Los accionistas de Credit Suisse expresaron hoy, en la que probablemente será la última junta general de accionistas, su ira por la mala gestión de los directivos del banco, que llevará a su absorción por UBS tras el acuerdo alcanzado entre ambas entidades el 19 de marzo.
”Siento que esta institución me ha engañado, y que el Gobierno no ha comunicado bien”, afirmó el primer accionista en intervenir, quien aseguró que los responsables de la entidad de 167 años de historia “se durmieron en los laureles durante los últimos 15 años”.
”Tranquilos, no he traído una pistola”, aseguró el accionista tras llamar la atención sobre el hecho de las altas medidas de seguridad que rodearon la asamblea de este año, donde la tensión era palpable y se oyeron incluso gritos desde el público.
Vincent Kauffmann, director de la Fundación Ethos, importante accionista compuesta por fondos de pensiones y otros inversores institucionales suizos, aseguró que ellos habían pedido en numerosas ocasiones que se investigaran las operaciones de riesgo de la entidad y sus numerosos escándalos, que en su opinión “habían arruinado su reputación”.
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”Debemos asegurarnos de que los accionistas seamos compensados de la mejor forma posible tras las grandes sumas de dinero perdidas, y de que la directiva asuma su responsabilidad en la crisis”, señaló Kauffmann.
En ocasiones las protestas adoptaron tintes casi surrealistas: un accionista mostró unas cáscaras de nueces vacías para expresar el valor que ahora tenían las acciones de Credit Suisse, y otro llegó a asegurar que los responsables del banco “en la Edad Media, por acciones como las suyas, hubieran sido crucificados”.
”Hace 25 años con una acción de Credit Suisse a 80 francos podríamos haber pagado una cena en un buen restaurante, pero ahora (que vale menos de un franco) no da para un cruasán”, lamentó ese segundo accionista.
El presidente del banco, Axel Lehmann, quien abrió la junta ofreciendo sus disculpas por no haber podido contener la crisis del banco, respondió uno por uno a todos los accionistas tras sus intervenciones, visiblemente contrariado.
”Ustedes tienen la culpa de esto, del daño causado al país, un daño que seguirá siendo visible dentro de unas décadas”, aseguró otro accionista, Francesco de Giorgio, quien dijo sentirse “avergonzado de este completo desastre, como antiguo empleado y actual accionista”.
Un representante de la organización de inversores individuales Actares calificó de “fiasco” la gestión del banco tras los muchos riesgos asumidos en años anteriores, que desembocaron en su crisis final y que tuviera que ser comprado por UBS para evitar la bancarrota.
En las proximidades del Hallenstadion de Zúrich, donde se celebra la junta, también hubo protestas, y alguien plantó una barca rota y en una posición que simulaba su naufragio, como símbolo de la caída de Credit Suisse (cuyo logotipo son las velas de un velero).
La junta también tuvo espacio para las quejas medioambientales: una representante de accionistas denunció que Credit Suisse ha invertido en un proyecto de extracción de gas en Texas (EE. UU.) mediante técnicas de fracking que, advirtió, causará daños en el turismo, la pesca y afectará a terrenos sagrados de los pueblos nativos.
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