Luego de tres años de haber incorporado como socio principal al poderoso grupo Intercorp, IDAT se animó en el 2015 a dar el salto a Lima norte, con su nueva sede en la popular avenida Tomás Valle, en el distrito de Los Olivos. “Tardamos un poco porque primero queríamos ordenar la casa para hacer esta apuesta”, dijo a Día_1 el director general académico de la red de institutos superiores, Luis Alcántara. Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Antes, durante sus 35 años de vida institucional, IDAT había preferido crecer en el centro de Lima (con seis sedes), y en Chiclayo, Piura y Tarapoto (con una sede en cada provincia). Tiene sentido: ir al extremo norte de la capital implica siempre un riesgo mayor.
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¿Cuál es el riesgo? La obligación de competir en esta zona con un buen número de universidades que han identificado en Lima norte –y también en Lima este– a los polos de desarrollo educativo más importantes de la capital, como lo destaca la consultora especializada en geolocalización Mapcity, tras un estudio que ha elaborado para nuestro suplemento de forma exclusiva: 10 universidades, nada menos, entre ellas la César Vallejo (UVC) y la Universidad Privada del Norte (UPN). La mayoría, con tarifas que compiten de igual a igual con las de los institutos.
“En los últimos años se está dando cada vez más una competencia entre los institutos superiores privados y las universidades de bajo costo”, apunta Gustavo Yamada, decano de la facultad de Economía de la Universidad del Pacífico (UP), precisamente en referencia a la casi equivalencia en el monto de las pensiones.
A ello, se añade la ya conocida desventaja que tienen los institutos frente a las universidades, debido a la poca valoración de las carreras técnicas que hay en nuestro país, como señala María Isabel León, presidenta del Consejo Directivo de la Asociación de Institutos Superiores Tecnológicos y Escuelas Superiores del Perú (Asiste).
En este contexto, y específicamente en Lima norte y Lima este, las universidades de bajo costo se han convertido en un competidor de peso para los institutos, y de hecho, están concentrando cada vez más alumnado, una parte en detrimento de los propios institutos, tal como reporta un informe de Asiste sobre la educación técnica local.
En este, se colige que mientras que en el 2010 el número de estudiantes de universidades poco más que duplicaba el de los institutos (782.970 frente a 430.020), en el 2014 por poco lo triplicó (con 983.615 frente a 361.400), y todo indica que esta proporción sería tendencia.
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¿Cómo competir frente a una oferta así de agresiva? No es poca cosa enfrentarse a grupos como la UCV y la UPN, que han invertido entre las dos US$98 millones en tecnología e infraestructura. Más complicado será este año, cuando recale en Independencia la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL), que destinará a su nueva sede unos US$14 millones.
EL DESAFÍO DE LA CALIDAD“Nosotros estamos enfocados en ofrecer una educación de calidad”, aclara Julio Guerrero, director de Comunicaciones del Grupo Educativo Wiener–Carrión, del que forman parte el Instituto Daniel Alcides Carrión y la Universidad Norbert Wiener.
Por cierto, el Instituto Carrión –que opera una sede en Independencia desde el 2013– ha informado que ampliará su presencia en Lima norte, con un local en Puente Piedra; y en Lima este, con locales en Ate y San Juan de Lurigancho. “Hemos logrado la acreditación del Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE) para la mayoría de nuestras carreras en el Instituto Carrión”, acota Guerrero.
La calidad de la oferta que brinden los institutos y la máxima especialización, debidamente monitoreadas por el Estado, serán elementos decisivos para que puedan competir con las universidades de bajo costo, confirma Gustavo Yamada. ¿Por qué? “Debido a que este aspecto es una falencia que demuestran estas universidades”.
Su afirmación se sustenta en un estudio que ha elaborado el Centro de Investigación de la UP, bajo el título “Una promesa incumplida. La calidad de la educación superior universitaria y el subempleo profesional en el Perú”. El ‘dossier’ propone que el incremento del subempleo en nuestro país (de 11 puntos porcentuales entre el 2004 y 2012) es consecuencia –en parte– del aumento de universidades de baja calidad y de la ausencia de ránkings universitarios y de sistemas de monitoreo salarial que aclaren cuánto ganan los egresados universitarios según la procedencia de sus casas de estudios, algo que Yamada espera se mitigue con la puesta en marcha del proyecto online “Ponte en carrera”, llevado adelante, entre otras entidades, por IPAE Acción Empresarial.
APUESTA POR LA SINERGÍAEl mercado, por su parte, está haciendo lo suyo. Ya lo había proyectado en el 2014 el ex rector de la UPC, Gonzalo Galdos: “Algunas de las empresas educativas o de quienes ingresen a esta actividad mostrarán una integración vertical, es decir, tendrán colegios, institutos y universidades”. Ello, claro, crea sinergias que pueden resultar atractivas para un estudiante.
Ejemplos hay varios. IDAT y la UTP, Carrión y Wiener, e incluso la red de colegios Saco Oliveros, que tendrá institutos y una universidad en El Callao, a la que le ha destinado US$5 millones. Así, como se puede ver, la pelea se dará por todos los flancos.