Marco Quilca LeónLa medalla de plata conseguida en Seúl 88 no solo marcó al vóley peruano, también lo hizo con sus protagonistas. Una de ellas es Cenaida Uribe, quien recuerda esa época con orgullo pero a la vez con tristeza.
—¿Cómo te sientes al recordar la medalla de plata?No parece que haya pasado tanto tiempo, pero aún tengo esa mezcla de emociones. Feliz por lo que logramos, pero triste por no ganar el oro.
—Estuvieron demasiado cerca de la gloria. ¿Qué pasó?La Unión Soviética era un equipo muy fuerte. Los dos primeros sets sorprendimos, pero luego ellas reaccionaron. Cuando veo el partido, es increíble haber estado 13-6 y luego perder. Además, hay algo que no puedo sacar de mi mente.
—¿Qué cosa?Mr. Park era mucho de creer en cábalas y eso nos enseñó. En la final lo vi con un buzo distinto al que usaba siempre y me preocupé. Al final perdimos.
—Esa situación te marcó...Sí, claro. Pero no solo eso, Park nos enseñó muchas cosas que siempre nos sirvieron. Nos tenemos gran cariño. Incluso ahora puedo llamarlo e irme a almorzar con él o beber algo. En esa época era una locura pensar eso [risas].
—¿Cómo fue el camino para llegar a los Juegos Olímpicos de Seúl?La gente solo se queda con que fue una generación dorada. Pero no solo es eso. Nosotras formamos parte de un proceso que duró cerca de diez años. De los 12 meses, seis estábamos en el extranjero jugando con rivales de mucho nivel. No fue un chispazo de suerte, hubo trabajo que ahora no lo hay.
—¿Cómo recuerdas el debut?Estaba un poco nerviosa, pero se le ganó fácil a Brasil.
—Es raro escuchar eso ahora.Lamentablemente, sí, pero es la verdad. Con decirte que, cuando salíamos al campo, generábamos respeto.
—¿Es cierto que en la final el coliseo completo las apoyó?Sí. Es que además de que había peruanos, como Mr. Park era coreano, todos nos apoyaban. Fue hermoso anotar un punto y que todos festejaran.
—¿Cómo describes el momento después de recibir la medalla de plata? Estar tan cerca de la de oro y no conseguirla se sintió mucho. Recuerdo que cuando llegamos a la villa donde nos hospedábamos, todo parecía un cementerio. Una a una le íbamos poniendo la medalla en el cuello a Man Bok. Luego todas nos abrazamos y lloramos a muerte.
—¿Cómo fue la convivencia?La convivencia entre 12 mujeres es complicada. Sin embargo, cuando estábamos en la cancha, todas éramos una sola fuerza. Si teníamos alguna rencilla, la olvidábamos en el campo.
—¿Tuviste algún roce con alguna compañera?Con Denisse Fajardo no nos hablábamos años, pero cuando jugábamos nadie lo sabía. Ojo, ahora estamos bien con Denisse [risas].
—¿Cómo recuerdas el recibimiento que tuvieron al llegar a Lima?Me acuerdo que nos sacaron en la tolva de un camión a la salida del aeropuerto por toda la avenida Tomás Valle. Fue alucinante cómo toda la gente nos acompañó hasta el Estadio Nacional, y cuando llegamos estaba totalmente repleto. Hasta ahora les agradezco a los peruanos por el cariño.