En estos días de evaluciones anuales en la Videna, Juan Carlos Oblitas nos recibe con más frescura y menos tensión que hace doce meses cuando lo buscamos para el mismo balance. Su única preocupación por ahora es que se defina el calendario del torneo local. Después, dice, que cierra el año con la tranquilidad de un hombre trajinado a quien le entran pocas balas. Oblitas dijo hace quince años que “solo Dios y los imbéciles no cambian”. Hoy lo recordó y lo acredita. A pesar de su conocido apelativo, Juan Carlos no se hace el ciego y acepta que al mirarse sabe que no es el mismo. — ¿Ha cambiado mucho aquel Oblitas técnico en comparación a este en versión dirigencial? Recuerdo tu frase: “solo Dios y los imbéciles no cambian” hace quince años.No debí meter a Dios pero sí recuerdo esa frase. El único problema que tuve como técnico de selección fue el de Miramar (cuatro jugadores de la selección fueron ampayados bebiendo licor en un complejo deportivo). Que he cambiado, claro que he cambiado. La convicción que tengo hoy en mi visión del fútbol se ha modificado porque también tiene que ver en cómo veo ahora la vida. El Oblitas de sesenta y tantos años no es el mismo del Oblitas de treintaitantos, eso es cierto. Sigo siendo un buen tipo, pero no soy cojudo. —¿Hoy no perdonarías la indisciplina de Miramar?Seguramente hoy no perdonaría Miramar y tampoco perdonaría cosas menos graves que esa. Yo no quiero santurrones en la selección, pero hay un tema también de respeto, si yo no cumplo con lo que me piden estoy siendo irrespetuoso con mis compañeros, con el técnico, con los dirigentes y con los hinchas. Este grupo actual de la selección no son santos, pero son responsables. —Muchos de tus ex dirigidos hoy son técnicos...Hay algo que se tuvo muy importante en ese equipo que se quedó por poco para Francia 98. Cuando tomé la selección, la mayoría no quería estar. Hubo un amistoso en el que mandé a un jugador a que ingrese al campo y demoró en amarrarse las zapatillas para que pasen los minutos y no entrar. Era el tema de las derrotas continuas, veníamos de hacer un punto con Popovic y yo tenía que hacerlos entender que podíamos pelear la clasificación y teníamos una columna vertebral de futbolistas con mucha personalidad. —¿Juan Reynoso podría decirse que es tu “hijo predilecto” en el fútbol?Yo no tengo “hijos en el fútbol”, pero Juan es el técnico más exitoso del torneo local por el momento. Y eso me alegra mucho eso, aunque se siguen con esas leyendas sobre Juan y su carácter que es una barrera que él ha puesto. Los que lo conocemos bien sabemos que él no es así. Ha creado un personaje que a veces repercute más que el resultado en sí. Tiene que haber un momento en el cual se acerque a los periodistas. El personaje no puede ganarle a la persona. —¿Te arrepientes de haberte ido en 1999 de la selección?A mí me dio pena algo más que esa eliminación del 98, y me refiero a lo que pasó un año después. Yo estaba convencido que al siguiente Mundial clasificábamos porque éramos los mismos más Claudio Pizarro, más Andrés Mendoza o Santiago Salazar, Chemo podía volver. Pero esa época fue muy difícil con el tema mediático, los psicosociales de la época y yo no aguanté. Me acuerdo que en febrero del 99 jugamos un amistoso con Ecuador en Lima que perdimos y la gente me quería matar. En Ecuador ganamos y yo le dije al presidente de la Federación, Nicolás Delfino, que si ese ambiente hostil no cambiaba y él no ponía una fuerza de protección por ese lado yo me iba. Y cuando volvimos de la Copa América de 1999 vi que todo seguía igual así que decidí irme. Dejamos a Perú como el cuarto o quinto de Sudamérica. Ese equipo tenía que crecer, no decrecer, y lo que pasó a partir de allí fue al revés. —¿Este equipo de Gareca va a crecer?Vamos a crecer más porque no solo es este trabajo de Ricardo Gareca sino que en cuatro años nuestro trabajo en menores va a dejarnos más futbolistas para escoger. —¿Los jugadores que no están en la selección están cada vez más lejos de volver?La respuesta la dan los hechos. Juan Vargas sin equipo, Claudio acaba de volver a jugar, Jefferson es lo que yo siento más porque creo que puede aportar a la selección o a cualquier equipo de primer nivel pero no tenemos indicio de qué quiere con su vida. —¿Y Carlos Zambrano?El caso de Zambrano tiene que ver con los cambios entre Alemania y Rusia y ahora ya está jugando. Si mantiene ese nivel, podría volver. Pero no te olvides que Ricardo está contento con sus centrales y con los que vienen atrás. —¿Ya se pudo conversar la posibilidad de renovación con Gareca?No está en agenda una renovación de Gareca. Lo ideal es que continúe, te lo digo como hombre de fútbol y no como dirigente. Sería óptimo que quien inició esa renovación continúe con el trabajo más adelante, sin embargo no queremos distraer a Ricardo. Por ahora que cumpla con su contrato y veamos qué directiva estará más adelante en la Federación, ojalá que continúe Edwin. Mi contrato vence todavía en enero del 2018. —¿En marzo podríamos decir que se viene la fecha que decide todo para la selección en estas Eliminatorias?Cuando fui técnico de la selección, nuestro repunte fue con Venezuela y Uruguay. Son dos rivales juntos que nos ha tocado en coyunturas distintas durante la historia de las Eliminatorias. Pero será una gran medida para saber cuántos hemos avanzado, enfrentar otra vez a Uruguay y Venezuela, los equipos con los cuales comenzó la renovación. Es la fecha más crucial de todas. —¿Sabes que estás habilitado para postular a la presidencia de la Federación?Yo y cualquier deportista calificado, eso entendí con la nueva Ley del Deporte —¿Te entusiasma esa posibilidad?No me suena en este momento. No estoy para hablar de esas cosas. Son palabras mayores.
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