Para los amantes de Leclerc la culpa de este mal momento es de la escudería. Las malas decisiones de Binotto, las estrategias principiantes y la fragilidad del propulsor del monoplaza que se disfraza de ahumador cuando uno menos lo espera, hacen que parte de esta crisis que vive el piloto monegasco se le pueda atribuir a la casa italiana. A cualquier escudería se le perdonaría algunos fallos, pero no a Ferrari. Ahí está el débil pulso que muestran cuando tienen que tomar la decisión sobre qué piloto priorizar y las absurdas detenciones en boxes que toman 3 segundos más que las de Red Bull. Si por algo se ha caracterizado esta temporada es por el escalofrío cada vez que sus pilotos son llamados al pitlane.
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Para los tifossi de linaje, Leclerc no es de fiar. Es rápido pero inestable. ¿La juventud es una justificación? No para ellos. Y es que Charles tiene los mismos años que el campeón Verstappen. Si la edad fuera una excusa, ¿cómo Max el año pasado le llenó los retrovisores al multicampeón Lewis sin perder el pulso? Para una escudería que está acostumbrada a tener pilotos eficientes y controlados (tales como Schumacher, Räikkönen, Vettel, Lauda o Alonso), los arrebatos post abandono, los gritos de frustración y la mueca constante de víctima ponen en duda si Leclerc tiene lo que se necesita para calzar el antiflama más deseado.
Binotto ha firmado esta semana un cheque para el que no tiene fondos. “No hay razón por la que no podamos ganar 10 carreras de aquí al final”, ha dicho el team manager de Ferrari ante una platea que duda del nivel de alcoholemia en que se brindó esta frase. Así se ha impuesto como meta superar el récord de Red Bull del 2013, cuando ganaron las nueve carreras entre Bélgica y Brasil. Ante esta realidad más allá de una frase motivadora, parece un desvarío febril.
Es también realidad que Leclerc es un piloto rápido, arriesgado y con ambición. Es clarísimo. Nadie puede negar que Ferrari es uno de los equipos de punta y que esta nueva condición de protagonistas es una situación que no vivían hace mucho y que el estrés los está haciendo cometer novatadas. Tal vez Leclerc no es el piloto para este momento y Binotto no es el llamado para protagonizar la gran transformación de la escudería. Pero es lo que hay y solamente les queda crecer con miras al 2023. Ambas partes son responsables de este mal momento. Es claro que Leclerc no es Schumacher y Binotto no es Todt. Tal vez algún día lo serán, pero hoy no. Bien dicen que antes de un gran logro toca una extensa peregrinación.
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