Al club Vila Nova de la Serie B del fútbol brasileño no le va nada bien. Está en el puesto 19 de la tabla de posiciones y muy cerca de caer a la Tercera División.
Ayer volvió a caer. Esta vez ante Ponte Preta por una fecha más de la liga. Perdieron 3-0 y de locales. Además de la derrota, un hecho quedó para la anécdota.
El masajista del equipo que dirige Christian Lauria se estuvo quejando del arbitraje durante buena parte del partido y, tras las advertencias de los jueces, decidió ponerse un esparadrapo en la boca para no seguir quejándose.