Las carteras Louis Vuitton, símbolo inequívoco de lujo en la mayor parte del globo, ya no son atractivas para la élite de China, que prefieren marcas que verdaderamente las diferencien de la creciente clase media, cuyos mayores ingresos les permiten acceder ahora a algunos símbolos de estatus, según reporta Business Insider. Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Sara Jane Ho, fundadora de la escuela de etiqueta para las elites Institute Sarita, comenta que ninguna de sus clientas utiliza carteras Louis Vuitton o Gucci. “Mis clientes son sofisticadas, son personas que se compraban carteras Hermes hace 10 años y se manejan con estándares más altos”, explica.
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Ewan Rambourg, director ejecutivo de HSBC, explica que las carteras Louis Vuitton empezaron a generar una fiebre en China desde el 2003, cuando las ventas en Japón se despuntaron. Sin embargo, a diferencia de los japoneses, que compran bienes de lujo para encajar, los chinos lo hacen para destacar, por lo que la marca perdió el interés de la élite.
Ahora los consumidores en China de muy altos ingresos están abandonando la marca por otras más caras. Rambourg señala que un comprador chino típico podría decir que “No puedo comprar Vuitton, ya la vi mucho, es una marca para secretarias”.
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Esta imagen también ha sido alimentada por la abundancia de copias de las carteras Louis Vuitton que inundan las calles de China, donde se fabrican, y luego son exportadas al mundo.
Marcas como Chanel o Bottega Veneta, aún no adoptadas por la clase media china, son ahora las preferidas por las mujeres acaudaladas.
El reto de Louis Vuitton es sobrevivir entonces al efecto sobre la imagen de su marca que ha tenido que las oficinistas jóvenes utilicen sus ahorros para comprar sus productos como símbolo de estatus.
Esta fiebre es buena para las ventas de la marca francesa, pero el reto será mantener a esos consumidores mientras gana la preferencia de los más ricos de China, que son, finalmente, los que tienen recursos para adquirir un mayor número de artículos de lujo.