El precio del cobre, uno de los principales productos de exportación del Perú, se situó recientemente en nuevos récords históricos, lo cual debería ser una buena noticia para el futuro de la economía peruana.
Sin embargo, los vientos aún favorables que ofrece el entorno internacional no estarían siendo aprovechados como en episodios previos para gatillar un nuevo ciclo de inversiones que permita al Perú alcanzar altas tasas de crecimiento.
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Este resultado estaría asociado al continuo clima de incertidumbre que ha llevado a la confianza empresarial a situarse durante 11 meses consecutivos en terreno pesimista, el periodo más largo de las últimas dos décadas.
Confianza perdida
Una de las características del escenario global en los últimos dos años ha sido el significativo aumento de las cotizaciones de materias primas que exporta el Perú.
Los precios del cobre, que representa un tercio de las exportaciones de bienes del país, acumulan desde diciembre de 2019 a la fecha un aumento de 65%, y ha llegado incluso a alcanzar recientemente el pico de US$ 4,9 por libra, el nivel más alto del que se tiene registro.
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Es usual que, ante un contexto internacional como el actual, las expectativas sobre el rumbo de la economía peruana sean optimistas. No obstante, desde abril de 2021 la confianza empresarial -medida como las expectativas de la economía a tres meses- se ubica en el tramo pesimista, y ha registrado persistentemente niveles por debajo de los alcanzados por otros países de la región como Chile y México.
Según estimaciones del IPE, con los altos precios de los minerales, la recuperación de la demanda de socios comerciales y otros factores externos favorables, las expectativas empresariales han debido situarse hasta 15 puntos por encima de lo observado en la segunda mitad del 2021.
Esta menor confianza, explicada principalmente por factores asociados a la incertidumbre local, le estaría costando al país entre 6 y 8 puntos porcentuales de crecimiento de la inversión privada este 2022. Con ello, el país estaría perdiendo la oportunidad de que su economía crezca hasta dos puntos porcentuales más este año.
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Para Gianfranco Castagnola, presidente ejecutivo de Apoyo Consultoría, los temores que frenan las intenciones de invertir del sector privado están actualmente vinculados a las constantes designaciones de funcionarios poco idóneos para asumir cargos dentro de la gestión pública. Ante el previsible deterioro en la calidad de las instituciones del Estado, Castagnola afirma que es poco probable que algún proyecto de clase mundial pueda iniciar su ejecución en los próximos años.
Experiencias pasadas
La situación actual contrasta con el impulso que brindaron los vientos externos a la confianza empresarial y a la economía peruana a inicios de la década del 2010.
Según Jaime Reusche, vicepresidente Senior de Moody’s, debido a los encadenamientos que tiene la minería con otras actividades, en contextos de altos precios de los minerales se genera un círculo virtuoso que lleva a un mayor dinamismo de la inversión privada tanto en el sector minero como no minero.
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Sin embargo, Reusche señala que esta complementariedad no ha podido materializarse recientemente debido a los mayores riesgos políticos y regulatorios que se han generado alrededor de la ejecución de inversiones del sector minero.
Prueba de ello es que a pesar de que los precios de exportación del país están en niveles incluso superiores a los registrados entre el 2011 y 2013, la inversión minera en el 2021 –como porcentaje del PBI– ha representado apenas la mitad de los niveles alcanzados a inicios de la década previa.
Perspectivas económicas
De acuerdo con Alex Müller, economista jefe de Bank of America para la Región Andina, Centroamérica y El Caribe, la economía peruana tendrá que enfrentar un entorno global más incierto debido las repercusiones que está generando el conflicto entre Rusia y Ucrania sobre la actividad económica mundial.
Según Müller, los sólidos fundamentos macroeconómicos serán claves para ese propósito, pero las perspectivas podrían ser mejores si es que se revierte la depresión registrada por la confianza empresarial.
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En esa línea, Kelli Bissett-Tom, directora de Calificaciones Soberanas de las Américas de Fitch Ratings, indica que sin un compromiso para fortalecer las instituciones políticas, es difícil que las expectativas de inversión superen la incertidumbre política, lo que a su vez limita las perspectivas económicas.
Bisset-Tom añade que el debilitamiento de la gobernabilidad política en sí mismo o la reducción del crecimiento económico ya moderado, podrían fomentar una presión negativa sobre la actual calificación de riesgo soberano del Perú. Según la especialista, la tendencia del entorno político claramente no contribuye y, eventualmente, podría afectar la economía.
Las perspectivas de crecimiento poco alentadoras bajo un contexto internacional favorable evidencia que la economía y la política no caminan por cuerdas separadas. Urge revertir la actual incertidumbre para garantizar que el Perú alcance el crecimiento que su potencial ofrece.