cristiano se le endurecen. Así cierra el 2016. Y camina orgulloso, como acabamos de ver en la gala que lo ha premiado otra vez con absoluta justicia.
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