Manu Ginóbili mide casi dos metros y prácticamente nadie en Argentina está a su altura, aunque claro, Diego Armando Maradona y Lionel Messi -varios centímetros más pequeños- son igual de grandes que él. Hoy los tres se sientan con comodidad en la misma mesa, pero no están solos: Juan Manuel Fangio y Guillermo Vilas también les acompañan. En esa mesa, el debate de quién es el mejor deportista argentino de la historia resulta absurdo. Los cinco dan la talla para ese rótulo. Y por eso, son comparados eternamente entre sí.
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Eso sí, con quien más suelen equiparar a Manu es con Maradona y Messi, los reyes argentinos del deporte rey. Sin embargo, para estos dos cracks en realidad no hay punto de comparación: el gigante de 1.98 metros es mejor, en sus opiniones.
“Manu Ginóbili está por encima de todo. Es como Lionel Messi y Cristiano Ronaldo en el fútbol, a Manu no lo contemos. Manu es un fenómeno total. Yo creo que es el mejor deportista de la historia de la Argentina, se lo merece. Pasa que hay otro que jugaba con la diez que le pisa los talones”, aseguró una vez ‘Pelusa’ en una entrevista con TyC Sports.
Un pensamiento similar comparte Messi, pero ya llegaremos a ese punto. Mientras tanto, vale hacer un pequeño retrato para un deportista tan gigantesco como los que le elogian.
Un inicio difícil
El ambiente futbolero se vive en cada rincón de Argentina, pero Manu creció en una familia netamente basquetbolera. Contagiados por la pasión de su padre Jorge, los hermanos mayores del hogar, Leandro y Sebastián, forjaron su propio camino en ese deporte como profesionales. La mamá Raquel quería, sin embargo, que el futuro de su menor hijo sea distinto. No lo logró.
‘Gino’ aprendió a jugar en el club de su natal Bahía Blanca que estaba a cargo de su padre (entrenador). Ya nada, entonces, lo podía frenar. Pero de igual forma debía cumplir todas las exigencias de estudio que le impuso su madre.
Hubo un tiempo, claro, en que la mente le jugó en su contra. Y es que muchas veces los pensamientos negativos se apoderan de los deportistas, especialmente en sus inicios. El basquetbolista argentino no fue la excepción.
Al descender con el club de su padre, meditó que quizás, en realidad, debía hacerle caso a su madre y dejar el deporte en segundo plano. “Por ahí no está en mí, no puedo ganar”. Recién a los 19 años pegó el estirón, por eso en las menores no destacó como hubiera querido.
Draft de NBA
Su debut deportivo en la Liga Nacional de Básquet se produjo en 1995 con el Andino SC, cuando apenas alcanzaba la mayoría de edad. Tan solo bastaron tres años en Argentina para que luego Manu emprenda su primera aventura en Europa, precisamente en Italia.
Antes transcurrió el primer punto de inflexión en su carrera: el Mundial Juvenil de Australia 1997. Más allá de la dolorosa eliminación sobre la bocina en semifinales frente a los locales, ‘Gino’ resplandeció en el combinado argentino. Su óptima actuación provocó que R. C. Buford, por ese entonces jefe de ojeadores de los San Antonio Spurs, lo apuntara como posible prospecto, sin que nadie lo sepa.
Fue así que el año siguiente (1998) hizo maletas al Viola Reggio Calabria de la segunda de Italia. Tras lograr el ascenso y alcanzar óptimos desempeños con este equipo, el jefe de equipo de la ‘Albiceleste’ le sorprendió con una noticia que fue imposible de creer en un inicio.
En 1999, mientras Manu se encontraba en Macapá, preparándose para el Sudamericano en Bahía Blanca, se enteró de que había sido elegido como el número 57 del NBA Draft por los San Antonio Spurs. El escolta argentino pensó que aquello era falso hasta que se enteró que Gregg Popovich, entrenador de los texanos, había llamado a su papá para avisarle directamente.
La decisión que tomó fue la que menos se esperaba. El alero acordó una prórroga para su arribo a la NBA, prefirió ir al Kinder Bolonia y pasar dos años más en Europa. Finalmente, terminó acertando. Manu emuló las hazañas de Maradona en Nápoles, revolucionando la ciudad boloñesa con el título de la Euroliga 2001, donde fue el MVP del torneo. También ganó dos Copas de Italia y una liga italiana.
Además, en el 2002 afrontó el Mundial Indianápolis, donde lideró una victoria histórica de Argentina frente a Estados Unidos en las semifinales. En la definición del título, solo pudo participar unos minutos, ya que sufrió un esguince del tobillo, y no pudo evitar la derrota ante Serbia y Montenegro.
Sea como fuere, él ya estaba afianzado como figura no solo en el ‘Viejo Continente’, sino a nivel mundial. Entonces, después de aquel subcampeonato con su selección, Manu comenzó por fin sus andanzas en la NBA. El resto es historia.
Una leyenda de la NBA y de Argentina
Ginóbili se presentó lesionado por primera vez con los Spurs y ganarse un lugar en el equipo, al inicio, fue bastante complicado. Adaptarse a un nuevo mundo costaba mucho, pero él -disciplinado y sacrificado siempre- supo imponerse a cualquier barrera.
De hecho, en su temporada de rookie (novato) logró salir campeón con su equipo. Era su primera temporada y ya tenía un anillo en su mano. Si bien el entrenador Gregg Popovich le utilizó más como suplente en la campaña regular, todo mejoró para el argentino en los playoffs, convirtiéndose en un jugador fundamental para que los Spurs consigan el segundo campeonato de su historia.
Después… otro punto de inflexión. En el 2004, Manu viajó a Atenas con mucha ilusión junto al resto de la delegación argentina que se había quedado con la espina clavada de no haber ganado el Mundial dos años antes. Ahora sí era hora de subirse a lo más alto del podio.
El alero de los Spurs, entonces, guió a su equipo hacia la gloria. En el debut contra Serbia y Montenegro, el rival que le privó del oro en Indianápolis, Ginóbili emergió como el héroe de los argentinos con una ‘palomita’ en la última jugada del partido para ganar el encuentro de forma agónica por solo un punto. Aquel fue el mejor doble de su carrera.
Después, la ‘Albiceleste’ volvió a imponerse nuevamente al temible ‘Dream Team’ de Estados Unidos en semis y logró colgarse la medalla de oro olímpica por primera vez en su historia, al superar a Italia en la final.
‘Gino’ siempre fue el protagonista en el transcurso de esa historia gloriosa con un promedio de 19.4 puntos, que le valió para ser elegido el MVP del torneo. Después, no pudo repetir la hazaña con su selección: en Pekín 2008 fue lo más cerca que estuvo de lograrlo, al ganar la presea de bronce.
Eso sí, en la NBA había mucho que demostrar aún. Luego de las Olimpiadas, Manu ganó tres anillos más con los Spurs (2005, 2007 y 2014) aparte del primero. Disputó un total de 1057 juegos, alcanzando 13.3 puntos de promedio, 3.8 asistencias, 3.5 rebotes y 1.32 robos y logrando el porcentaje ganador más alto en la historia de la NBA entre jugadores con más de mil partidos: 72.1% (762-295).
El argentino se consolidó como el máximo anotador de triples (1495) y robos (1392) en la historia de los Spurs y, además, ocupa el tercer lugar en juegos disputados de temporada regular de la NBA, cuarto en asistencias (4001), cuarto en tiros libres realizados (3380) y quinto en puntos (14043).
Como si fuera poco, Manu fue seleccionado para el tercer equipo All-NBA en 2008 y 2011 y fue dos veces All-Star (2005 y 2011). También ganó el premio a El Sexto Hombre del Año en 2008. Junto a Bill Bradley, son los únicos en la historia en tener un anillo en la NBA, un trofeo en la Euroliga y una medalla de oro.
Incluso, puede presumir de haber disputado siempre los Playoffs. Ni el mismísimo LeBron James o Michael Jordan pueden alardear de lo mismo. El argentino, con sus hazañas, inspiró a James Harden, Giannis Antetokounmpo, Kevin Durant… a toda una generación.
Con la tranquilidad de haber logrado todo lo que logró, en agosto del 2018 el alero argentino le puso punto final a su exitosa carrera. Se despidió como una leyenda y su mamá seguramente está orgullosa de no haber podido detener su sueño cuando era más pequeño. Él ahora es feliz y ella con él.
Tras una trayectoria impecable y que pocos pueden emular, otras leyendas como Magic Johnson o Larry Bird pidieron que el argentino tuviera un sitio en el Salón de la Fama. Ese deseo personal, de sus colegas más cercanos y también de extraños se terminó cumpliendo el 10 de septiembre. Se lo ganó a pulso.
Aquella noche en Springfield (estado de Massachusetts), vestido de gala y acompañado por su familia, Manu Ginóbili recibió la máxima distinción y se convirtió en el primer argentino -cuarto jugador sudamericano- que ingresa al Salón de la Fama. Y, claro, retumbó de júbilo.
Pero el final debía ser más perfecto. Entonces, la ceremonia, inesperadamente, se vio marcada por un especial mensaje de Messi, que de alguna forma resume lo que representa Ginóbili para el deporte argentino. “Me provoca mucho orgullo escuchar a un periodista decir que Manu es el Messi del básquetbol. De hecho deberían decir que yo soy el Manu del fútbol”, sentenció ‘La Pulga’.
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