Zlatan Ibrahimovic llegó a un acuerdo con el AC Milan para regresar a su antiguo club por un periodo de seis meses, afirmaron este jueves varios medios italianos. Según la Gazzetta Dello Sport, el sueco aceptó la oferta del club lombardo y debería llegar a Milán “en los próximos días”. Con ello, se producen uno de las vueltas más esperadas en el mundo del fútbol, y más por los seguidores ‘rossoneros’. ¿La razón? La última vez que se proclamaron campeones de la Serie A fue en la temporada 2010-11, con el sueco como una de sus principales figuras en ataque. A raíz de ello, a continuación repasamos algunas anécdotas de la vida del atacante de 38 años.
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“Cuando era niño, heredé una bicicleta BMX de mi hermano. La llamé Fido Dido. Fido Dido era el dibujo de un chico temible con el pelo de punta. Me parecía lo más enrollado del mundo. Después me la mangaron (robaron) en la piscina de Rosengård; mi padre fue allí con la camisa abierta y remangado. Es del tipo de personas que dicen: “¡Nadie toca a mis hijos! ¡Nadie les roba sus cosas!”. Pero, aun así, ni siquiera un tipo duro como él pudo hacer nada. Fido Dido había desaparecido y me quedé destrozado”, cuenta Zlatan Ibrahimovic en su autobiografía, escrita por el periodista sueco David Lagercrantz.
Desde entonces, Zlatan decidió robar bicicletas. Era muy pequeño, pero vivía todo el día en la calle. “Forzaba los candados. Me convertí en un experto. Pim, pam y la bici era mía. Era ladrón de bicicletas. Era en lo único que pensaba. Era muy inocente, aunque a veces se me iba de las manos. Una vez me vestí de negro en plan Rambo, cogí una cizalla enorme y robé una bicicleta del ejército. Fue una gozada. Me encantaba. La verdad es que lo hacía más por placer que por las bicis”, cuenta el futbolista del París Saint Germain en su libro, titulado “Soy Zlatan Ibrahimovic”.
De hecho, en el libro, Zlatan cuenta que la gente siempre le pregunta qué habría sido de no ser futbolista. “Quizás hubiera acabado siendo un delincuente”, responde. Narra, por ejemplo, la historia cuando robó en un supermercado de Rosengård, ciudad en la que vivía junto a su madre, en las afueras de Mälmo, en el sur de Suecia.
“No solo me dedicaba a trajinar con las bicicletas. Entrábamos y salíamos de grandes almacenes; me ponía bastante hacerlo. Me encantaba llevarme todo lo que podía; me alegro de que mi padre no se enterara nunca. El día que nos pillaron en los grandes almacenes Wessels tuve bastante suerte. Cuando llegué a casa conseguí romper aquella carta en la que se decía que habían sorprendido a Zlatan Ibrahimovic robando. Estaba enganchado y seguí haciéndolo”, cuenta el futbolista sueco.
En la primera parte del libro, Ibrahimovic también cuenta cómo era la vida en su casa. “No nos dábamos abrazos ni hacíamos ese tipo de cosas. Nadie preguntaba: “¿Qué tal te ha ido, Zlatan?”. Eso no existía. No había ningún adulto que ayudara con los deberes o que preguntara por los problemas que pudiéramos tener. Había que enfrentarse a las cosas solo; si alguien te trataba con crueldad, no valía lloriquear había que apretar los dientes. Reinaba el caos, había peleas y me llevé una buena roción de bofetadas”.
"En casa no había conversaciones civilizadas estilo sueco, como "Cariño ¿me pasas la mantequilla, por favor?". No, más bien eran tipo "¡Coge la leche, idiota!".
Su admiración a Mohamed Ali
De niño, Zlatan quería ser como Bruce Lee o Mohamed Ali. “Quería ser como ellos”, cuenta en su libro. "Mi padre grababa en video todos los combates de Ali, Foreman y Tyson. Además, no dejaba escapar ninguna película de Bruce Lee y Jackie Chan. Era lo que veíamos en el televisor. En lo que a nosotros respetaba, la televisión sueca no existía. No nos interesaba en absoluto. No conocía a ningún famoso o deportista sueco importante. Pero a Ali sí que lo conocía. ¡Él sí era una leyenda! Nunca se justificaba, algo que nunca he olvidado. Quería ser como él y lo imitaba en cosas como en lo de “Soy el mejor”.
Ese era Zlatan de pequeño. Y de joven. No ha cambiado. Sigue siendo el mismo, con aquella personalidad batalladora, aunque algunos la tildan como arrogante. Otros lo llaman soberbio. Es, sin embargo, uno de los mejores jugadores del planeta. Esta y otras historias están contadas en su autobiografía, calificada por el diario británico “The Guardian” como “la mejor autobriografía que jamás se ha publicado sobre la vida de un futbolista”.