Correr de noche siempre es especial, porque te permite disfrutar de los atractivos de una ciudad desde un ángulo distinto. He participado en carreras nocturnas de diversos países, recorriendo monumentos, túneles de metro, pistas de aterrizaje, estaciones de tren y mercados. Hoy puedo rescatar que todas ellas fueron experiencias únicas, en las que siempre primó pasarla bien y disfrutar, antes que pensar en obtener una buena marca. Nuestra ciudad, que cada día suma más runners, necesita de una carrera nocturna icónica en el calendario y a eso apunta la Movistar Lima Night Run, que en su primera edición ofreció una atractiva ruta que consistió en ascender al emblemático Morro Solar, lo que permitió disfrutar de una privilegiada vista de la ciudad y el mar. Una panorámica que ya desearían tener otras capitales del mundo.
La previa El denso tráfico que presentó el circuito de la Costa Verde la noche del sábado -siempre hay que tomar precauciones para llegar a tiempo a una carrera- no fue impedimento para que pueda arribar minutos antes de las 8 p.m. al punto de partida: la playa Agua Dulce. Los animadores finalizaban desde el escenario con el calentamiento e invitaban a los corredores a ubicarse en el punto de partida. Así, me uní a los 2.500 runners que, ataviados con linternas LED frontales, nos preparábamos para ascender y conquistar el emblemático Morro Solar. Corría un poco de viento, la música sonaba fuerte y los ánimos estaban a tope cuando se inició la cuenta regresiva.
La mejor postal de Lima Los dos primeros kilómetros por la Av. Mariscal Castilla hasta el ingreso al túnel de La Herradura, que lució iluminado con múltiples colores, no requirieron de mucho esfuerzo. Pero el pronunciado descenso que vino a continuación sí requirió que cuidara el ímpetu de mis piernas y bajara la velocidad para lo que vendría a partir del kilómetros 3: el ascenso al morro.
Diría que fue en el kilómetro 4 en el que se inició la verdadera carrera, ya que los 300 metros de escaleras sí resultaron fuertes. Además, fue uno de los tramos con menor visibilidad y había que guiarse con los frontales para evitar accidentes.
Sin embargo, la vista que nos aguardaba algunos metros más allá saldó todo el esfuerzo desplegado, así como la agitación, la cual se pudo atenuar gracias al punto de hidratación. Y es que para los que estamos acostumbrados a correr por el morro de día, hacerlo de noche despertó sensaciones diferentes. Apreciar una panorámica de la ciudad iluminada desde lo alto y bañada por el océano fue una experiencia única, que bien valió todo el esfuerzo desplegado. Tras la maravillosa postal de Lima que nos dejó atónitos a varios, aún quedaban dos kilómetros de descenso pronunciado, en los que había que cuidar cada paso para no trastabillar y evitar alguna lesión. Finalmente, el ingreso a la meta con todo el público aplaudiendo y alentando para recibir la medalla respectiva fue el mejor corolario para una noche en donde el Morro Solar brilló con luz propia.
Fin de fiestaLos ganadores de la competencia fueron Soledad Torres y Gilbert Kipkosgei, con 00:26:22 y 00:22:40, respectivamente. “Estoy muy contenta por el primer puesto, ya que siempre es lindo correr de noche y más aún si es en un lugar con una vista privilegiada de Lima, como el Morro Solar”, destacó Torres.