El 2020 fue particularmente difícil para las inversiones, pues nunca se había visto escenario tan extremo y cargado de tanta volatilidad. Cuando inició, las expectativas eran bastante positivas, el crecimiento económico global se mostraba muy sólido y los gobiernos de las principales economías continuaban estimulándolas con políticas monetarias expansivas y haciendo así que los mercados financieros recojan enormes ganancias. Sumado a ello, las tendencias seculares de los consumidores, que empujaban los patrones hacia una digitalización de la economía.
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Los efectos negativos del COVID-19 se dejaron sentir de manera abrupta. Las medidas de aislamiento social y cuarentenas extendidas que implementaron en un primer momento los gobiernos generaron una caída muy abrupta en la demanda global y como consecuencia los mercados financieros colapsaron, con caídas en los mercados bursátiles nunca vistas. Entre marzo y abril, los índices bursátiles de los países desarrollados acumulaban caídas de más de 20%, y los de los países emergentes más de 30%.
La posterior recuperación de los mercados fue igualmente sin precedentes. En un primer momento, los mercados subieron por la masiva inyección de liquidez por parte de los bancos centrales a nivel global. Luego de ello, los mercados anticiparon los desarrollos positivos de las vacunas y tratamientos. Con ello, los índices bursátiles tuvieron rebotes muy fuertes, y no sólo se borraron por completo las pérdidas por los efectos negativos del coronavirus, sino que están cerrando el año con retornos bastante altos, en algunos casos por encima de 20% de retorno.
Para los siguientes meses, deberíamos esperar una continuación del rally fundamentado en lo siguiente:
1) Expectativas favorables de las vacunas contra el COVID-19. Sin embargo, un gran riesgo es que el despliegue logístico de las vacunas no funcione como se había previsto, que la efectividad de las vacunas no sea el esperado, o que exista una mutación del virus que haga que no pueda ser controlado.
2) Continuación de los estímulos monetarios de los principales bancos centrales. La inyección masiva de liquidez ayudó a que la economía y los mercados financieros se estabilicen, generando una enorme revalorización de los activos financieros. En la medida en que esta situación no cambie, el rally debería continuar. Sin embargo, el surgimiento de alguna presión inflacionaria podría poner en riesgo que estos estímulos continúen.
3) La continuación de las tendencias seculares de digitalización de la economía, que deberían continuar con los efectos positivos en muchas industrias. Muchas nuevas tendencias han llegado para quedarse, y el nuevo contexto relacionado con el COVID19 sólo las ha magnificado. Deberíamos ver revalorizaciones adicionales en las industrias ganadoras como por ejemplo: semiconductores, robótica, inteligencia artificial, ciber seguridad, almacenamiento en la nube, telemedicina, digitalización, etc.