Pocos empresarios en el Perú tienen la categoría de leyenda. Luis Banchero Rossi es uno de ellos. Las historias sobre él son muy disímiles pero todas están rodeadas de un aire de generosidad y grandeza, quizás motivadas por su prematura muerte el primer día de enero de 1972.
El mito del empresario obsequioso, campechano, que estrechaba la mano a los pescadores chimbotanos con la misma firmeza que lo hacía con el millonario Aristóteles Onassis es parte de los relatos obligados y que se transmiten de generación en generación en el sector pesquero y en especial en Chimbote, donde labró su imperio en la década del 60.
¿Pero qué hace que este empresario siga siendo un referente pese a que ya han pasado más de cuarenta años de su muerte? Hay muchas razones, aquí algunas de ellas.
1. SU EMPRENDEDURISMO TEMPRANO
Se dice que Banchero, pese a graduarse de ingeniero, se dedicó al comercio empezando de cero: vendió medias deportivas, jabones, alcohol y melaza en varias zonas del país. No contento con ello, este tacneño y voraz empresario ingresó al negocio automotor en Trujillo para vender desde autos hasta lubricantes.
Se cuenta que una vez, tras colocar una carga de lubricantes en la envasadora pesquera Coishco en Chimbote -donde trabajaba su primo- se interesó por este negocio y pronunció la frase que delinearía su vida empresarial para el resto de sus días: “Me gusta el mar. No hay que arar o sembrar en él, solo cosechar”.
Aprendió todo lo que había que saber sobre la pesca de boca de muchos pescadores y amigos que laboraban en el sector. El fallecido periodista Guillermo Thorndike escribió en su libro “El caso Banchero” que el empresario fue un alumno eficaz, tomaba apuntes, anotaba cifras, preguntaba con insistencia. En poco tiempo compró una pequeña fábrica conservera a la que bautizó como Pesquera Florida.
Las historias referidas a esta leyenda en los puertos dicen que los pescadores lo escogían como comprador no por sus ofertas sino por su gran carisma; era abierto, criollo y jocoso. Su juventud lo ayudaba, cuando decidió incursionar en la pesca apenas tenía 28 años, pero desde ya tenía proyectadas muchas cosas para su industria.
2. EL EMPRESARIO MEDIÁTICO
La mayoría de empresarios suelen tener un perfil bajo, por diferentes motivos: seguridad, guardar la compostura, o no hacer daño a su corporación. El caso de Banchero fue distinto, no solo asistía a la prensa cuando debía de hacerlo, sino que además tejió una leyenda de ser un personaje mundano. Era el hombre que conocía el mundo y todo el Perú quería conocer el resto del planeta a través de sus ojos.
Banchero se dio cuenta del poder político y económico de la prensa, de ahí la creación de Correo. No solo para hacer eco de sus reclamos sino para difundir los cambios que quería, no solo en Lima sino a nivel nacional. Se dio cuenta de que cada ciudad tenía un ritmo diferente y que cada una de ellas quería reflejarse en un diario.
Era un habitante de la avenida La Colmena, en el Centro de Lima. Situó las oficinas de sus empresas en dos edificios de esta avenida y su despacho en una suite del Hotel Crillón donde además vivía. Usualmente lo veían fumando, sabía karate y le gustaba el fútbol (fue auspiciador del otrora Defensor Lima). No tenía reparos para exponerse.
El capítulo final de su vida mediática inevitablemente fue su muerte. A los 42 años, en su casa de descanso en Chaclacayo el jardinero Juan Vilca dio fin a sus días. Sin embargo, se abrieron especulaciones de que Vilca solo fue un vehículo de una conspiración mucho mayor. Una de estas apuntaba a que fue víctima del gobierno militar de Velasco, quien lo veía como una amenaza a su proyecto de nacionalizar la actividad pesquera, lo que llegó a realizar dos años después de su muerte.
Otra hipótesis ensaya que el asesinato tenía relación con chantajes de ex militares nazis en Sudamérica a los cuales Banchero se enfrentó. El misterio se mantuvo y la leyenda, por su parte, creció a tal punto que se inauguraron colegios, asociaciones de viviendas y pequeñas empresas con su nombre. Además se publicaron libros con su historia, que el sentir popular matiza con nuevos agregados, como toda leyenda.
3. EL LíDER EMPRESARIAL
Si bien los pobladores que conocieron a Banchero lo reconocen como un personaje emblemático, el sector empresarial también lo hace, y con la misma intensidad. ¿Por qué? El sociólogo Nelson Manrique refiere que son pocos los empresarios que hayan destacado con proyectos empresariales ambiciosos que vayan más allá de sus propios intereses.
Banchero Rossi rompió este esquema en los años 70. El empresario no solo se comprometió con el desarrollo de su industria, sino que entendió que el éxito de los demás pesqueros del país retroalimentaría su propio éxito, por lo que empujó el desarrollo sectorial y llevó a esta industria a liderar la producción mundial de harina de pescado.
“Banchero era un líder nato, es el empresario más interesante que ha tenido el Perú, sobre todo porque se convirtió en el verdadero capitán de toda una industria”, señala el historiador Nelson Manrique.
Compró fábricas, plantas, astilleros, un sin número de embarcaciones pesqueras, pero entendió que eso no era suficiente para darle sostenibilidad a su negocio. En ese sentido, tuvo una conducta cordial con otros empresarios que formaron parte de lo que se denominó el 'boom' pesquero de los 60, con quienes entendió que el negocio pesquero era básicamente la exportación.
Banchero constituyó la empresa Humboldt Internacional en el puerto de Hamburgo (Alemania). Además, para lograr que el Perú lograra el liderazgo mundial del sector pesquero, este empresario impulsó el Consorcio Pesquero del Perú que agrupó a todos los productores y fue él su representante directo. Cuando el Perú logró primar en la escena mundial de la pesca el ejecutivo ya tenía ocho fábricas harineras, dos conserveras, ciento treinta lanchas y dos astilleros. Fruto de ese éxito aún se se ve reflejado en la industria pesquera actual.
Era un líder en todo el sentido de la palabra.