La canasta básica de Venezuela ya se viene disparando desde hace años pero la tendencia hiperinflacionista -en medio de una gravísima crisis política e institucional- por el momento no se revertirá y tampoco se estabilizará.
De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecto esta semana que el país dirigido por Nicolás Maduro cerrará el 2018 con una inflación del 13.864%. Y el próximo año el valor de decenas de productos seguirá creciendo hasta el 12.874%.
Eso quiere decir que, en dos años, los precios subirán la astronómica cifra del 1.811.751%. Es decir, los precios se multiplicarán por más de 18.000.
“Venezuela ha sufrido una intensificación de su crisis económica y humanitaria desde 2014”, recuerda el informe del Fondo.
Todas estas cifras se traducen, en una batalla diaria para los venezolanos contra los precios y la escasez imperante. El salario mínimo en Venezuela apenas supera los 1,3 millones de bolívares. Esto es entre US$2,5 y menos de US$6, dependiendo del tipo de cambio. Hasta hace unas semanas, con esa cantidad se podían comprar dos kilos de carne.
Si las previsiones del FMI se cumplen, el episodio de hiperinflación por el que atraviesa el país caribeño será el más grave de las últimas décadas en Latinoamérica. Ni siquiera la hiperinflación argentina de finales de los ochenta (con subidas de precios que llegaron a superar el 3.000% anual) se llegaría a comparar con lo que sufrirán los venezolanos.
La escalada de precios, de cumplirse estos negros augurios, también sería superior a la de los episodios de hiperinflación en Perú (el 3.398% en 1999 y el 7.482% en 1990) y solo se le acercaría a la de Nicaragua, donde la subida de precios llegó a ser del 13.110% en 1987.
Solo el nivel de inflación de Zimbabue superaría el de Venezuela, dado que en 2008 llegó a ser del 500.000.000.000%.
CONTRACCIÓN
A la hiperinflación se suma el que la economía se contraerá un 15% este año tras caer un 14% en 2017. Y el descalabro del Producto Bruto Interior (PIB) sumará una baja del 6% en 2019.
Ese panorama constituye una gran excepción en la región.
Colombia crecerá un 2,7%; Brasil, un 2,3%; Argentina, un 2%; Chile, un 3,4%; Bolivia, un 4%; Perú, un 3,7%; y Ecuador, un 2,5%.
Las predicciones, que son más pesimistas que las proyectadas el pasado octubre, se deben al colapso de la producción petrolera y de las exportaciones.
En diciembre, cayó a 1,62 millones de barriles diarios, un descenso de más de 700.000 en un año, desplomándose hasta niveles de los años ochenta.
El colapso económico, además, está provocando que se dispare el desempleo. El FMI prevé que un tercio de la población económicamente activa no encuentre un trabajo, la mayor tasa de paro de todo el mundo, por encima de países con un alto desempleo crónico como Suráfrica, Sudán, Bosnia o Grecia.
LA MANO DE MADURO
La economía del país lleva años en caída libre y, las decisiones políticas del régimen de Nicolás Maduro antes de ayudar a solucionarlo están construyendo nuevas barreras.
En noviembre, las agencias de calificación crediticia Standard & Poor’s (S&P) y Fitch declararon a Venezuela en default parcial por los graves problemas de liquidez después de un impago de US$200 millones correspondientes a los intereses de los bonos que vencen en 2019 y 2024.
El Gobierno ha anunciado la creación de una nueva moneda, el bolívar soberano, que sustituya al bolívar fuerte, eliminando tres ceros. Así, un bolívar soberano equivaldría a 1.000 bolívares fuertes. Pero el bolívar fuerte ya sustituyó al bolívar tradicional por la misma razón de uno a mil, de modo que un bolívar soberano equivaldrá a un millón de los antiguos bolívares.
Ello es reflejo de que el bolívar ha perdido el 99,9% de su valor desde que el Gobierno de Hugo Chávez instauró los controles de cambios en 2003.