MAURICIO LORET DE MOLA
Por más que en Italia las portadas y los comentarios endiosen a Paul Pogba y fantaseen con Carlos Tevez, no sería justo obviar y restarle crédito al incombustible Andrea Pirlo, porque del lustre de sus botas verdes, la Juventus empezó a diseñar su imperio en el Olímpico de Roma. Un reinado que irrumpió a partir de la asociación de sus medios –Marchisio, Pirlo y Pogba– y que creció gracias a un servicio raso que el genial volante transformó en una contra; pues tras enlazar con Tevez, Pogba se infiltró de “9” y capitalizó la primera ventaja ante la Lazio.
Queda la sensación que en la Serie A, donde recurrentemente se evitan los arcos y predominan los choques por encima de los toques, Pirlo emerge como un extraño con sentido. O en su caso con un sexto sentido, que evidentemente lo distancia del resto. Sus 35 años han arrugado su piel y reducido sus pasos dentro de un campo de fútbol, pero no han deteriorado su instinto. Lo descubren sus pases y cada uno de sus recorridos, dado que sabe lo que hará con el balón antes de recibirlo y, por tanto, obliga a quien observase sus movimientos a formular la siguiente pregunta: ¿la creatividad se entrena?
La respuesta definitivamente es que sí. Algunos podrán decir que el ingenio es algo innato o que es un privilegio divino del humano, sin embargo, olvidan que está conectado de manera directa con la sensibilidad, de modo que se debe entrenar la cabeza para que lo demás no dañe la voluntad.
Entonces, mientras otros futbolistas se machacan en potenciar su físico para cumplir con la intensidad que demandan los partidos, Pirlo prefiere seguir trabajando su mente. Aquella herramienta que lo incita a “pensar para luego jugar”, que lo instruye para no desgastarse corriendo una cancha y que mantiene vivo a un Calcio que de a pocos se cae a pedazos.
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¿#ManuelNeuer o #Casillas? Porteros pelean por ser el mejor arquero del año ⏩ http://t.co/snNSETeF8d pic.twitter.com/pPMphn2QuJ— DT El Comercio (@DTElComercio) noviembre 24, 2014