Mientras esperaba la decisión del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) sobre su castigo por dopaje, Paolo Guerrero viajó a Argentina para entrenarse con la mayor exigencia posible. Aún estaba lejos de enterarse de los 14 meses de sanción y que iba a tener que recurrir al Tribunal Federal Suizo para jugar el Mundial de Rusia 2018. A la hora de combatir la ansiedad, el ‘9’ peruano hizo del desgaste físico una puerta de escape. En sus horas más difíciles, a inicios del 2018, Paolo Guerrero pudo encontrar buenos aires.
Después de conversar con el comando técnico de Ricardo Gareca, Guerrero eligió como centro de entrenamiento al Buenos Aires Football de Benavídez, en la localidad de Tigre, a cuarenta minutos en automóvil desde el centro de la ciudad. El dueño del recinto es Matías Almeyda, ex jugador y hoy técnico en la MLS, quien les pidió a sus mejores profesionales que trabajen al máximo con Guerrero. Fue en ese mes de pretemporada personalizada que Paolo se enamoró de Buenos Aires. Hoy es un lugar al que siempre le gusta volver.
Por todo esto, no es un disparate imaginarlo vestido de azul y amarillo en la próxima temporada. Ya es de conocimiento público que, en medio de las elecciones presidenciales de Boca Juniors, el único voto unánime es Paolo Guerrero. Los dos candidatos, Daniel Angelici y Jorge Amor Ameal, no solo lo quieren sino que ya enviaron a sus emisarios (Nicolás Burdisso y Juan Román Riquelme, respectivamente) para hacerle una oferta en persona.
Es cierto que Paolo tiene contrato hasta el 2022 con el Inter de Porto Alegre y su cláusula de rescisión es millonaria para el mercado sudamericano. Sin embargo, hay más de una razón para que Guerrero no descarte esta opción en el mediano plazo. La primera, y quizá más relevante, es la comodidad del ‘Depredador’ en territorio argentino. Lo comentó a su entorno después de ese mes de entrenamiento en Tigre. Recordemos que después de haber sido formado en el fútbol alemán y de tener ofertas en clubes de Europa, Paolo prefirió mudarse al fútbol brasileño cuando aún tenía 28 años. Allí prevaleció no solo lo deportivo, sino la conexión que hizo Paolo con el país del carnaval. Ese mismo ‘clic’ fue el que hizo con Buenos Aires hace casi dos años.
Aún sin una decisión tomada, lo que más retiene al atacante nacional en Porto Alegre es su excelente relación con el director deportivo de Inter de Porto Alegre, Rodrigo Caetano, quien lo llevó a Flamengo y, además, lo mantuvo en el equipo ‘colorado’ a pesar de su prolongada ausencia ante el castigo FIFA por dopaje en octubre del 2017. Eso sí, lo que aleja a Guerrero del cuadro ‘gaúcho’ es su conocido instinto de competencia. En tiempos de un Flamengo todopoderoso y con equipos en crecimiento como el Gremio y el Palmeiras, mucho dependerá de cómo se refuerza el Internacional para el próximo año para que Guerrero renueve sus ganas de quedarse en Porto Alegre. Por ahora, ese panorama no es muy optimista debido a que el empate del último fin de semana ante Fortaleza (con doblete de Paolo) aleja al Inter de la Copa Libertadores 2020.
Con el torneo continental de clubes lejos de su equipo, con un Brasileirao dominado por el ‘Fla’, quizá el alma de este Guerrero alce la mirada hacia un nuevo reto en un club que siempre pelea cosas importantes, que tiene solvencia económica, que juega en su Buenos Aires querido y que, como cereza del pastel, tiene una hinchada sísmica en cada partido. Algo que al goleador peruano le fascina y motiva.
Si la Bombonera tiembla cada fin de semana, con Guerrero en Boca no será necesaria la sismología para predecir ese terremoto de pasiones.