ELKIN SOTELO C. @elkinsot_DT
“Ha muerto el deportista Alejandro Villanueva”. El Comercio, el mismo 11 de abril en su edición de la tarde, dio la noticia que ningún aliancista quería leer. Ningún peruano. 'Manguera' había dejado el fútbol meses antes víctima, posiblemente, de la tuberculosis, enfermedad que por aquella época era irrefrenable.
“Fue hospitalizado en el Dos de Mayo y rodeado de todo género de atenciones. Los médicos, las Madres de la Caridad, los enfermeros, todos entablaron lucha defendiendo la vida del querido deportista”, consigna la primera publicación de este Diario. El futbolista en esa misma nota fue calificado como “una figura nacional, lo fue continental y hasta mundial cuando intervino en las Olimpiadas de 1936 en Berlín”.
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El 12 de abril la información del funeral causó impacto ya que fue “una expresión de auténtico sentimiento” en el domicilio del finado situado en la calle Andahuaylas N° 640, La Victoria. Se describe la escena como muy dolorosa en la que autoridades de todo tipo fueron llegando. Además, se anuncia el horario del sepelio al día siguiente.
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“Alcanzó los contornos de un significativo acontecimiento”, impone El Comercio sobre el entierro el 13 de abril. Además, se narra la cantidad de personalidades que tomaron la palabra y como el ataúd estaba vestido con una bandera azul y blanco, así como el pabellón nacional.
Al lado de la nota, aparece un perfil del periodista Luis Mugurussa López, quien señala: “El fútbol nacional viste de duelo. La cumbre descendió al llano. Una sepultura, cariñosamente guarda desde ayer, los mortales restos de Alejandro. Pero lo que la materia doblegó hace que el espíritu sobreviva para ejemplo y acción de generaciones por venir”.