El 4 de diciembre, seis días antes de que asumiera la presidencia de Argentina, Mauricio Macri decía en Brasilia –luego de reunirse con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff– que “hay que volver a darle vitalidad, funcionamiento activo al Mercosur que ha sido postergado, que ha sido dilatado, ha sido interferido a lo largo de estos años”.Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Pero la invocación de Macri ha ido más allá de la arenga y ha pasado a propuestas concretas: retomar y finiquitar las negociaciones de un acuerdo con la Unión Europea (UE), tratativas que llevan 15 años, y que el bloque mire con atención y se convierta en socio de las economías del Asia Pacífico, lugar donde se concentra el futuro de la economía mundial, a través de fórmulas como aliarse con la Alianza del Pacífico. Macri incluso ha puesto sobre la mesa la posibilidad de adherirse al TPP, el acuerdo de libre comercio más grande del mundo.
Pero para que el bloque compuesto por Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela –este último incorporado como miembro pleno en el 2012– logre estos objetivos debe pasar necesariamente por un proceso de fortalecimiento que le otorgue la consistencia necesaria para abrirse al mundo. ¿Qué tan posible y rápido puede ejecutarse este proceso en un bloque cuya característica ha sido la imposición de barreras comerciales entre sus miembros y que tiene en su interior a un país que no cree en la apertura comercial? Y en caso de que el bloque se llegara a fortalecer, ¿impactaría positiva o negativamente en la región?
-
Vayamos por partes. En principio, según explica Carlos Posada, director de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), la propuesta de Macri de culminar de una vez por todas el acuerdo con la UE es enviar señales tanto al bloque europeo como a su principal socio comercial en la región, Brasil, de un cambio en la política de su país. Recordemos que la paralización de las tratativas con los europeos en el 2012 se debió a la posición proteccionista de Cristina Fernández, la antecesora de Macri.
“El Mercosur negocia en bloque y para retomar o iniciar cualquier tratado todos deben estar de acuerdo. Convencer a Brasil, la economía más grande del bloque, es clave”, menciona Posada.
Ahora, si bien es cierto que el entusiasmo y liderazgo de Macri puede generar que el Mercosur sea un bloque distinto, tal como lo refiere Diego Castrillón, director ejecutivo de Prospectiva 2020, no llegará muy lejos si Brasil –país al que destina el 20% de sus exportaciones y procede el 21% de sus importaciones– no emprende reformas estructurales para recuperar su economía, la cual se ha visto más golpeada por la crisis política por denuncias de corrupción que envuelven a la presidenta Dilma Rousseff. “Y eso no tomará meses, sino por lo menos dos años. Por eso digo que con Macri el Mercosur será, por el momento, un bloque diferente, pero todavía no podríamos hablar de un bloque reforzado”, explica Castrillón.
Mientras el cambio llega a Brasil, lo que Macri buscará en paralelo será la llegada de inversiones a Argentina, además de influir en Paraguay y Uruguay para que se alineen políticamente a la apertura comercial, según el análisis de Juan Carlos Mandujano, socio de PwC Perú. Esto último no sería muy complicado si se tiene en cuenta que el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, ha anunciado que en marzo viajará a Bruselas como representante del bloque para convencer a los europeos de reanudar las negociaciones. “Esto es lo más inteligente que puede hacer Macri, porque no veo a una Argentina pidiendo salir del bloque, no le conviene. Así que el fortalecimiento del Mercosur lo veo, pero para un mediano plazo”, dice.
¿Y EL RESTO DE LA REGIÓN? Estos nuevos aires que le da Macri al Mercosur llevan a preguntarnos qué tanto se reconfiguraría el sistema de bloques comerciales en la región. El profesor Fernando González Vigil, miembro del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, explica que un reforzamiento de este bloque le haría mucho bien a la relación comercial de los países del Atlántico y el Pacífico de Sudamérica.
“La complementariedad real y potencial entre el Pacífico y el Atlántico siempre ha existido, incluso en actividades tradicionales. Por ejemplo, ellos producen granos y nosotros, frutas y hortalizas; ellos tienen minería ferrosa, nosotros no. Entonces, todo se configura para que nos unamos más”, señala el investigador.
Esta característica, afirma el profesor González Vigil, haría posible que se profundicen los acuerdos comerciales que puedan existir entre los países ubicados en ambos lados de la región. En el caso del Perú, el Acuerdo de Complementación Económica (ACE) que tiene con Mercosur podría convertirse en un tratado de libre comercio.
Carlos Posada afirma que si bien existe complementariedad, el Mercosur le podría hacer contrapeso a la Alianza del Pacífico por una cuestión de tamaño de economías, donde Brasil junto a Argentina jugarían un rol muy importante. “Por el tamaño de sus economías podrían convertirse en un bloque interesante donde el principal impacto se daría en la captación de inversión”, explica.
Para Posada, quien también fue viceministro de Comercio Exterior, la Comunidad Andina (CAN) no se vería impactada porque hacia fuera el bloque no tiene representación, a pesar de su institucionalidad. “Mercosur sí está encadenado productivamente, lo cual también se busca en la Alianza del Pacífico”.
Diego Castrillón coincide con el análisis de Posada y afirma que por más que la CAN acabe de cambiar de secretario general y que este haya manifestado –según dijo la ministra de Comercio Exterior, Magali Silva, a este Diario– su compromiso de concretar la reingeniería del bloque para que este se modernice, ello no es más que la expresión de un conjunto de buenos deseos que dependerán de la decisión de los presidentes de los países el concretarlos. “Y tenemos a Ecuador y Bolivia que no tienen la voluntad de avanzar”, afirma.
También hay que tener en cuenta que si bien la Alianza del Pacífico es un bloque que genera muchas expectativas, aún tiene que poner en vigencia el llamado protocolo adicional para que la desgravación arancelaria al 92% de los bienes comercializados entre los países miembro se haga efectivo.
Según ha dicho Idelfonso Guajardo, secretario de Economía de México, esto sucederá en abril, toda vez que los países ya culminaron el proceso de aprobación interna. No obstante, según explica la ministra Silva, México y Chile aún no han cumplido el trámite de entregar los documentos a Colombia, país depositario del acuerdo, que garantizan esta aprobación. Una vez que esto se haya efectuado, Colombia tiene hasta 90 días para declarar la entrada en vigencia de la desgravación arancelaria, lo que gatillaría la efectiva puesta en marcha de todos los proyectos del bloque.
El liderazgo de Macri y su deseo de sacar adelante al Mercosur reconfiguran el escenario económico-comercial y geopolítico en Sudamérica. De concretarse, generaría un espacio más que interesante para hacer negocios. Pero, para ello, es necesario cumplir tareas. ¿Esta vez se concretará el cambio? Solo el tiempo lo dirá.
ESPACIO POR RECUPERARLa llegada del liberal Macri al Gobierno Argentino y su compromiso de eliminar gradualmente los subsidios y barreras al comercio crean un marco propicio para el desarrollo de negocios entre el Perú y ese país.
“Desde ahora deberíamos tener un acercamiento político con Argentina para recuperar el terreno perdido por las barreras al comercio, como las licencias previas, que impuso el gobierno de los Kirchner”, recomienda Carlos Posada.
Recuerda, además, las grandes pérdidas que ese tipo de medidas trajo a los exportadores peruanos de productos no tradicionales como las del rubro textil-confecciones y demás bienes manufacturados. “En ese momento retenían la carga peruana en Aduanas y se tuvieron que organizar misiones empresariales lideradas por el ministro o por mí cuando era viceministro para explicar a las autoridades que nuestros productos no perjudicarían a sus industrias”, cuenta.
Históricamente, la relación comercial entre el Perú y Argentina fue superavitaria para el país gaucho. Así, en promedio, el Perú compraba desde este destino productos por US$1.800 millones, mientras que sus ventas ascendían, siempre en promedio, a US$800 millones. Con la apertura que muestra Macri, el escenario puede equipararse.