Nadie previó Internet, la invención de la imprenta o la Revolución Francesa. Hoy más que nunca, en un mundo en permanente cambio tecnológico y económico, el futuro es un terreno que por definición nadie jamás ha pisado.
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Pero el presente nos ofrece pistas y tendencias, como indicó a BBC Mundo Robert Bednarzik, co-autor de “30 años de panorama laboral de la OECD (Organización de la Cooperación y el Desarrollo Económico)” y ex funcionario del departamento de Trabajo estadounidense.
“Las dos tendencias más claras son la tecnología y la demografía. Los trabajos que veremos en los próximos 10 y 20 años tendrán un fuerte componente tecnológico y estarán muy influidos por el hecho de que la gente vive cada vez más tiempo y eso va a requerir una gama cada vez más amplia de trabajos para atenderlos”, señaló a BBC Mundo.
LA TECNOLOGÍADesde la Revolución Industrial en el siglo 18 la tecnología ha cambiado el mundo destruyendo puestos laborales, creando nuevas ocupaciones y transformando el panorama económico-social.
Los artesanos del siglo XVIII y XIX fueron borrados por la mecanización. A fines del siglo XX la robotización industrial y la revolución electrónica y digital sacaron del mercado a obreros, oficinistas, empleados bancarios, telefonistas y asistentes.
“Esta revolución se ve muy claramente en el campo. Hace 100 años en Estados Unidos uno de cada tres trabajadores estaba empleado en una granja. Hoy casi toda la producción está mecanizada”, señala Bednarzik.
La robótica ha dado pasos gigantescos para sustituir la fuerza humana con la automatización. Las computadoras detectan fraudes y hasta enfermedades con más precisión que los humanos.
Según un estudio de la Universidad de Oxford en 2013, que examinó 700 tipos de trabajos en Estados Unidos analizando su vulnerabilidad a un mundo computarizado, un 47% podrían ser automatizados en las próximas dos décadas: el transporte, la administración y logística de una compañía se encontraban entre los empleos de “alto riesgo”.
“Los trabajadores tendrán que moverse a tareas que requieren más creatividad e inteligencia social. Tendrán que mejorar estas habilidades laborales”, señala Carl Benedikt Frey de la Universidad de Oxford.
Este mundo teconológico dividido a nivel laboral en empleos de baja, media y alta cualificación tendrá un profundo impacto en la estratificación económico-social.
“Siempre ha sido así. La educación, en este caso tecnológica, está marcando el tipo de trabajo al que se accede. La diferencia ahora es que aumentará mucho la diferencia de ingresos entre los alta y bajamente cualificados”, señala Bednarzik.
CIENCIA FICCIÓN Y REALIDAD Uno se puede imaginar yendo a la oficina en un coche volador como el Pal-V que hizo su primer vuelo en 2012 e imaginar un tráfico aéreo urbano superpoblado de naves que sobrevuelan edificios para posarse en una terraza y ser atendidos por robots en la oficina.
Nunca hay que descartar estos escenarios de ciencia ficción que, desde Julio Verne en adelante, muchas veces han anticipado con precisión el futuro.
Pero investigaciones en Estados Unidos y el Reino Unido indican claramente que muchos de los puestos de trabajo que aparecerán en el futuro serán simplemente reemplazo de los que existen hoy.
“Desde los trabajos que requieren una cualificación profesional como contadores o abogados hasta los que exigen una cualificación media como carpinteros o albañiles, hay una amplísima variedad de empleos que simplemente experimentarán un reemplazo generacional o una movilidad laboral. Gente que se jubila y otra que cambia de trabajo y deja el puesto vacante”, señala Bednarzik.
CADA VEZ MÁS VIEJOS La tecnología, el mejoramiento de las condiciones de vida (calefacción, refrigeración, etc.) y los avances médicos han producido un cambio radical en la composición demográfica de la población moderna.
A principios del siglo XX la expectativa de vida media a nivel mundial era de 31 años: hoy es de 69 años. Una proyección indica que para el 2030 la mitad de la población de los Estados Unidos tendrá más de 65 años.
“Se necesitarán desde médicos y enfermeras hasta empleados administrativos especializados y hospitales para atender esta creciente demanda. Es unos de los sectores del mercado laboral que más crecerá”, señala Bednarzik.
Y no se trata únicamente de países desarrollados.
Según Raymond Torres, director del Departamento de Investigación de la Organización Internacional del Trabajo, la misma tendencia se observa en América Latina.“La región experimentará el mismo impacto tanto tecnológico como demográfico, de manera que el efecto sobre el empleo no diferirá mucho del que tendrá en las naciones desarrolladas”, indicó a BBC Mundo.
EL FUTURO LABORAL EN DESARROLLOEsta similitud con el mundo desarrollado se debe principalmente a dos factores.
“La brecha tecnológica se ha achicado. Avances tecnológicos como el celular o el internet se diseminan por todo el mundo muy rápidamente. Todavía hay una diferencia en los extremos, entre Alemania y Bangladesh, pero se ha achicado mucho, entre Alemania y Argentina o Brasil. Al mismo tiempo el crecimiento de una clase media en América Latina, Asia e incluso en el Africa Subsahariana, impone determinados modelos de consumo”, señaló Torres.La demanda de educación, bienes culturales, ocio y turismo son rasgos carcterísticos de la clase media de todo el mundo.
Lo mismo sucede con el acceso a la salud y la extensión de la expectativa de vida.Según la Organización Panamericana de la Salud, la expectativa de vida en América Latina y el Caribe aumentó de una media de 29 años en 1900 a 74 años en 2010, por encima del promedio mundial, y apenas por debajo del de la Unión Europea (75,3 años).
“Esto implica que, al igual que en el mundo desarrollado, habrá un crecimiento de los empleos que no puedan ser robotizados. Es decir, menos demanda de trabajo rutinario y más del que necesita un desarrollo de habilidades tecnológicas, creativas y de interacción social”, subraya Torres.
NO TODAS SON ROSASEste lado luminoso del desarrollo económico-social mundial y regional, coexiste con uno más oscuro. “El trabajo está cada vez más fragmentado. No hay estabilidad laboral ni a nivel de los empleados ni de los directores: las mismas firmas contínuamente cambian de dueños. La tendencia a la precarización laboral no es exclusiva de América Latina. En el mundo desarrollado vemos la misma tendencia. Mientras que en la región la clase media aparece como un fenómeno positivo, en los países ricos vemos una clase media en crisis”, indicó Torres.
La globalización ha acentuado un fenómeno casi crónico de América Latina: el trabajo en negro. Según la OIT hay un 47% de informalidad en el mercado laboral de la región: trabajadores que no contribuyen ni tienen cobertura social o previsional.
A pesar de los esfuerzos de varios gobiernos regionales y la propia OIT esta informalidad será una realidad del empleo futuro regional.
Entre los futurólogos del mercado laboral hay un debate no solo a nivel regional sino mundial en cuanto a cual será la suma final de esta ecuación de trabajos perdidos a la tecnología y ganados con nuevas innovaciones y capacitación.
Entre los optimistas se encuentran medios como el semanario británico The Economist convencido que, al igual que en el pasado, la tecnología creará muchos más empleos que los que destruirá.
Raymond Torres plantea algunos interrogantes a este panorama. “Algunos autores auguran que el impacto neto será por primera vez en la historia negativo y no permitirá crear suficientes empleos como para cubrir el vacío. Es un gran debate hoy. Por el momento en la OIT no tenemos un análisis lo suficientemente riguroso como para contestar a esta pregunta”, indicó a BBC Mundo.