DAVID HIDALGO JIMÉNEZ @DavidsCreator Redacción online
El tercer fracaso de Manuel Burga en Eliminatorias fue una raya más a la criticada gestión del discutido presidente de la FPF. Si en la huelga de 2003 el mandamás de la Videna tomó sus maletas y se fue a Zúrich, desentendiéndose completamente del caos en el fútbol peruano, las cosas no cambiaron nueve años después: el 2012 quedó marcado por la renuncia de la San Martín luego de otra medida extrema de los futbolistas.
Hace 10 años, “cansados de los maltratos, de la informalidad de algunos dirigentes, incumplimiento de contratos, despidos, doble contratos” — recuerda la Agremiación de Futbolistas (Safap)—, los jugadores peruanos se unieron y el 6 de noviembre de 2003 anunciaron la primera huelga de nuestro balompié. Ese fin de semana no se presentaron a jugar la fecha programada por el torneo Descentralizado.
Dos semanas después de la medida de fuerza, la FPF de Manuel Burga dio por concluido el torneo Clausura antes de tiempo. Recién en enero de 2004, con el apoyo de Safap, los futbolistas lograron hacer que se atiendan sus pedidos mediante el Acta de Acuerdo adoptada por la ADFP, SAFAP y FPF, en la que se honraron las deudas y, además, se creó la Cámara de Conciliación y Resolución de Disputas y el Estatuto del futbolista, dos instancias importantes que han servido para que se proteja al futbolista nacional cuando los clubes se acostumbran a la informalidad y a la impunidad.
Sin embargo, la mano blanda de las autoridades del fútbol peruano permitió que el 2012 ocurra otro episodio vergonzoso. Antes del inicio del torneo, la Agremiación decidió paralizar debido a las deudas que algunos clubes sostenían con los futbolistas y por eso la primera fecha del campeonato la mayoría de equipos se presentó a jugar con juveniles.
“Hace nueve meses que intentamos hablar con Manuel Burga y no quiere darnos la cara. Si nos hubiésemos reunido con él, esto no estaría sucediendo”, dijo aquella vez Francesco Manassero, el día previo a tomar la decisión definitiva.
Aquella medida radical tuvo como protagonista al plantel de la San Martín que se rehusó a viajar a Arequipa, en apoyo a sus colegas. El club despidió a casi todo su equipo, y luego renunció al fútbol profesional. Tras varias reuniones entre Safap, directivos santos y la FPF, el club decidió volver a la máxima competencia. Todo ese trance puso en vilo el torneo del año pasado.