Nací en Valencia pero toda mi vida viví en Maracay, ambas en Venezuela. Actualmente tengo 29 años. He vivido en diferentes ciudades de Europa, pero desde hace dos años me establecí en Miami junto a mi esposo, Jimmy. Mi deporte favorito es el básquetbol y soy hincha de los Miami Heat. Tengo una mascota, mi negrito llamado Micho, es un perrito. Me considero una persona perfeccionista, siempre busco superarme a mí misma. Tengo muchos defectos pero el mayor creo que es dormir demasiado. Mi comida favorita es la pizza, pero también disfruto del cebiche en un restaurante de Miami.
Si sumamos a todos los seguidores de sus redes sociales, alcanza los 10 millones. El carisma y los videos de Lewin la han llevado a convertirse en la modelo fitness más importante de Latinoamérica y una de las más destacadas en el mundo.
El lanzamiento de la nueva marca deportiva de Lab Nutrition, Harbinger, fue la excusa perfecta para que la diosa venezolana del fitness y las redes sociales, Michelle Lewin, visitara el Perú.
—¿Cómo se siente respecto a su físico?Las redes sociales me han abierto una puerta que me permite conectarme mucho con mis seguidores y estoy sumamente agradecida. A ellos les encantan mis videos de entrenamiento y los ‘selfies’. Me muestran tal como soy. —¿El hecho de mostrarse natural cree que inspira a esta gente a seguir sus pasos? Por supuesto. Los inspira a saber que también pueden lograrlo. —¿En qué momento decidió iniciar este nuevo estilo de vida? Comencé a los 17 años y lo hice porque era demasiado delgada. Yo comía muchísimo pero nunca engordaba. Fui muy acomplejada. Al principio entrené mucho mis piernas, en mis primeros siete años de entrenamiento iba tres veces a la semana solo para entrenar mis piernas. Llegué a deformar mi cuerpo teniendo las piernas muy grandes y la parte superior no. No había simetría. Cuando comencé a competir entrené mi cuerpo completo y logré la simetría que buscaba. Actualmente tengo como 11 o 12 años entrenando, es un estilo de vida. —Hay una fotografía en la que compara una foto suya de hace unos años con otra actual. ¿Cómo se siente al verla? Orgullosa. Quise cambiar mi cuerpo y mi confianza. Soy mucho más segura hoy en día. Eso es una gran motivación, tanto para mí como para otros. He llegado a un punto en el que quiero mantenerme y esa es la parte más difícil. Debes tener a una persona que te diga: “Hey, cuidado con los hombros, te estás poniendo muy grande”. Como cualquier persona, me miro al espejo y digo: “Oh, estoy flaca. Oh, estoy gorda”. Nunca vemos lo que otros ven de uno.
—¿Quién es esa persona?Mi compañero, mi mánager, mi esposo. Es quien se encarga de regañarme todo el tiempo sobre qué comer o qué ejercicio hacer [risas]. —¿Qué fue lo más difícil al empezar este nuevo estilo?Empezar la dieta. Cuando vivía en Barcelona con mi esposo, él iba a comprar frutas o verduras al mercado y yo salía corriendo a comerme un pedazo de pizza. Fue lo más difícil porque me encanta la comida. Pero si me quiero ver bien, debo cumplir unas cuantas reglas. —En Venezuela las niñas crecen con el sueño de ser reinas de belleza. ¿Fue ese su caso?No, fui muy clara desde siempre, soy muy chiquita [risas]. El Miss Venezuela siempre busca mujeres altas, delgadas y bellas. Eso no era para mí. Intenté en cástings y modelajes pero no era para mí. En el 2008, cuando conocí mi esposo, él creyó en mí y me llevó sesiones de fotos. Insistió tanto que hoy en día soy lo que soy gracias a él.—En ese sueño de ser reinas, muchas mujeres se someten a cirugías. ¿Considera necesaria una o con una buena rutina es suficiente? Yo estoy de acuerdo con que se hagan cirugías si es algo que las hace feliz. No estoy de acuerdo con las inyecciones de glúteos o las liposucciones, eso se puede conseguir. Claro, no puedes cambiar de la noche a la mañana, requiere de constancia. Si yo lo hice, por qué otros no. —En medio de tanta exposición pública, ¿qué es lo que más le cuesta? Para las sesiones de fotos soy un avión, me fascinan. Pero con una videocámara me quedo helada. Sin embargo, estoy practicando más y me desenvuelvo mejor [risas].—¿En algún momento llegó a obsesionarse en la búsqueda del cuerpo que deseaba?Con decirte que cuando estaba compitiendo creo que me estaba volviendo loca [risas]. Era obsesión, tener una meta y verse perfecta. A veces me levantaba, me miraba al espejo y me sentía gorda. A los cinco minutos volvía a pasar y me sentía muy flaca. Me preocupe y dije: “Qué importa la competencia, esto se trata de cómo yo me sienta”. —¿De dónde sale su sobrenombre: ‘La Cuerpa’?Es culpa de mi esposo. Cuando habla español tiene problemas de definir el género. Me dijo para poner un hashtag como ‘La Cuerpa’, yo lo corregía diciéndole que estaba mal dicho. Pero decía que sonaba más femenino e insistió. —¿Cuál es la red social en la que más interactúa?La de Instagram, que tiene 4,3 millones de seguidores. Manejo también mucho la de Facebook. Es difícil contestarles a todas las personas porque son muchísimas. Hago lo mejor que puedo, pero quiero que me entiendan lo difícil que es.