MIGUEL VILLEGAS @prakzis
Hace once años, Manuel Burga concedió una entrevista a DT El Comercio apenas 48 horas después de haber sido elegido como nuevo presidente de la FPF. La Videna no le era ajena: había sido el vicepresidente de Nicolás Delfino, el hombre de confianza, su mano derecha. Insisto en esto porque sirve para sostener que, indudablemente, el doctor sabía en qué situación estaba el fútbol peruano. Clubes pobres, jugadores impagos, cero institucionalidad. En esa nota, prometió cambios. Si los cumplía, más que doctor, iba a convertirse en héroe.
¿En qué consistía el plan de trabajo de Burga? Vestida de resolución 001, el presidente de la FPF expuso 5 puntos clave para profesionalizar el fútbol nacional y sacarlo del subsuelo: 1) Los clubes debían tener estadio propio o alquilado. 2) Estaban obligados a intervenir en torneos de menores. 3) Tenían que presentar un padrón de socios legal (2.000). 4) Para iniciar el campeonato no debían acreditar deudas o, en su defecto, refinanciar los pagos pendientes del pasado hasta el 2002. 5) Fortalecer la Copa Perú y profesionalizar la Segunda División.
Un último ítem hacía foco en el director de la Unidad Técnica de Selecciones. “Tiene que ser un entrenador de prestigio, con experiencia, que trabaje diez años en formar una generación de futbolistas”, decía en 2002. No ocurrió. Como ninguna de las promesas hechas en su discurso de estreno como presidente. Ninguna en serio.
Veamos una por una. Salvo la ‘U’ y Alianza, ninguno de los 14 clubes profesionales restantes se preocupó en construir un estadio propio, acaso una necesidad básica para una institución que quiera trascender con el tiempo. Cristal remodeló el San Martín y firmó un contrato de diez años con la Municipalidad de San Martín de Porres, Boys alquiló el Grau del Callao y, así, cada participante del torneo local negoció con el IPD de su provincia para la cesión del mejor estadio posible (el Garcilaso con Cienciano, por ejemplo). Nada más.
¿Tienen en serio divisiones menores los 16 clubes profesionales? Alianza, Cristal, la ‘U’, San Martín, Aurich, César Vallejo, ellos, pelean los campeonatos de menores en el país. El resto, muy difícilmente. Ejemplo: Pacífico, el equipo de San Martín que entrena en Villa María y juega en Huacho, con las justas reúne un equipo de mayores.
Sobre el tema societario, pese a que 5 clubes geopolíticamente importantes del país están en proceso concursal en Indecopi –‘U’, AL, Melgar, Cienciano, Boys–, no se avanzó tampoco. Juvenal Silva había cumplido casi quince años de presidente en el Rojo, hasta que desapareció. Salvo en la ‘U’ o Alianza, no se conoce de elecciones, candidatos o propuestas diferentes. Aurich, Vallejo o San Martín son islas, como alguna vez dijo Sergio Markarián.
Sobre las deudas no profundizaremos porque la historia se sabe. Solo un dato: al año siguiente de su asunción al cargo, 2003, el torneo se paró en noviembre por una huelga de futbolistas. Un papelón.
Basta ver los resúmenes de “Fútbol en América” para darse cuenta de lo que se vive en la Copa Perú. Una perla, nada más: en agosto de 2010, la policía detuvo a Juan Yepes Sánchez, entonces presidente de la Liga de Abancay, cuando sobornaba a Mario Flores Utani, aún titular del colegio de árbitros, y a sus jueces de línea. ¿Por qué no hace nada Burga? 25 de los 41 votos para ganar las elecciones le pertenecen a ligas como esa.
Suena fácil pero es real: la selección crece sobre este piso podrido. Flores no van a crecer.